Suplemento de Educación Infantil "La Tiza" 30-05-2012
Diario Información de Alicante
Hay tantas cosas que me he perdido. No sé cómo es la universidad, no he puesto los pies en América, no me he sentado al volante de un coche ni he ido a un concierto en directo. Un día cualquiera que Él me deje ver la tele la encenderé y encontraré a Eva de enviada especial en Tokio. Aunque para eso tendría que haber superado su timidez. Le daba corte hablar en público. ¿Habrá cambiado? A veces la gente cambia. Eva, sin mí, habrá aprendido a desenvolverse, se habrá atrevido a opinar en voz alta y a mirar a los ojos de los demás. Cuando había más de tres personas callaba y, en clase, cuando le preguntaban, se ponía como un tomate. Lo que no sabían los compañeros era que muchas de las ideas que yo exponía en voz alta, porque a mí no me daba vergüenza, eran suyas. Ella era quien pensaba y yo quien charlaba por los codos. Yo le robaba las ideas, era la impostora. Estudiábamos juntas y ella me tenía que explicar las mates y hacerme esquemas de naturales y de historia. Eva tenía los conceptos muy claros y sacaba buenas notas en los exámenes escritos, pero cuando se enfrentaba a una prueba oral tartamudeaba, se encallaba y parecía tonta. Yo sabía que de las dos ella era quien tenía la cabeza mejor amueblada y que yo era una tramposa. Por eso, cuando Jesús habló conmigo, a solas, y me dijo que era curiosa e inteligente y que jamás ninguna alumna le había hecho unas preguntas tan brillantes me sentí importante y la dejé de lado. Jesús era injusto porque Eva había leído a Dostoievski, tocaba partituras de Bach al piano y se leía los programas electorales de los partidos políticos antes de las elecciones a pesar de que no puediera votar. Tenía criterio sobre el cambio climático y había convencido a su familia para que se hiciesen socios de Oxfam y compraran en tiendas de Comercio Justo. Eva estaba al corriente de la cartelera de cine y había visto películas de Woody Allen y de Coppola que a mí me parecían un peñazo. Pero Jesús, a pesar de saberlo, me prefirió a mí.
Las cosas que me he perdido
Hay tantas cosas que me he perdido. No sé cómo es la universidad, no he puesto los pies en América, no me he sentado al volante de un coche ni he ido a un concierto en directo. Un día cualquiera que Él me deje ver la tele la encenderé y encontraré a Eva de enviada especial en Tokio. Aunque para eso tendría que haber superado su timidez. Le daba corte hablar en público. ¿Habrá cambiado? A veces la gente cambia. Eva, sin mí, habrá aprendido a desenvolverse, se habrá atrevido a opinar en voz alta y a mirar a los ojos de los demás. Cuando había más de tres personas callaba y, en clase, cuando le preguntaban, se ponía como un tomate. Lo que no sabían los compañeros era que muchas de las ideas que yo exponía en voz alta, porque a mí no me daba vergüenza, eran suyas. Ella era quien pensaba y yo quien charlaba por los codos. Yo le robaba las ideas, era la impostora. Estudiábamos juntas y ella me tenía que explicar las mates y hacerme esquemas de naturales y de historia. Eva tenía los conceptos muy claros y sacaba buenas notas en los exámenes escritos, pero cuando se enfrentaba a una prueba oral tartamudeaba, se encallaba y parecía tonta. Yo sabía que de las dos ella era quien tenía la cabeza mejor amueblada y que yo era una tramposa. Por eso, cuando Jesús habló conmigo, a solas, y me dijo que era curiosa e inteligente y que jamás ninguna alumna le había hecho unas preguntas tan brillantes me sentí importante y la dejé de lado. Jesús era injusto porque Eva había leído a Dostoievski, tocaba partituras de Bach al piano y se leía los programas electorales de los partidos políticos antes de las elecciones a pesar de que no puediera votar. Tenía criterio sobre el cambio climático y había convencido a su familia para que se hiciesen socios de Oxfam y compraran en tiendas de Comercio Justo. Eva estaba al corriente de la cartelera de cine y había visto películas de Woody Allen y de Coppola que a mí me parecían un peñazo. Pero Jesús, a pesar de saberlo, me prefirió a mí.
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Tomado del libro:
Editorial: Edebé
Actividades:
- Comenta la actitud de la narradora y de su compañera Eva.
- ¿Qué diferencias hay en la narradora al principio de la historia y al final? ¿Cómo le ha afectado el paso del tiempo?
- ¿Qué pasa en el recreo de su colegio?
- Escribe un cuento o poema y envíalo con un dibujo original a:
Apartado 3008
03080 Alicante
O por Email a: grupoleoalicante@gmail.com
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grupoleo@terra.es
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