martes, 31 de octubre de 2017

Los libros del mes de octubre: "El columpio de Madame Brochet"

Reseña:
¿Quién no ha querido alguna vez tener una segunda oportunidad? ¿Alguien no deseó en algún momento regresar a la infancia y empezar de nuevo? Madame Brochet tiene 90 años y pasión por la vida. A pesar de su edad es una mujer valiente, dulce, joven de espíritu y no piensa, para nada, en morirse. En el polo opuesto encontramos a Gilbert Roux, un niñato insoportable que carece de sensibilidad y se burla de la anciana. Frente a sus casas existe un pequeño jardín con un columpio, una atracción que servirá como nexo de unión entre ambos personajes y que constituye la puerta mágica a un mundo que la mujer creía olvidado. Esa realidad alternativa constituye una simpática lección de empatía que alberga una profunda enseñanza sobre el respeto y los valores fundamentales de la convivencia. El relato está acompañado de una colección de estampas dibujadas por el mago Urberuaga, entre otras muchas cosas Premio Nacional de Ilustración y uno de los nombres fundamentales en las artes plásticas españolas.
Edad recomendada de 9 a 11 años.

La autora:
Beatriz Osés (Madrid 1972) es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, aunque actualmente ejerce la docencia como profesora de Lengua y Literatura en Extremadura. Participa como ponente en Seminarios y actividades de animación a la lectura y escritura creativa. Ha sido galardonada con los premios Joaquín Sama y Giner de los Ríos a la innovación educativa, el premio Lazarillo de Creación Literaria 2006 por su obra Cuentos como pulgas, el Premio Internacional de Poesía para Niños Ciudad de Orihuela 2008 por El secreto del oso hormiguero y el Premio de Novela Juvenil La Brújula 2010 por El Cuentanubes, obra con la que fue finalista del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2011. En Edebé tiene publicadas también la colección juvenil de misterio de Erik Vogler, la novela infantil Un cocodrilo para Laura (Tucán Verde) y Dónde van las tortugas cuando mueren, que fue finalista del Premio Edebé.

El ilustrador:
Emilio Urberuaga (Madrid 1954) trabaja desde hace años en distintos ámbitos de las artes plásticas como pintura, estampación, grabado e ilustración. Creador de personajes gráficos entre los que destacan Manolito Gafotas, Olivia o Hilda, la oveja gigante. Ha colaborado en prensa y revistas, así como en la realización de carteles, cubiertas de libros, etc. Sus libros han sido traducidos a distintos idiomas: francés, italiano, inglés, japonés, coreano, holandés, finés, lituano, alemán… A lo largo de su dilatada carrera ha obtenido numerosos premios como el Premio Nacional de Ilustración 2011, el Ospite d’Onore, el Premio Crítica “Serra d’Or” y el Premio Hospital de Sant Joan de Déu.

EL CUMPLEAÑOS

Madame Brochet no se quería morir. Lo tenía claro. Tan claro como que ese jueves de noviembre le llovían noventa años.
No se quería morir a pesar de que su caja de pastillas fuera un verdadero arsenal y de que las piernas apenas soportaran su peso de cigüeña desgarbada. No se quería morir porque, entre otras cosas, tenía que salir a comprar, como era tradición, una tarta de cumpleaños de chocolate. De chocolate negro y nata. Una de las maravillosas tartas de la pastelería Chocolat Noir a la que acudía desde que era una niña. Así que se ajustó sus gafas de metal, se hizo un moño frente al espejo y descolgó el abrigo rojo que utilizaba en las ocasiones especiales.
Acto seguido, bajó los tres escalones que la separaban de la calle, apoyándose sobre su muleta igual que si descendiera de las cumbres del Himalaya.
Una vez en la acera, tardó casi media hora en recorrer los cien metros que distaban de la pastelería y de su olor a bollos crujientes. Por la calle, esquivó un gato maléfico, varias cagarrutas de paloma y tres hojas de roble dispuestas a estamparse contra su cara. Al llegar al escaparate de la tienda, dejó escapar una enorme sonrisa de satisfacción. Monsieur Claudet, que la había visto desde el mostrador, no tardó en abrirle la antigua puerta de madera.
- ¡Bonjour! –dijo invitándola a entrar con una leve inclinación.
- ¡Bonjour, Marcel! -respondió complacida.
Al fin, calorcito y aroma de croissants.
- ¡Voilà! –exclamó orgulloso mostrándole su delicada creación de chocolate.
- ¡Muchas felicidades, Marie!
- ¡Merci! –contestó sin ocultar su emoción.
Noventa años.
- ¡Y estás como una niña! –la animó. Además de pastelero, era un mentiroso encantador.
- ¡Ojalá lo fuese! –rio ruborizada.-¡Yo te veo muy bien! –insistió Monsieur Claudet envolviendo con delicadeza la tarta.
“Como las momias egipcias”, pensó Madame Brochet.
- Te pongo un nueve y un cero, Marie –le indicó metiendo dos velas rojas en un paquetito de papel celofán.
“Sí, porque si me tuvieras que dar noventa velas…”
- ¡Y no te olvides de pedir un deseo!
- No lo haré.
¿Cómo olvidarlo? No podía hacerlo porque Madame Brochet llevaba ya tiempo pidiendo el mismo deseo. Un sueño imposible, tal vez. Y lo hacía cada vez que cerraba los ojos y soplaba con fuerza las velas de su tarta.

La tarta de chocolate

A pesar de que Monsieur Claudet se ofreció a acompañarla hasta casa, rechazó la ayuda porque no quería molestar. Al igual que el año anterior, apoyada en su muleta, emprendió el regreso en solitario. El pastelero la contempló a través del escaparate de su tienda mientras se alejaba a cámara lenta.. Entre los dedos de la anciana, la cuerda que sujetaba la tarta de chocolate, se balanceaba de un lado a otro igual que un equilibrista.
Todo parecía tranquilo. Sin embargo, cuando Madame Brochet había logrado alcanzar la mitad de su recorrido, sucedió algo espantoso; se llamaba Gilbert Roux y su risa sonaba a hiena podrida.
- Vaya, vaya, ¿qué lleva esta vez la abuelita al bosque? –le preguntó tras saltar la pequeña tapia de un parque.
Aquel bobo le daba arcadas.
- ¿No dices nada? ¿Qué pasa, tienes miedo o te has tragado la dentadura postiza?
Niñato impresentable.
- ¡Venga dime! ¿Qué traes ahí?
Madame Brochet tragó saliva.
- ¡Suéltalo ya, vejestorio! –le ordenó abalanzándose sobre ella -¡No te resistas!
¡Su tarta de cumpleaños, no, por favor!
- ¿Acaso quieres terminar como la última vez? –le escupió en plan amenazante.
- ¿Con un croissant clavado en el moño? Por supuesto que no. ¿Quién iba a querer?
Madame Brochet sintió un nudo en la garganta. ¿Cómo podía ser tan cretino?

Extraído del libro: El columpio de Madame Brochet
Autora: Beatriz Osés
Ilustrador: Emilio  Urberuaga
ACTIVIDADES:
1.- ¿Cuál sería el deseo que llevaba tiempo pidiendo Madame Brochet?
2.- ¿Qué sentimientos te despiertan la actitud de Gilbert Roux con Marie?
3.- ¿Por qué crees que Gilbert Roux se comportaba así?
4.- Escribe un cuento sobre la fiesta sorpresa que unos niños le preparan a su abuelo o abuela por su cumpleaños.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Los libros del mes de octubre: "Amor a la vida"

Reseña:
Dos hombres marchan a pie rodeados de un paisaje majestuoso, abatidos y encorvados bajo el peso de sus sacos con oro. Uno de ellos sufre una lesión en un tobillo y es abandonado por su compañero. Deja su oro por la imposibilidad de cargarlo quedándose con lo imprescindible, ropa y mocasines destrozados y un rifle sin munición. Sigue el cauce de un río hasta el Océano Ártico con múltiples amenazas, con un fuerte instinto de supervivencia y en un canto de amor a la vida que en cada momento amenaza al protagonista con abandonarlo.
Edad recomendada: a partir de 12 años.

El autor:
Jack London nació en San Francisco (California). Esencialmente se autoeducó, proceso que llevó a cabo en la biblioteca pública de la ciudad leyendo libros. En 1883 encontró y leyó la novela Signa de la escritora Ouida, que relata cómo un joven campesino italiano sin estudios escolares alcanza fama como compositor de ópera. London le atribuyó a este libro la inspiración para comenzar su labor literaria.
En 1893, se embarcó en la goleta Sophia Sutherland, que partía a la costa de Japón. Cuando regresó, el país estaba inmerso en disturbios laborales. Después de trabajos agotadores en un molino de yute y en una central eléctrica del ferrocarril, en 1894 se unió a la Kelly's industrial army, una marcha de desempleados en protesta a Washington, y comenzó su vida de vagabundo.
Después de varias experiencias como vagabundo y marinero, London regresó a Oakland, donde acudió a la Oakland High School, contribuyendo con varios artículos. Su primera publicación fue "Typhoon off the coast of Japan", donde relató sus experiencias como marino.
Jack London deseaba entrar desesperadamente a la Universidad de California y, en 1896, después de un verano de estudio intenso, lo hizo; pero los problemas financieros lo obligaron a irse en 1897 y nunca se graduó. 
En 1897 London se embarcó hacia Alaska en busca de oro, pero tras múltiples aventuras regresó enfermo y fracasado, de modo que durante la convalecencia decidió dedicarse a la literatura. Un voluntarioso período de formación intelectual incluyó heterodoxas lecturas (Kipling, Spencer, Darwin, Stevenson, Malthus, Marx, Poe, y, sobre todo, la filosofía de Nietzsche) que le convertirían en una mezcla de socialista y fascista ingenuo, discípulo del evolucionismo y al servicio de un espíritu esencialmente aventurero.
Su obra fundamental se desarrolla en la frontera de Alaska, donde aún era posible vivir heroicamente bajo las férreas leyes de la naturaleza y del propio hombre librado a sus instintos casi salvajes. En uno de sus mejores relatos, El silencio blanco, dice el narrador: "El espantoso juego de la selección natural se desarrolló con toda la crueldad del ambiente primitivo". Otra parte de su literatura tiene sin embargo como escenario las cálidas islas de los Mares del Sur.

La Ilustradora:


Laura Plaza nació en 1991 en la ciudad de Madrid. Ha realizado sus estudios de Grado en Diseño Gráfico en la E/S/D/ (Escuela Superior de Diseño de Madrid), especializándose en Diseño Web. A pesar de las muchas horas que le roba el diseño web, siempre intenta encontrar tiempo para dibujar.




AMOR A LA VIDA

Los dos hombres descendían el repecho de la ribera del río cojeando penosamente, y en una ocasión el que iba a la cabeza se tambaleó sobre las abruptas rocas. Estaban débiles y fatigados y en su rostro se leía la paciencia que nace de una larga serie de penalidades. Iban cargados con pesados fardos de mantas atados con correajes a los hombros y que contribuían a sostener las tiras de cuero que les atravesaban la frente. Los dos llevaban rifle. Caminaban encorvados, con los hombros hacia delante, la cabeza más destacada todavía, y la vista clavada en el suelo.
…..
El que marchaba en segundo lugar resbaló sobre una piedra pulida y estuvo a punto de caer, pero logró evitarlo con un violento esfuerzo, mientras profería una aguda exclamación de dolor. Se le veía cansado y mareado, y mientras se tambaleaba extendió la mano que tenía libre en el vacío como buscando apoyo en el aire. Cuando se enderezó dio un paso al frente, pero resbaló de nuevo y casi cayó al suelo. Luego se quedó inmóvil, y miró a su compañero, que ni siquiera había vuelto la cabeza. Permaneció clavado en el suelo un minuto entero, como debatiéndose consigo mismo…
Su compañero lo vio alejarse cojeando grotescamente y subiendo con paso inseguro la suave pendiente que ascendía hacia el horizonte que formaba el perfil de una pequeña colina. Lo vio alejarse hasta que atravesó la cima y desapareció. Luego volvió la vista y miró lentamente en torno suyo al círculo de mundo que, al haberse ido Bill, era exclusivamente suyo.
Cerca del horizonte el sol ardía débilmente, casi oscurecido por la neblina y los vapores informes que daban la impresión de una densidad y una masa sin perfil ni tangibilidad. El hombre descansó el peso de su cuerpo sobre una sola pierna y sacó su reloj. Eran las cuatro en punto y por ser aquellos días los últimos de julio o los primeros de agosto (no sabía con exactitud qué fecha era, pero podía calcularla dentro de un margen de error de unas dos semanas), el sol tenía que apuntar más o menos hacia el noroeste. Miró hacia el sur. Sabía que en algún lugar, a espaldas de aquellas colinas desoladas, se hallaba el Lago del Gran Oso; sabía también que en esa dirección el Círculo Polar Ártico trazaba su temible camino entre los yermos canadienses. El riachuelo en que se hallaba era un afluente del Río de la Mina de Cobre que a su vez fluía hacia el norte e iba a desembocar en el Golfo de la Coronación y en el Océano Ártico. No conocía aquellos lugares, pero los había visto marcados una vez en una carta de navegación de la Compañía de la Bahía de Hudson. De nuevo recorrió con la mirada el círculo de mundo que tenía en torno a él. No era un espectáculo alentador. Por todas partes lo rodeaba un horizonte blando y suavemente curvado. Las colinas eran bajas. No había ni árboles, ni arbustos, ni hierba… nada sino una desolación tremenda y aterradora que atrajo inmediatamente el miedo a sus ojos.
…..
Con una desesperación que rayaba en la locura, sin hacer caso del dolor, subió presuroso la pendiente hasta alcanzar la cima de la colina tras de la cual había desaparecido su compañero. Sólo que su andar era aún más grotesco y cómico que la cojera vacilante del que lo había precedido. Al llegar a la cresta, lo que se ofreció a su vista fue un valle somero totalmente desprovisto de vida. Luchó de nuevo contra el miedo, lo dominó, corrió el fardo aún más hacia el hombro izquierdo y bajó a trompicones la pendiente.
…..
Aunque estaba solo no estaba perdido. Sabía que más adelante llegaría allí donde unos cuantos abetos y unos pinos pequeños y marchitos bordeaban la orilla de una laguna, el lugar que los indígenas llamaban el titchinnichilie o «tierra de los palitos». Y en aquella laguna desembocaba un riachuelo de agua clara. En las riberas del riachuelo (lo recordaba bien), había juncos pero no árboles. Lo seguiría hasta ver brotar el primer hilillo de agua en una divisoria de cuencas, atravesaría esa divisoria hasta dar con el primer hilillo de agua de otra corriente que fluía hacia el oeste, y seguiría ésta hasta su desembocadura en el río Dease. Allí tenían él y su compañero provisiones y vituallas ocultas bajo una canoa invertida y cubierta de piedras. En aquel escondrijo hallaría munición para su escopeta vacía, anzuelos y cañas, una pequeña red…, todo lo necesario para poder cazar y conseguir alimento. También allí encontraría harina (no mucha), un pedazo de tocineta y frijoles.
…..
Así pensaba el hombre mientras adelantaba en su camino. Y del mismo modo que trabajaba con el cuerpo trabajaba también con la mente, tratando de convencerse de que Bill no lo había abandonado, de que sin duda alguna lo esperaría junto al escondrijo. O lograba convencerse de ello o de lo contrario le sería inútil seguir adelante y más le valdría tenderse en el suelo a esperar a la muerte. 
…..
Llegaron días terribles de nieve y de lluvia. Ya no sabía cuándo acampaba y cuándo levantaba el campamento. Viajaba tanto de noche como de día. Descansaba allá donde caía, y seguía arrastrándose cuando la vida que agonizaba en él se reavivaba para arder con algo más de viveza. En cuanto hombre, ya no luchaba. Era la vida que había en él y que se resistía a morir lo que lo impulsaba a seguir adelante. Ya no sufría. Tenía los nervios embotados, adormecidos, y la mente repleta de visiones extrañas y sueños deliciosos.


Tomado del libro: Amor a la vida
Autor: Jack London
Ilustradora: Laura Plaza
Editorial: Gadir

ACTIVIDADES:
1. ¿Por qué crees que Bill abandonó a su compañero?
2. ¿Cómo crees que debe ser una actitud de supervivencia?
3. Imagina y describe la vida en Alaska en la época de la fiebre del oro.

miércoles, 18 de octubre de 2017

Los libros del mes de octubre: "Los últimos gigantes"

Reseña:
A mediados del siglo XIX el explorador inglés Archibald  Leopold  Rutmore adquiere lo que parece ser un diente de gigante tallado a mano. Grabado en él, aparece un mapa que podría ser la Tierra de los Gigantes. Así comienza una aventura llena de misterios y peligros para alcanzar una verdad desconocida.
Una edición aniversario de este emocionante relato de François Place, con un apéndice sobre las propiedades y particularidades de los tatuajes en los gigantes de los altos valles del Himalaya y de las conclusiones que se pueden sacar sobre el largo viaje que estos emprendieron.
Maravilloso álbum ilustrado a la manera de los mejores libros de viajes, toda una joya. La aventura, la intriga y las sorpresas están garantizadas en  la lectura de este libro apasionante, con un cierto tono romántico. Completan este sorprendente libro las acuarelas de su propio autor que impregnan la ilustración de un gran carácter narrativo.
Mención especial requiere el apéndice que lleva el libro, y más en estos tiempos en que los tatuajes están tan de moda.

“En el país de los gigantes, el arte del tatuaje llega al apogeo de su expresión. En belleza supera al de los soberbios maorís, con quienes el capitán Cook se encontró durante sus lejanas travesías por los mares del Sur…”
Lectura recomendada para chicos y chicas a partir de 5º de Primaria, pero esta recomendación de edades siempre es orientativa.

El autor:

François Place. Nació en 1957 en Ezanville, Francia. Realizó sus estudios en la Escuela de Estienne. Es ilustrador de 24 libros y autor-ilustrador de algunos otros incluyendo Los últimos gigantes. Actualmente vive en Taverny, cerca de París, con sus dos hijos.


ENCUENTRO CON LOS GIGANTES
Una noche fui despertado por unos alaridos que le helarían la sangre a cualquiera. Desde el bosquecillo de helechos gigantes que camuflaba mi lecho, asistí impotente a la masacre de los hombres de mi expedición. Los wa merecían ampliamente su reputación. Habían cercado el campamento, invisibles y silenciosos, para luego atacar con la rapidez fulminante de la cobra. El hombre de guardia, a quien había confiado mi arma, fue muerto antes de poder dar la alarma. La emboscada ni siquiera duró un minuto. Desaparecieron con la misma rapidez, y solo quedó en la selva el rumor de los insectos y el chillido de los monos. Atontado, con el corazón latiendo estrepitosamente, reuní lo poco que me quedaba: el reloj y la brújula, los cuadernos, azúcar, té, algunas galletas y un frasco de esa mermelada que tan bien cocinaba mi querida Amelia. Entonces, no pude contener las lágrimas. Desandar lo andado era correr hacia una muerte segura. Los wa rondaban todavía esos parajes. Añadir a su macabra colección mi cabeza cubierta con un sombrero de copa no les habría desagradado del todo. Así que decidí mantenerla sobre mis hombros el mayor tiempo posible y caminar hacia el norte. El terreno se elevaba continuamente.
La selva iba dando poco a poco espacio a una vegetación más rala. Frente a mí se levantaba una formidable barrera rocosa y más allá resplandecían las crestas nevadas de una cadena de montañas. Era una locura pensar en poder atravesar semejante obstáculo con el poco de comida que me quedaba. El cansancio, el hambre y el frío se convirtieron en fieles compañeros y puedo atestiguar aquí todos los desvelos que me procuraron. De tanto escucharlos, mi razón vacilaba. Me dije que la vida me mostraba los dientes y me puse a reír tan fuerte que toda la mañana se carcajeaba conmigo. En ese instante, la locura de mi proyecto se dibujó en toda la extensión de su absurdo. De pronto, un rayo de sol iluminó el borde de una falla, colándose como una sonrisa fugaz en la frente obstinada del risco.
A mis pies, esta luz dibujaba una especie de camino. Incliné atentamente la cabeza y percibí cavadas en la piedra, huellas de pisadas monstruosas, ¡pisadas de gigantes! El corazón se me salía del pecho. ”¡Imposible! ¡Es imposible!”, murmuraba mientras seguía la pista impresa en el suelo. Las huellas llevaban a un desfiladero, a una grieta vertical que cortaba la montaña tajantemente como la mordedura de un hachazo sobre la madera tierna. Avanzaba lentamente, con pasos precavidos, por ese corredor formidable cuyas paredes velaban la luz del sol. Al final, el horizonte se ensanchaba y divisé, más allá de las puertas de piedra, un inmenso valle acordonado de montañas y sembrado de enormes bloques rocosos. Esa noche acampé al abrigo de la gran falla. Al día siguiente emprendí la exploración del valle. Las rocas tomaban las formas más extraña. Una de ellas de color marfil, de cima redonda y cavada de surcos parecidos a unas órbitas, atrajo particularmente mi atención: era un cráneo. ”Un cementerio de gigantes –pensé-. Me acerco a la meta. Después de tantas pruebas, privaciones y dudas, había por fin llegado a ese país fabuloso cantado por innumerables leyendas. Consagré el resto de esa jornada bendecida por los dioses a las nobles tareas de la ciencia: anoté las dimensiones fabulosas de un esqueleto semi-descubierto, dibujé alguna vista pintoresca que debía fijar en el recuerdo. El levantamiento topográfico del valle me tomó un mes entero. Enumeré cerca de ciento diez esqueletos, aunque supuse que la tierra conservaba todavía más.
Algunos cráneos estaban coronados por sorprendentes sombreros de piedra, lo que indicaba que habían sido objeto de ceremonias rituales .El conjunto debía datar de unos tres o cuatro mil años. La causa de la extinción de este pueblo era un misterio por aclarar .Al noroeste, el valle se curvaba para elevarse hasta una especie de meseta. Subí peldaño tras peldaño los escalones de es anfiteatro ciclópeo. Desde hacía tiempo me alimentaba solo de líquenes y raíces con un poco de azúcar y bebía el agua acumulada en las concavidades de los peñascos. Estaba tan agotado que perdí toda noción del tiempo y cuando llegué a la meseta me encontraba en un estado cuasi sonámbulo. Enormes pilares parecían sostener el cielo. Sin fuerzas me sumergí en un profundo sueño.


Escrito e ilustrado por: François Place
Editorial: Ediciones Ekaré

ACTIVIDADES:
1.- ¿Podrías imaginarte a los wa? Haz una descripción de ellos. ¿Cómo eran? ¿Cómo vestían? ¿Qué costumbres tenían?
2.- Cuando se despierte de su profundo sueño nuestro protagonista, ¿ con quién crees tú que se puede encontrar ? En el blog del grupo LEO tienes una pista.
3.-Haz una ilustración sobre el paisaje que aparece descrito en este texto.
4.- Escribe un relato en primera persona en la que tú seas el protagonista de un viaje a un lugar maravilloso en busca de una civilización perdida.


miércoles, 11 de octubre de 2017

Los libros del mes de octubre: "La volta al món en 8 contes"


Ressenya:
La volta al món en 8 contes és una recopilació de contes tradicionals d’arreu del món adaptats i contats moltes vegades per Carles Cano. Segons l’escriptor, alguns d’aquests contes li han tocat el cor per diverses raons. Uns, com El kiwi, perquè vénen de l’altra part del món a través d’un “fill” neozelandés i expliquen per què les aus que hi ha allà, als antípodes, són com són, evidenciant la vella necessitat dels humans d’explicar-nos el món. Uns altres, per l’humor que destil·len, com El pet o Katafutu, o per la sornegueria i la pilleria de Tio Conill o Amic Fullaraca; altres, encara, per la visió poètica, la manera diferent de mirar la realitat, que ens mostren els protagonistes de La princesa que volia una estrella o el de La caseta d’adob, o per l’astúcia que demostra el príncep de La princesa silenciosa.
El desig de Carles Cano al pròleg del llibre és el següent: “Espere que aquests contes us facen somriure i us ensenyen a mirar el món amb uns altres ulls”.

En el següent enllaç es pot escoltar Carles Cano explicant un conte:  https://www.youtube.com/watch?v=tgrUaPbYbtI

Carles Cano (izquierda) y Paco Giménez
L’autor:
Carles Cano Peiro (València, 1957) és llicenciat en Filologia Catalana i ha exercit la docència en instituts durant més de vint anys. A més, ha treballat com a locutor i guionista en Ràdio 9 i la Cadena SER. Guionista també de televisió, va intervenir en programes de Canal 9 i de TVE i ha fet multitud de conferències i xarrades a universitaris i en formació del professorat.
La seua trajectòria com a escriptor d'obres destinades a xiquets i joves comença a principis dels anys 80. Amb Aventures de Potaconill, va quedar finalista del premi Enric Valor en 1981. Des d'aleshores, l'autor ja no cessaria en el seu treball de creació literària. Paral·lelament, la seua dedicació a la narració oral anà en augment, a més de les intervencions en taules redones, jornades, cursos i conferències.
Quan Carles relata una història, ja siga de la tradició oral o de les escrites per ell mateix, fa la sensació d'estar davant un xiquet reconcentrat en el seu joc de batalletes que, visualitzant la representació de cada paraula, les va esguitant d'onomatopeies: «Tin!» «Nyas!» «Coca!» «Pren!» «Xas!» «Boooommm!»
Amb el canvi de segle, inicià una nova vessant creativa a través de la poesia visual i objectual. Ha portat a terme dues exposicions: «Poemes, broemes i altres artificis» i «Cartes», la primera amb la poma com a motiu central i la segona amb cartes de la baralla.
En 2005, va impulsar el projecte «Trueque», una exposició que consistix en l’intercanvi d'obres amb més de mig centenar de poetes, il·lustradors, dermatòlegs, titellaires, pintors, escultors i professors d'anglés.
Tot al llarg de la seua trajectòria, Carles Cano ha estat guardonat amb diversos premis, entre els quals cal esmentar el premi Lazarillo de 1994 per l'obra de teatre T'he enxampat Caputxeta! una obra àmpliament representada arreu del territori espanyol.. En 2007 va guanyar el premi de l'Hospital Sant Joan de Déu amb Per un botó, i en 2012 el premi Carmesina per Set Blancaneus i un Nan, premi Samaruc 2013. En 2016 El desbaratat conte dels fesols màgics rep el Premi Ciutat d'Alzira Vicent Silvestre de narrativa infantil.

L’il·lustrador:
Paco Giménez (València, 1954) En 1974 començà la seua tasca professional com a il·lustrador i dissenyador gràfic. Des de 1982 el seu treball se centra principalment en el sector infantil i juvenil: contes i novel·les, llibres de text, jocs i quaderns didàctics, historietes, cartells, exposicions, conferències, taules redones, jurats, ... i encontres d'animació lectora en centres escolars i biblioteques. Habitualment forma tàndem amb l'escriptor Carles Cano.
Ha il·lustrat més de 100 llibres i materials didàctics, a més d'historieta gràfica. També ha dissenyat prop de 40, dels quals 16 son col·leccions.
Va rebre en l'any 1989 el "Premio Lazarillo" del Ministerio de Cultura per l'obra Història d'una recepta. I en 2003, el "Premi al llibre en valencià millor il·lustrat de 2002", de la Conselleria de Cultura, per l'obra Els dos gegants de Sant Marcel·lí (Denes Ed.).
Ha estat jurat de nombrosos premis, com ara "Premi Tombatossals", convocat per Tàndem Edicions i l'Ajuntament de Castelló, "Premi Sambori" convocat pel Col·lectiu Sambori, "Premi Nacional" convocat pel Ministeri de Cultura, "Premis als llibres millor editats" convocat per la Conselleria de Cultura, Educació i Ciència, etc.
Ha estat fundador, president i vicepresident de l'Associació Professional d'Il·lustradors de València i cofundador i secretari de la Federación de Asociaciones de Ilustradores Profesionales.

KATAFUTU
(Conte camerunès)

Katafutu, l’home dels sorolls, que sabia imitar les veus i els cants de quasi tots el animals, tenia un ase que es passava el dia bramant: hi, hooo, hi, hooo! Els veïns estaven farts dels brams i de tant en tant colpejaven i espantaven els bous per tal que bramularen: muuu! Els galls i les gallines, perquè cantaren i escatainaren: qquiquiriquííí!!! Cocorocóóó!!! Els porcs, perquè grunyiren: oinc, oinc, oinc! I a les cabres i ovelles, perquè belaren: beee, baaa! Aquell concerts de brams i veus d’animals era insuportable fins i tot per a Katafutu, així que li va nuar la boca a l’ase i se n’anà cap a la ciutat a buscar alguna cosa amb què alleugar el mal de cap i alguna altra amb què omplir la panxa, que no parava de fer sorollets estranys: ssglupsss, flipss! Brrrsss!
Anava al trot muntat en l’ase: tipi, tap! Tipi, tap! Tipi, tap! Quan va veure una cosa lluenta a la vora del camí: una muntanya d’or! Els ulls: clinc! Se li obriren com a plats i sense perdre temps baixar i arreplegar tot l’or que hi havia i el carregar al burro. Aleshores féu espetegar la llengua xis, xac! xis, xac!, perquè el burro marxara, però l’ase començà a grunyir perquè no podia ni bramar ni moure’s. Mgmgmgmg! Katafutu li pegà amb el fuet: txits, txits!, però no es movia. Després es col·locà darrere per espentejar-lo fent tota la força possible: gmpfff! Res. No podia quedar-se allà perquè es faria de nit i potser uns lladres li llevarien l’or, l’ase i el que era més important, la vida. Pensà i pensà fins que, clinc! Se li acudí una idea. Agafà una pebrera ben gran i picant, li alçà la cua a l’ase i: Suc, suc, suc! Amb la pebrera li fregà el cul. Immediatament l’ase pegà un gran bot i, fiuuu!, isqué disparat.
Katafutu va somriure satisfet per una idea tan brillant, però quan va veure que l’ase s’escapava es llançà a córrer darrere. Corria que se les pelava: tipitim, tipitam, tipitim, tipitam! Però, malgrat que era un corredor experimentat, era impossible encalçar aquell ase de carreres emportat pels dimonis, així que amb el cor que se li n’eixia per la boca: arf! arf! arf!, i veient que perdia l’ase i l’or tingué la mateixa idea: agafà la pebrera, es baixà els pantalons i també éll: Suc, suc, suc!, es fregà el cul amb la pebrera. Aaahhh! Llançà un crit que se sentí en tota la selva i, fiuuu!, isqué corrent. Corria tant, que avançà l’ase. I allà anava Katafutu i: fiuuu! I l’ase darrere: fiuuu!
Passaren pel mercat, on els esmoladors xiulaven la seva cançó: firulíliruliii, firulílirulaaa! Els verdulers colpejaven dos cocos entre sí per a cridar l’atenció: cloc-cloc!, cloc-cloc!; i els gats, mèu, mèu!, no paraven de maular, demanant els caps dels peixos a les pescateres. Allà estava la dona de Katafutu, i quan veure que tot el món es girava a mirar, girà ella el cap també i veié passar el seu marit: fiuuu! I darrere l’ase: fiuuu! Alçaven una polseguera de mil dimonis i ella se n’anà darrere a cridar-li:

-Ep! Ep! Katafutu! On vas tan de pressa amb l’ase darrere?

- Això és un assumpte entre l’ase i jo.

- Però, Katafutu, no em pots deixar així, m’ho has de contar, les veïnes em preguntaran per què corries amb un ase que et perseguia i em prendran per fava quan no sàpiga què contestar-les.

- Si vols saber-ho, tin, pren aquesta pebrera i frega’t el cul- contestà Katafutu mentre li la llençava.

La dona agafà la pebrera i també es fregà el cul. I aleshores fiuuuu! Avançà el burro, avançà Katafutu i allà anaven els tres en tirereta: fiuuuu!, fiuuuu!, fiuuuu!, fiuuuu!
Passaren per davant de sa casa i el seu fill, que txac!, txac!, txac!, matxucava el mill en un gran morter a la porta de casa, els cridà:

- Pare, mare! Què feu corrent davant de l’ase?

- Això és una qüestió entre el pare, l’ase i jo! – contestà sa mare.

- Però jo vull saber-ho, jo vull saber-ho, jo vull saber-ho,..!

Quan el fill de Katafutu s’encabotava, no hi havia manera que li passara, així que sa mare li digué:

- Si vols saber-ho, tin, pren la pebrera i frega’t el cul.

El xiquet va fer cas i després d’un bot descomunal i d’un crit esfereïdor: fiuuu!, isqué disparat. Avançà l’ase, son pare, sa mare i seguí, seguí, seguí... corria tant que a poc a poc anà elevant-se: flum, flum, flum! Fins que arribà al cel i allà: plof! Xocà amb un núvol. Caigué, caigué i caigué, perquè havia pujat molt alt. Tingué la sort de caure en un llac on l’aigua, de tant com li picava el cul, entrà en ebullició. I des d’allà, alleugerit, contemplà com aquell núvol de pols que alçaven els seus pares i l’ase es perdia en l’horitzó.
De manera que, si algun dia veieu vindre corrent una parella d’africans amb un ase darrere, ni se us acudisca preguntar-los on van, perquè us llançaran una pebrera i no us podeu imaginar com piquen!


Autor: CarlesCano
Il·lustracions: Paco Giménez
Editorial: TàndemEdicions
 
ACTIVITATS:
1. Al conte que acabes de llegir abunden les “onomatopeies”. Saps què signifiquen? Consulta la paraula al diccionari i cerca al text algun exemple.
2. Què és el que més t’ha cridat l’atenció del conte camerunès protagonitzat per Katafutu?
3. Continua el conte. Escriu un relat en què et trobes una parella d’africans que venen corrent amb un ase darrere i desitges esbrinar què els ha succeït.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Los libros del mes de octubre: "Felicio Rey del rebaño"


Reseña:
“Lo que es bueno para mí, es bueno para mi pueblo”, dijo un rey famoso.
Y Felicio, un día de mucho viento, pensó lo mismo al encontrar una corona y ponérsela. ¡De pronto se había convertido en rey Menuda vida le esperaba: cacerías, paseos por los jardines reales, recepción de embajadores... Una fábula irresistiblemente divertida y filosófica sobre la gran cuestión del poder y sus excesos.

El autor:
Olivier Tallec nace en Bretaña en 1970. Después de estudiar en La Escuela Superior de Artes aplicadas de Duperré, viaja por Asia, Brasil, Madagascar, Chile...
Es Ilustrador para varias empresas de Prensa escrita (Liberación, Elle...) Ha publicado más de cincuenta álbumes ilustrados. A sus treinta y cinco años era considerado como uno de los ilustradores más dotados de su generación.
Ilustrador exigente para ilustrar los textos que elige con su pincel ligero con colores libres y luminosos.
Obras destacadas: El Abecedario, Loup Tambour y Lulu Majorette, El carnaval de los animales.

FELICIO REY DEL REBAÑO

“Lo que es bueno para mí, es bueno para mi pueblo”, dijo un rey famoso.
Y Felicio, un día de mucho viento, pensó lo mismo al encontrar una corona y ponérsela.

El viento soplaba y Felicio en el prado rey de las ovejas quedó coronado.

EL rey se buscó un cetro a toda prisa para que nadie lo tomara a risa.

Y un lujoso trono donde impartía justicia al rebaño una vez al mes.

Decidió Felicio que una vez al mes daría discursos de mucho interés.

El resto de tiempo, para disfrutar, ciervos y leones saldría a cazar

De embajadores de todo pelaje el rey recibiría el homenaje

Y mandó que vivieran en la corte nada más que las ovejas de buen porte.

El viento soplaba y Felicio en el bosque de nuevo en oveja quedó transformado
  
Tomado del libro: Felicio rey del rebaño
Autor e ilustrador: Oliver Tallec
Editorial: Algar
 
ACTIVIDADES:
1.    ¿Qué hizo Felicio para proclamarse rey del rebaño?
2.    Qué cosas crees que les decía a sus ovejas en sus discursos.
3.    ¿Te parece bien que solamente exigiera las ovejas de buen porte?
4.    Escribe una historia de una oveja que fue excluida del rebaño.
Grupo Leo