Suplemento de Educación Infantil "La Tiza" 28-03-2012
Diario Información de Alicante
Todos
los años lo mismo: se acaba septiembre , empieza el otoño y los días son más
cortos . En un par de semanas las hojas de los plataneros se pondrán amarillas
y, cuando estén secas empezarán a caer. Quizás os gustaría que fuera de otra
manera, que el verano no acabase y siguieran las vacaciones. En fin: la buena
vida. Pero las cosas suceden así por aquí en el hemisferio norte. Nadie tiene la culpa. Eso se debe a la
inclinación de la Tierra
y porque a veces nuestro planeta está más cerca del Sol y otras más lejos.
Vayamos al principio de mi historia. Sí, quizá os
resulte extraño, pero el caso de la pluma de plata tuvo un principio y fue el grito de la señora
Martina, mi profesora, cuando abrió el cajón de
su mesa y se le vino un sapo
encima. ¡Menudo grito! Todavía me duelen lo oídos. Se oyó en todo el colegio
como si un elefante estuviera suelto por las aulas.
Oh, lo siento, me llamo Onofre y pertenezco a un
grupo muy especial, algo así como investigadores
que resuelven misterios. Mis compañeros se llaman Berenguer y Abigaíl.
Berenguer es un chico extraordinario, buen
deportista, más listo que el hambre y de pelo rubio. Lo conozco desde la
guardería cuando teníamos tres años. De hecho yo apenas juego en el patio pues
llevo gafas y mis padres no ganan para recambios. En el patio observo a los
compañeros y no me meto en líos. Dicen que soy raro, puede que tengan razón.
Abigaíl es nueva este año. Tiene el pelo oscuro, la
piel blanca y un aire como de chica misteriosa. No es de las que se lo tienen
creído aunque es inteligente.
No os penséis que estoy enamorado. No soy de los que
están pensando en casarse cuando cumplen doce años. La vida es muy larga.
¿Qué pasó aquel día con la señora Martina?
La maestra iba a proceder a darnos el resultado del
examen del día anterior. Algunos temblábamos. El tema había sido sobre el sistema solar. La tensión se palpaba
en el ambiente cuando la señora Martina abrió el cajón. Y exclamó:
- ¡¡¡¡Aaah!!!
- ¡¡¡¡Aaah!!!
El grito me puso los pelos de punta. La maestra dio
un paso atrás y su silla golpeó contra la pared. Un sapo grande dio un salto y
aterrizó sobre el pupitre de Sonia. Esta tiene fama de chivata. Sonia también lanzó un grito tan grande como
la maestra. En un segundo la clase se convirtió en un gallinero. Unos reían,
otros gritaban y otros acosaban al animal. En momentos así uno no se siente
orgulloso de su clase.
El sapo consiguió escapar por una ventana abierta y
la maestra recuperó el control de la clase. Amenazó a varios y, en unos
segundos, la clase era una balsa de
aceite. Con la amenaza de suspensos la maestra se hizo de la situación.
- ¿Quién ha sido?
Nadie abrió la boca y nos miró a los ojos de uno en
uno. Era una mirada intensa que te dejaba clavado en la silla.
-Esto no quedará así, dijo mientras abría de nuevo
el cajón de su mesa.
Entonces su cara se tornó blanca como la leche. Nos
volvió a mirar y le temblaba el labio inferior. Había conseguido atemorizarnos.
Sacó una hoja con grandes letras pegadas y la blandió delante ante nosotros.
- ¿Quién ha hecho esto?
Más silencio. Alguien silbó, de los nervios,
supongo.
- Había dejado
los exámenes corregidos en el cajón-continuó la maestra-, y han
desaparecido. Es una falta muy grave .¿Quién me ha dejado este papel?
Félix Garrigues levantó la mano.
- ¿Tú, Garrigues?¡No me lo esperaba! Anda, ven aquí y
te enseñaré a mandar anónimos.
- No, quiero decir que quizá haya sido Eustaquio,
como está fuera puede que no lo haya oído
Eustaquio asomó la cabeza por la puerta y se lo
aclaró.
- ¡Quizá haya sido tu madre, idiota!
La señora Martina volvió a mirar el interior del
cajón y gritó:
- ¡Oh, no! Me han robado la pluma que mis padres me
regalaron.
Nos quedamos estupefactos. Eso pasaba de la raya
- Puede que haya sido un ladrón profesional-insinuó
Félix.
- ¿Para qué quería un ladrón tu examen lleno de faltas y barbaridades?
La maestra nos amenazó.
- Me voy a hablar con el director. Espero, que cuando vuelva, los
exámenes y mi pluma estén encima de la mesa.
Hubo algunas protestas sobre todo de los empollones.
Pagamos justos por pecadores.
Volvió la maestra acompañada del director, ambos con
cara de pocos amigos, y en tres zancadas llegaron a la mesa.
- Veo que aún no han aparecido los exámenes- bramó el director
- Ni mi pluma, añadió la maestra.
- Ni su pluma, sí. Aquí se montará un cirio. es una falta muy grave.
Hasta que no aparezcan no tendréis recreo.
El castigo nos cayó como un jarro de agua. Una de las mejores cosas de ir
al cole es poder salir al recreo.
Después sonó el timbre final de las clases, pero no
había la alegría acostumbrada. Nos mirábamos unos a otros con
desconfianza.¿Quién podía haber hecho algo así?
De camino para casa se me acercó Abigaíl.
Acostumbrado a ir solo, sentí una sorpresa agradable.
- Onofre, vivo cerca de tu casa. ¿Puedo acompañarte?- me preguntó.
- Si no me coges de la mano y esas cosas. No me gustaría que pensasen que
somos novios, tengo once años,¿sabes?-dijo Abigail sonriendo.
- ¡Yo también tengo once años!
Alguien gritó a nuestras
espaldas. Era Berenguer, que venía corriendo.
- Eh,¿puedo ir con vosotros?
Nunca lo había hecho. La
cosa ahora sonaba a excusa barata, así que sospeché que estaba interesado en
Abigail. Sentí como un puñetazo en el estómago, pero contesté:
- Las aceras son libres.
- ¿Y tú que dices, Abigail, puedo acompañaros?
- Si no nos coges de la mano. No nos gustaría que pensasen que somos
novios- respondió sonriente.
- Mal asunto eso de los exámenes, ¿no? ¿Quién pensáis que puede haberlo
hecho? -preguntó Berenguer.
- Alguien que ha hecho el examen mal y no deseaba que se lo corrigiesen.
Berenguer y Abigail me
miraron de arriba abajo.
- Eh, sé lo que estáis
pensando, pero yo no he sido. Puede que haya confundido la rotación con la
traslación, pero no soy un ladrón.
- Relájate Onofre. Pareces un pimentón a punto de reventar, dijo
Berenguer
- No estamos acusándote -dijo Abigaíl con un hilo de voz. Pero el hecho es
que por su culpa estamos sin recreo. Y
es evidente que ha sido alguno de la clase.
Abigaíl se adelantó un paso y de pronto se dio la
vuelta
- He tenido una idea. Creo
que nosotros podríamos descubrir al autor del robo.
- Sí, podríamos seguir las
pistas, investigar el pasado de todos los compañeros de clase, dijo Berenguer.
Habíamos llegado al cruce donde nuestros
caminos se separaban. No quería que pensaran que no deseaba atrapar al autor.
- Bueno, lo pensaré. Mañana hablamos de ello.
Dije adiós. De reojo observé
que Abigaíl y Berenguer se quedaban
hablando y sentí otra punzada en el estómago.
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Tomado del libro:
Actividades:
- ¿Qué pasó aquel día en la clase? Haz un dibujo
- ¿Cómo se hizo la maestra con el control de la clase?
- ¿Quién crees que fue el autor? ¿Por qué?
- Escribe un cuento sobre un robo en tu clase y cómo se encontró al autor.
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