El Autor:
Raúl Mérida Gordillo
es presidente de la fundación que lleva su nombre. La Fundación Internacional para la
Protección de los Animales Raúl Mérida, es una entidad sin ánimo de lucro, una
ONG, cuyo fin principal es la protección de todos los animales. Desde hace
muchos años se ha dedicado a la producción y dirección de documentales sobre el
mundo animal y es colaborador y asesor sobre temas relacionados con animales en
las principales emisoras de radio, revistas, prensa y TV. Colaborador habitual
del Diario Información. Durante los últimos años, su labor ha sido reconocida
oficialmente en numerosas ocasiones, habiendo participado directamente en
algunas de las principales intervenciones policiales que se han realizado para
ayudar a animales.
Ilustraciones:
De la Portada: José María Rueda. Ilustrador freelance desde el año 1989,
trabaja desde entonces para editoriales, agencias de publicidad, prensa,
productoras de animación, cine, vídeo y televisión.
De los relatos: para ilustrar los distintos relatos de este libro
se convocó un Concurso de Dibujo a través del diario INFORMACIÓN de Alicante
(Sección La Tiza) y diversos medios de comunicación en el que se invitaba a los
niños a enviar dibujos sobre sus mascotas o en contra del abandono de los
animales. Se seleccionaron aquellos 15 dibujos que mejor reflejaban la
sensibilidad de los niños/as hacia el abandono y el maltrato animal.
UN METRO CUADRADO, MI HOGAR
Un metro cuadrado, en eso consiste
mi refugio, mi hogar. Cuando me separaron de mi madre y mis hermanos me
trajeron aquí y desde entonces ésta es mi casa. Siempre, desde que recuerdo, he
vivido en un balcón. A un lado y al otro está la pared, enfrente un edificio, y
detrás, una puerta cerrada que cada día se abre y alguien me pone un poco de
agua o algo de comer. Antes intentaba empujarla desesperado una y otra vez,
quería entrar dentro, poder compartir mi frío y mi soledad, pero mis dueños, a
fuerza de golpes y patadas, me enseñaron a no hacerlo y ahora tan sólo de
pensarlo, me pongo a temblar.
Algunos días, muy pocos, aparece una
mujer mayor que se acerca en silencio, casi como si se ocultara. Yo la recibo
con alegría, la olfateo intensamente y ella se agacha y desliza su mano
temblorosa sobre mi cara; la huelo cuanto puedo y dejo caer sobre ella uno o
dos lametazos. Luego se marcha…
Mis días comienzan al amanecer,
cuando el sol despunta sobre la casa de enfrente y me levanto de la esquina
donde duermo cada noche. Entonces me estiro y comienzo a moverle el rabo a los
rayos que calientan el suelo y recibo con alegría el olor de las macetas al
amanecer; me enseñaron que solo podía olerlas y eso hago, me limito a aspirar
su olor. Luego espero a que las calles se animen y se llenen de gente que va y
viene. Los conozco a todos: al tendero de enfrente, que cada mañana me chista
mientras hace un gesto de lamento con la cabeza, al cartero, a los niños que
acuden temprano al colegio…Y espero, espero y sigo esperando…
A eso del mediodía comienzo a ver
pasar a otros perros en la distancia: no están solos, todos pasean al lado de
personas, acompañados… ¡Me encanta verlos! Observo cómo se huelen y juegan
entre ellos, pero lo que más me gusta es cuando les veo correr; correr sin
rumbo, por el simple placer de correr, empujar el aire con sus cuerpos y se
persiguen tropezando y revolcándose.
Entonces les llamo ladrando: “¡Hola,
estoy aquí, quiero ser vuestro amigo!”, y ellos siempre me contestan: “¡Baja,
baja a jugar con nosotros!” Por unos instantes pienso en perderlo todo, en
saltar, en tener una oportunidad o acabar de una vez por todas. Sin embargo, el
miedo no me deja hacerlo y de nuevo les grito, ladrándoles nervioso y triste:
“No, no puedo…”
Siempre hay algún vecino que
entonces se queja a gritos, diciendo que es una vergüenza, que va a llamar a la
policía y que esto no puede continuar. Yo le miro y de veras deseo que lo haga,
que me saquen de aquí para terminar con esto de una vez, pero nunca llaman y
yo, como siempre, sigo esperando.
Después comienza a atardecer. El sol
achicharra mi piel e intento buscar refugio entre unos cartones desordenados.
El agua del cuenco yace sobre el suelo derramada por mis torpes patas; ya solo
me queda aguantar, esperar a que llegue la noche. Ha oscurecido en la ciudad,
el cielo se ha cubierto de estrellas y hace frío, mucho frío. Tumbado,
acurrucado en una esquina de mi balcón, sueño cómo podría ser el día de mañana;
quizá sea un día distinto, distinto a hoy y ayer, tal vez mañana salga de aquí
o puede que consiga pisar la calle y hasta llegue a olvidar que durante muchos,
demasiados años, un metro cuadrado fue todo mi hogar…
En
la calle de enfrente, en la de atrás o en la de al lado, sin ir más lejos, si
miran hacia arriba cuando pasean, verán que son muchos los animales que viven
permanentemente en los balcones. La ley lo prohíbe y contempla sanciones para
estos casos, pero la mayoría jamás llegan a denunciarse.
Tomado del libro: Historias de animales. Vivencias reales
(La web de la editorial parece cerrada, podéis buscarlo en cualquier web de venta de libros)
(La web de la editorial parece cerrada, podéis buscarlo en cualquier web de venta de libros)
Autor: Raúl Mérida Gordillo
Portada: José Mª Rueda
Editorial: Ateles
ACTIVIDADES
1. Haz una lista de las mascotas que tienen tus compañeros de clase, cómo
se llaman, si son compradas o adoptadas, y dónde duermen.
2. Encuentra sinónimos y antónimos de las siguientes palabras: abandono,
caricia, miedo, maltrato, soledad, hambre, frío y clasifícalas como maltrato o
buen trato.
3. Reúnete con tus compañeros/as, habla y encuentra acciones que puede
hacer cada uno contra el maltrato de personas o animales.
4. Escribe un cuento o poema cuyo protagonista sea un animal y envíalo
por correo postal acompañado de un dibujo, con tus datos personales teléfono y
mail, curso y colegio a:
Concurso
literario Grupo Leo
Apartado
3008
03080
Alicante