Seguimos publicando los cuentos y poemas de los finalistas de nuestro XXVII Concurso Literario. Esta semana le toca a la Cuarta Categoría (5º y 6º de Educación Primaria). Si queréis leer vuestros cuentos o poemas aquí en La Tiza o en nuestro blog, ya sabéis que nos los tenéis que enviar a nuestro correo, que está al final de la publicación.
-¿Dónde estoy? – se
preguntó a sí misma la niña con temor.
Habían pasado muchas cosas, y en muy poco tiempo. Hacía
instantes se encontraba en una camilla, y sus últimos recuerdos eran muy
borrosos.
Una misteriosa
figura encapuchada que estaba allí se giró hacia ella y la miró durante un
tiempo sin decir nada. Ella, aún confundida, observó que estaba en un lugar
lleno de nubes blancas y, para su sorpresa, ¡podía caminar encima de ellas!
Después de
investigar sobre aquel insólito lugar, se sentó junto a la figura de antes, que
hacía rato se encontraba junto a ella, y sin contenerse, empezó a llorar.
No sabía por qué
lloraba, tal vez de dolor, tal vez por aquel lugar que era tan hermoso y a la
vez melancólico.
Al ver aquella
escena tan funesta, la figura tuvo compasión y le tendió la mano. La niña entre
sollozos, sin decir una palabra, se la dio.
Comenzaron a andar,
y a pesar de que la niña no sabía dónde iban, tampoco se atrevió a preguntar.
Al cabo de un tiempo pararon frente a lo que parecía un balón gigante.
Lo que ella no
sabía es que por aquel objeto se podía ver un planeta, la Tierra, y observar
todos los sitios que quisiera. Miró fijamente al ser, como si de su mirada
pudiese obtener respuesta a todas sus preguntas. En aquel instante, y en
completo silencio, el ser le devolvió la mirada con la intención de enseñarle
algo en aquel círculo.
Aquella imagen la
dejó muda y con los ojos llenos de lágrimas. Era la casa de su madre, que
lloraba en lo que parecía una escultura. Cuando acercó la mirada, vio que en
realidad se trataba de una tumba, y en ese instante lo entendió todo. Sin
pronunciar ni una palabra se cayó de rodillas en estado de shock, no podía
creer lo que acababa de ver.
El ser le puso una
mano en el hombro, ella levantó la vista y vio que intentaba indicarle algo con
las manos, y comprendió que lo que quería ofrecer la criatura era indicarle
algo con las manos. Comprendió que lo que quería ofrecerle la criatura era poder
ver a su familia por aquel extraño objeto. Sin pensárselo, asintió y segundos
después estaba mirando su casa, sus amigas, su familia y muchas cosas que le
resultaban importantes de ver.
Tras un rato
maravilloso, la figura le volvió a tender la mano, pero esta vez en señal de
marcha, a lo que respondió balbuceando:
-No…, no quiero
irme.
El encapuchado se
llevó los dedos a la barbilla con gesto pensativo y le hizo una señal de que la
esperase. La pequeña, entristecida, se cuestionó de qué podría tratarse lo que
tramaba. Hasta ahora había sido amable y respetuoso con ella.
Introdujo sus manos
a través de la esfera y sacó una hoja de papel y lápices de colores.
La niña entendió al
instante lo que le proponía el individuo. Cogió alegremente los materiales y se
puso a dibujar.
Cuando terminó, le
enseñó orgullosa su obra a la figura encapuchada y esta le levantó los pulgares
en signo de aprobación. Después de unos minutos, confusa, le preguntó:
-Pero, ¿cómo se lo
daremos?
El ser cogió el
dibujo, miró dentro del círculo unos instantes, tomó a la niña y, sin decir
más, se adentraron en aquella bola mágica. La pequeña, pillada por sorpresa,
abrió los ojos y ya no se encontraba en las esponjosas nubes, sino en un lugar
que le pareció familiar, muy familiar. Claro, era su habitación, ¡no daba
crédito a lo que acababa de suceder!, y menos dónde estaban.
Por unos instantes
sintió sorpresa, pero eso se transformó rápidamente en completa euforia y
empezó a saltar y gritar de gratitud como una loca. Cuando vio a su perrita
entrar se tapó la boca rápidamente y se giró hacia el encapuchado, pero él solo
le respondió con una mirada tranquila, como si nada de eso hubiese pasado.
Entonces la niña, a la que le empezaban a brotar lágrimas en sus ojos, intentó
acariciar a su perrita a la que hacía tiempo que no veía. Pero no lo consiguió,
lo único que hizo fue atravesarla. La pequeña miró sus manos patidifusa y
comprendió con un enorme dolor que era un fantasma y que nadie podía verla y
que tampoco podía tocar nada.
Muy decepcionada
por su reciente descubrimiento, vio como el ser que la estaba observando apuntó
con su dedo un objeto que yacía en su cama, era su peluche favorito. Al
principio no entendía a lo que se refería, pero después comprendió que su idea
era dejar el dibujo dentro del bolsito que tenía el peluche. La niña, estando
de acuerdo, asintió y lo metió dentro.
Después de un rato
volvieron al lugar con nubes, pero cuando se disponían a entrar en la bola una
persona entró en su habitación. No hacía falta mirarla más y comprender que era
su madre y que por su aspecto había estado llorando mucho. La pequeña al verla
se conmovió, la madre fue directa a su peluche, aquel que su hija amaba tanto,
y lo abrazó susurrando:
-Ojalá estuvieras
aquí.
La niña, triste la
abrazó aun sabiendo que no la podía ver ni sentir, pero de repente la madre se
fijó que había algo dentro del peluche. Lo sacó y se quedó sin palabras. Con
una hermosa sonrisa en la cara volvió a llorar, pero esta vez de emoción. En
ese momento una voz llamó a la niña:
-¿Nos vamos? – le
dijo el ser.
La pequeña
sorprendida se giró y vio a la figura encapuchada mirando su reloj, y le dijo
dulcemente:
-¿Estás lista?
La niña se quedó
mirando a su madre feliz, que abrazaba el peluche.
-Sí, respondió,
esta vez con voz firme.
Cuando se fueron de
la habitación y se encontraron de nuevo en aquel lugar con nubes, el ser le
dijo mirando el infinito:
-Hay veces que te
aferras al pasado, pero eso te puede hacer daño. Lo mejor es dejarlo ir y
comenzar de nuevo.
La niña sin
entender sus palabras le hizo la pregunta que llevaba en su cabeza todo este
tiempo:
-¿Cómo te llamas?
El ser la cogió de
la mano y le dijo:
-Creo que eso ya lo
sabes.
A lo que la pequeña
respondió:
-Por cierto, me
llamo Emma.
Emma Sofía Laffitte,
6º Cº CEU Jesús María, Alicante
EL SUSURRO DE LA TIERRA
y al Sol la información le llegó,
y él tanto se sorprendió
que a la gente deslumbró.
El Sol por un minuto mudito se quedó
y todo el mundo se preguntó
cuál fue el secreto que la Luna le contó,
y que al Sol tanto impactó.
de la vergüenza que le dio,
y todo el planeta gritó,
¡qué es lo que contó!
Él a la Tierra le guiñó,
y la Tierra mirándole parpadeó,
y ella por siempre continuó
rodeando a su eterno amor.
Thais Martínez Villareal, 6º CEIP Reyes Católicos, San Vicente del Raspeig
ACTIVIDAD
Escribe un cuento o poema
con dibujo y envíalo por email a:
No olvides poner tu nombre y
apellidos, curso, y colegio. Será
publicado en nuestro BLOG y en el suplemento La Tiza del Periódico Información.
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