El alumnado de 1º de la ESO del Colegio Sagrada Familia ha participado en un Taller de escritura creativa organizado por el Área de Lengua. Los dibujos los han hecho entre dos alumnas: Carolina López García y Nardjes Bekhaled. Comparten con los lectores de La Tiza algunos de sus relatos. ¡¡¡Disfrutad de su lectura!!!
ALBERTO, “EL PICAPIEDRA”
En invierno, en época de luna llena, había un
picapiedra llamado Alberto; su familia estaba formada por sus papás, Inma y
Jorge, y dos hermanas menores que él llamadas: Clara y Ari.
No era muy guapo sino más bien feo. Tenía los ojos
marrones y su pelo siempre estaba sin peinar. En su aldea lo llamaban “el loco
de la cueva”. También era muy enfadica, aunque a veces se mostraba muy amable. Y
le gustaba comer mucho. Podía pasar las 24 horas del día comiendo que nunca le
pasaba nada.
Vivía con su familia en una cueva de piedra muy
iluminada con muchos ventanales por los que entraba mucha luz. Tenía muchas
habitaciones.
Le encantaban los animales. Tenía una pantera, llamada
Panti, por mascota. Con ella pasaba la mayor parte del día en la calle. Su
lugar favorito era un bosque tropical que se encontraba a unos metros de su
casa. También le gustaba pasar tiempo con su mejor amigo, que se llamaba Pedribendi,
y que trabajaba como pedrijoyero.
Los domingos Alberto solía irse con su familia al
campo en busca de aventuras. Le gustaba ir de expedición en busca de un lago de
panizo, porque era su bebida favorita.
Un buen día, Alberto se marchó a su bosque tropical y
allí conoció a unas pedrichicas un poco raras. Al principio no les hizo mucho
caso y ellas comenzaron a meterse con él hasta hacerlo llorar. Pidió ayuda y
solo se acercó su mascota “Panti”, que lo ignoró porque se hizo muy amiga de
las pedrichicas.
Pasaron unas horas hasta que aparecieron sus hermanas
pequeñas e intentaron defenderlo de las pedrichicas, pero como ellas eran
mayoría, Ari fue a la aldea y pidió ayuda a sus padres. Estos dejaron todo lo
que estaban haciendo y fueron a ayudarlo. Cuando las pedrichicas los vieron
llegar, echaron a correr y ya nunca más las volvieron a ver.
Y dicen las malas lenguas de la aldea que así terminó
la historia ¿tú las creíste? Yo, no.
Alba Orozco Saura
LA CHICA QUE QUERÍA SER MODELO
Corría el año 2002 cuando sucedió la historia que vais a escuchar. La protagonista era una niña llamada Marta. Era rubia, baja y tenía una carita sonrojada, con una personalidad muy creativa y soñadora. Vivía en un pequeño pueblo de Suiza, en una casita de campo, con su abuela y su hermana Lucía.
Os voy a contar una
leyenda que circula de boca en boca. Había una vez una chica llamada Ana. Era
muy bonita, tenía el pelo largo de color dorado y unos ojos preciosos de color
azul. Era un poco tímida, pero era amable y atenta con las personas que la
rodeaban. Vivía en una linda casa, enorme y lujosa. Ana solía pasar el tiempo
libre hablando con sus amigos y dibujando, pero la gran ilusión de su vida era
cantar.
Un buen día decidió
ir a dar un paseo por el bosque y allí se encontró con su mejor amiga, Sofía.
Mientras caminaban, iban hablando. De pronto, ya estaban en el fondo del
bosque, donde vieron un viejo castillo abandonado y decidieron explorarlo.
Entraron por la puerta principal. Allí dentro estaba todo lleno de polvo.
Descubrieron un libro antiguo, lo abrieron y vieron que estaba lleno de frases
que no tenían sentido. De repente, la puerta se cerró, Ana y Sofía intentaron
abrirla, pero no pudieron. Había una ventana, pero tampoco la consiguieron
abrir. Intentaron buscar una salida, pero no hallaron ninguna. Después
descubrieron unas escaleras para subir al piso de arriba y las dos se
dirigieron al segundo piso. Allí vieron una mesa y encima una llave. Entonces
probaron a abrir la puerta por donde habían entrado al castillo, pero no
funcionó. De pronto, sintieron que alguien las estaba mirando. Y justo en ese
preciso momento oyeron unas risas terroríficas, temblaron de miedo. Sofía cogió
una silla y golpeó la ventana, esta se rompió y logró salir. Antes de que
pudiera salir Ana, la ventana se arregló sola mágicamente y se quedó encerrada dentro
del castillo. Sofía intentó volver a entrar para rescatar a su amiga, pero no
había manera de hacerlo.
A continuación salió
corriendo del bosque, fue a un pueblo cercano y le pidió ayuda a la gente. Al
día siguiente, los vecinos fueron al bosque donde estaba el viejo castillo
abandonado y lograron abrir la puerta, pero nadie encontró a Ana y esta nunca
volvió a aparecer. Y dicen que así terminó la historia; ¿tú lo crees? Yo,
no.
Quiao Wu
Hace mucho tiempo, en una fría
noche de invierno, había una pequeña elfina llamada Lazari. Era una niña
bajita, con ojos rosas y pelo castaño, largo y esponjado. Era muy tímida, pero
muy lista y sabía lo que quería. Vivía en lo alto de
una montaña, que siempre estaba nevada, un poco alejada del pueblo más cercano.
Vivía sola con un hurón blanco llamado Cloud, en una cabaña abandonada.
Lazari solía ir al pueblo a
buscar comida, mientras Cloud iba a por leña para la chimenea; por las tardes
jugaban en la nieve o salían a pasear. A Lazari le encantaba su vida, pero a
Cloud no, él quería lo mejor para Lazari, una casa en el pueblo y una familia
decente.
Todos dejaron lo
que estaban haciendo y siguieron la orden. Cloud estaba muerto de miedo, fue
corriendo a avisar a Lazari, pero ya era muy tarde, los pueblerinos les
amenazaron con quemar la cabaña si no se iban. Lazari, sin pensarlo, soltó la
leña y cogió a Cloud en brazos, alejándose de allí.
Pararon a comer junto a un río, donde Cloud le contó que había sido su
culpa por robar el pan, pero Lazari le dijo que no era cosa de un día, que ella
también llevaba robando durante mucho tiempo. Cuando terminaron de comer
siguieron andando. En el camino se encontraron con un hombre alto de pelo
negro, montado en un caballo y seguido por algunos guardias. Al ver a la niña se
detuvo, bajó y se agachó para estar a su altura.
― ¿Qué hace una niña tan pequeña como tú sola en un lugar como este? ―
Se quedó mirándola unos segundos. ― ¿No sabes que hay muchos monstruos por esta
zona? ― dijo
― Me han echado de mi pueblo,
y no estoy sola. ― aclaró, señalando a Cloud.
El hombre rio y les hizo una
seña a los guardias para que se fueran. Entonces se levantó.
― No te preocupes
Lazari, le daremos su merecido a esos pueblerinos. ― dijo, acercándose a su
caballo.
― ¿Cómo has… ―
intentó preguntar Lazari, antes de que la interrumpiera.
― Eso no es
importante ahora, ven.
Lazari se acercó a
él, quien la cogió en brazos y la subió al caballo, comenzando a avanzar hacia
el pueblo.
― Mi nombre es
Hinoó, soy el rey del Reino de fuego, y te voy a ayudar a vengarte de esos
hipócritas. Y le enseñó a controlar los poderes del fuego.
Rebeca Gosálbez Borraz
ACTIVIDAD
Escribe un cuento o poema con dibujo y envíalo por email a:
No olvides poner tu nombre y apellidos, curso, colegio. Podría
ser publicado en nuestro BLOG y en el suplemento La Tiza del Periódico
Información.
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