Cuando Fer entra en coma tras
una noche en la que tenía previsto asistir a un concierto, todo apunta a que
puede deberse a los efectos de una nueva droga de diseño, y más aún cuando la
policía le acusa de haber cometido un delito esa misma noche. Únicamente Diana,
su novia, mantiene su fe ciega en él. Será su fortaleza mental la que le
permitirá desvelar una peligrosa telaraña de poder e intrigas que demostrará la
inocencia de Fer. Intriga y misterio se combinan en esta trama de plena
actualidad que cuestiona los límites de la ética en nuestra sociedad.
La autora:
Maribel
Romero Soler (Elche, 1966) es licenciada en Derecho, diplomada en Redacción y
Estilo y en Formación de Lectores. En la actualidad trabaja en Integración
Social. Se dedica a la creación literaria y tiene obras infantiles y juveniles
publicadas en España y América Latina. Ha impartido cursos de Escritura
Creativa, colabora como jurado en diferentes concursos y participa en charlas
de animación lectora en colegios e institutos. Ha sido ganadora y finalista de
importantes premios de género infantil y juvenil.
Con El
último truco de magia fue finalista del Premio Edebé de Literatura
Juvenil en 2014.
El siguiente enlace te permitirá ver un vídeo en el que la
escritora presenta su libro: https://www.youtube.com/watch?v=wxy15RRdkA8
LA CULPA FUE DE
LA LLUVIA
La culpa fue de la lluvia. Todos los
planes de los últimos seis meses se los había llevado el agua. Desde que Fer
supo que los Claxon Bit actuaban en la capital de la provincia, una luz de
ilusión se había encendido en su menguado ánimo de los últimos tiempos. Y por
ese sendero de optimismo había arrastrado también a Diana, su novia, que ahora
se consideraba tan fan como él del grupo roquero. Sin embargo, una inoportuna
tromba de agua desmoronaba el castillo que con tanto anhelo habían construido
ambos en el aire. Se trataba de la típica gota fría que de vez en cuando
asolaba el Mediterráneo, auténticas riadas que se llevaban por delante coches,
personas y todo lo que encontraban a su paso. La alerta era máxima, y la anulación
del concierto se había producido esa misma mañana. Para colmo de males, los
organizadores todavía no habían ofrecido una fecha alternativa para cumplir con
el contrato y realizar el espectáculo, ni se habían pronunciando sobre la
devolución del importe de las entradas. Fer las había adquirido el primer día
de ponerse a la venta. La
suya y la de Diana. Era
el regalo que pensaba hacer a su chica por su cumpleaños, un regalo adelantado
que encerraba un deseo oculto: el de pasar la noche con ella. Habían conseguido
la increíble hazaña de convencer a sus padres para que los dejaran pernoctar
fuera de sus respectivas casas el día de la actuación, con la excusa de que
estarían a cuarenta kilómetros de distancia y de que el concierto acabaría de
madrugada. Fer presumía de que en realidad él no necesitaba el permiso de nadie
para hacer lo que le viniera en gana, puesto que ya contaba con los dieciocho
años que lo convertían ante la ley en mayor de edad. Sin embargo, Diana todavía
tenía diecisiete, y se había dedicado en los últimos meses a camelar a sus
padres para que consintieran que pasara una noche fuera del hogar. Los dos
soñaban con ese momento. Por primera vez, solos, después de un año de relación.
Fer había logrado que un compañero de universidad le prestara un pequeño
apartamento que compartía con otros estudiantes en la capital. Esa noche lo
dejarían libre para él y su novia, ya que sus habituales ocupantes, que también
pensaban asistir al concierto, no tenían intención de regresar a casa tras la
actuación de los Claxon Bit, sino de continuar la juerga por la ciudad y
acabarla en la playa.
Pero la lluvia lo había fastidiado
todo.
Ahora eran las diez de la noche y ya no
caía ni una gota, para mayor escarnio de los jóvenes, que se sentían burlados
por los caprichos de la
meteorología. La imagen mojada de la ciudad ofrecía, a la luz
de las farolas, el brillo de un espejo, y pequeños riachuelos avanzaban por las
calles como si buscaran desesperadamente el mar. Por un momento, Fer pensó que
quizá los organizadores se habían precipitado cancelando el concierto, aunque
seguramente habían seguido instrucciones de Protección Civil, además,
tratándose de un estadio de fútbol el lugar donde iba a celebrarse, era muy
probable que, a pesar de haber dejado de llover, aquello se hubiera convertido
en una gigantesca piscina.
La pareja paseaba de la mano, sorteando
charcos, por la principal avenida de bares y locales de ocio. Habían tomado una
hamburguesa y se disponían a regresar a casa, sin prisa, disfrutando del único
espectáculo posible en aquella noche, el del agua sobre las cosas.
—Es increíble, qué mala suerte tengo
—dijo Fer—, a perro flaco todo son pulgas.
—Tampoco hemos sido los únicos
fastidiados. ¿Sabes que se habían vendido todas las entradas? ¡Son miles! —aseguró
Diana.
—Ya, pero es que ni siquiera han dicho
cuándo devuelven la pasta.
—Pero la devolverán, ya verás. Un grupo
de la categoría de los Claxon Bit no puede quedar mal ante su público. Seguro
que en los próximos días solucionan este imprevisto.
—Es que hay algo más —añadió Fer con
cierto apuro—. No te puedo hacer otro regalo para tu cumpleaños hasta que no me
devuelvan el dinero.
—¿Y qué importancia tiene eso? —Diana
se detuvo y tiró de la mano de su chico hasta conseguir que este se girara y la
mirara a los ojos—. Sabes que lo único importante para mí eres tú.
—Claro, pero cuando dentro de un mes
aparezca por tu fiesta con las manos vacías voy a quedar como un imbécil. Ya
imagino lo que dirán tus amigas.
—Llegarás con las manos vacías porque
el regalo ha sido el concierto —repuso Diana.
—Sí, pero no ha habido concierto, y
cualquiera en estas circunstancias tendría un plan B.
—Me basta con que tengas un plan Q.
—¿Plan Q?
—Sí... Quiéreme.
—Eso siempre.
Se fundieron en un beso que los detuvo
durante varios segundos frente a la puerta del ayuntamiento. La fachada de
piedra del edificio, iluminada con luces amarillas, se presentaba como el
escenario perfecto para una pareja de enamorados. Un perro vino a romper el
encanto del momento con sus carreras y ladridos, mientras el dueño, gritando su
nombre, esperaba inútilmente ser obedecido por el can.
Fer y Diana retomaron el paseo con
sendas sonrisas en los labios.
—¿Sabes una cosa? Mis amigas dicen que
tú y yo no vamos a durar mucho tiempo. Ellas aseguran que me vas a dejar
—apuntó Diana sin mirar a su novio.
—Ooooh, que simpáticas tus amigas. ¿Se
han comprado una bola de cristal o sencillamente les gusta tocarme las bolas?
—¡¡¡Feeeeeerrrrr!!!
—¿Ves como me tienen manía?
—Simplemente piensan que un chico,
cuando va a la universidad, deja de interesarse por una chica que aún sigue en
el instituto. Eso es todo.
—¡Vaya tontería! Además, tú también
irás a la universidad el próximo año. Es lo más absurdo que he oído en mi vida.
Y ofensivo, por cierto.
Diana decidió cambiar de tema.
Tomado
de:
Gracias, Diana
Autora: Maribel Romero Soler
Editorial: EDEBÉ
(Colección Periscopio)
ACTIVIDADES
1. ¿Cuál era el plan de
Fer y Diana que acabó estropeándose por culpa de la lluvia?
2. ¿Por qué pensaban
las amigas de Diana que su novio la iba a dejar?
3.
Inventa un cuento que tenga como escenario una noche lluviosa y envíalo
acompañado de tu nombre, teléfono, colegio y curso, y de un dibujo a:
1 comentario:
Un nuevo libro de Maribel que puede dar pie de que la escritora pueda acercarse a las aulas que estén representadas en nuestro seminario del Grupo Leo además de todos los que tiene publicados que los encontraréis en este blog.Espero que OS guste. Diego Gila.Coordinador Grupo Leo.
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