Reseña:
“El
pájaro de fuego” es un cuento maravilloso que rezuma magia, fantasía e imaginación.
Este cuento pertenece al maravilloso libro EL REY OSO BLANCO Y OTROS CUENTOS
MARAVILLOSOS. Excelente libro editado por la EDITORIAL KALANDRAKA e ilustrado
por ÓSCAR VILLÁN (premio Nacional de Ilustración 1999). Sorprenden sus
ilustraciones de estilo fantástico y trazos angulosos y enigmáticos. Es un
libro de una muy buena cuidada edición en el que predominan las historias de
princesas desgraciadas, animales parlantes, misteriosas hechiceras y toda clase
de encantamientos y misterios.
En
resumen, ¡TODA UNA DELICIA DE LIBRO!
El
autor:
Tim Bowley es un narrador especialista en
historias de tradición popular de todo el mundo y todas las épocas. Durante más
de 20 años ha recorrido con sus actuaciones numerosos países de Europa y
América. Imparte cursos y realiza sesiones de cuentacuentos. Participó en el
Foro de las Culturas de Barcelona.
Entre
sus obras publicadas en la EDITORILA KALANDRAKA merece destacar AMELIA
QUIERE UN PERRO (obra ilustrada por André Neves), JAIME Y LAS BELLOTAS (obra
ilustrada por Inés Vilpi) y muy especialmente, NO HAY ESCAPATORIA Y OTROS
CUENTOS MARAVILLOSOS (obra ilustrada por Óscar Villán).
El ilustrador:
Óscar Villán Ourense, 1972. Licenciado en Bellas Artes,
en la especialidad de pintura. Con su primer trabajo de ilustración para
público infantil, "El pequeño conejo blanco" (KALANDRAKA), recibió el
1º Premio Nacional de Ilustración 1999. Al año siguiente, esta obra fue incluida
por el Banco del Libro de Venezuela en el catálogo de los 'Mejores Libros para
Niños y Jóvenes'. El álbum se adaptó también al lenguaje de pictogramas para la
colección Makakiños. Además de "La Cebra Camila", ilustró "La
mora", la colección "De la cuna a la luna" para pre-lectores,
los libros de relatos "El Rey Oso Blanco" y "No hay
escapatoria", así como el álbum "Un bicho extraño", este último
editado en el sello FAKTORÍA K. Dirige la colección de arte Alfabetos, de
KALANDRAKA.
EL PÁJARO DE FUEGO
El joven cabalgaba a través
del bosque en su caballo de poderes mágicos, un caballo de ojos fieros, grupa
ancha y cascos de hierro, un caballo de los que ya no existen en el mundo de
hoy. De repente el animal se detuvo. Algo iba mal. El bosque estaba
completamente silencioso. No se oía el canto de ningún pájaro, ni el ruido de
ningún animal entre la maleza. El joven miró inquieto a su alrededor y vio,
delante de él, algo que brillaba en el camino. Se acercó con el caballo y le
dio un vuelco el corazón. Ahora entendía porqué ningún animal se atrevía a
moverse, pues lo que brillaba en el camino era una pluma del Pájaro de Fuego.
Su primera idea fue
llevarle esa pluma al rey pero, antes de que pudiera hacer ademán de recogerla,
su caballo le dijo:
–¡Deja esa pluma donde
está! Si la tocas sabrás lo que es el miedo y aprenderás lo que es sufrir.
El joven no tenía deseo
alguno de sentir miedo ni de conocer el sufrimiento, pero al mismo tiempo pensó:
”Si le llevo esa pluma al rey , me recompensará; e incluso puede que me arme
caballero”. Al final, sus deseos de gloria y aventura pudieron más que su
prudencia, así que saltó del caballo, recogió la pluma y cabalgó hasta palacio,
donde, lleno de orgullo, le entregó su regalo al rey.
–Una pluma del Pájaro de
Fuego es en verdad una maravilla –dijo el rey, luego frunció el ceño y continuó–,
pero una sola pluma no es regalo digno de un rey. Ya que me has traído la
pluma, seguro que serás capaz de traerme a su dueño, el Pájaro de Fuego. Y si
fracasas, te cortaré la cabeza.
Llorando, el joven salió
del palacio y fue a hablar con su caballo.
–¿Por qué estás llorando? –preguntó
el caballo.
–El rey me ha ordenado que
le traiga el Pájaro de Fuego, y ha dicho que si fracaso, me cortará la cabeza –dijo
el joven–. Y como cazar al Pájaro de Fuego es imposible, estoy llorando porque
voy a perder la vida.
–¡Ah! –dijo el caballo,–
¿no te advertí que dejases allí esa pluma? Ahora sientes miedo. Bueno, sécate
las lágrimas. Tu sufrimiento no es este; el verdadero aún ha de venir. Vete a
pedirle al rey que mande esparcir por el prado junto al palacio cien sacos de
grano y que te dé tres cuerdas bien fuertes.
El rey ordenó a sus
sirvientes que esparcieran el grano, y al día siguiente, antes del amanecer, el
joven cogió las cuerdas y trepó a las ramas del gran árbol que había en el
medio del prado, mientras su caballo pastaba. Justo cuando el Sol salía por
Oriente apareció planeando el Pájaro de Fuego y se posó en el prado. Cuando estaba
picoteando el grano, el caballo se le fue acercando poco a poco hasta que, de
repente, dio un salto y le atrapó un ala bajo sus cascos de hierro. El joven
saltó del árbol, ató al Pájaro de Fuego con las cuerdas y se lo echó a las
espaldas de forma que las alas le colgaban por los costados como un manto de
oro. Cabalgó hasta el palacio y mientras subía con el Pájaro de Fuego hacia el
trono real, iban cayendo de él plumas llameantes, dejando tras de sí un rastro
de oro.
El rey quedó encantado de
tener al Pájaro de Fuego y el corazón del joven latió emocionado cuando lo
armaron caballero. Pero luego su alegría se tornó en desesperación cuando el
rey dijo:
–Ya que me has traído el
Pájaro de Fuego, seguro que serás capaz de traerme lo que mi corazón lleva años
deseando. Ahora quiero que viajes a los confines de la Tierra , al lugar donde el
Sol vuelve rojo al mar, y que me traigas a la hermosa Vasilisa, que vive allí.
Y si fracasas, tu cabeza rodará.
Llorando, el joven abandonó
el palacio y fue a hablar con su caballo.
–¿Por qué lloras? –preguntó
el caballo.
–El rey ha ordenado que le
traiga de los confines de la
Tierra a la hermosa Vasilisa. Y ha dicho que si fracaso, me
cortará la cabeza.
–Sécate las lágrimas –dijo
el caballo–. Tu sufrimiento no es este, el verdadero aún ha de venir. Vete a
pedirle al rey que te dé una tienda de plata con el techo de oro, los más
deliciosos manjares y el mejor de los vinos.
El rey le dio enseguida lo
que le pedía y el joven cabalgó hasta los confines de la Tierra. Montó la tienda en la
playa, puso fuera una mesa con los manjares y la bebida, se sentó y esperó.
Pronto pasó por allí la hermosa Vasilisa navegando en su barco de plata con
remos de oro. Divisó la tienda en la orilla y se acercó con el barco. Al llegar
más cerca vio bordadas en la lona de la tienda escenas maravillosas de
historias antiguas, vio la mesa puesta con los manjares y el vino, y vio al
joven allí sentado esperando en silencio. En cuanto desembarcó, el joven la
invitó a cenar con él. Los dos comieron y bebieron, rieron y charlaron, pero la
hermosa Vasilisa no estaba acostumbrada al vino fuerte y pronto se quedó
profundamente dormida. Entonces el joven la cogió en sus brazos, montó en su
caballo y cabalgó hasta el palacio.
El rey, feliz de tener lo
que su corazón deseaba, colmó de honores al joven. Pero, cuando Vasilisa
despertó y descubrió que estaba lejos de su adorado mar, empezó a sollozar.
–No llores –dijo el rey–.
Te haré mi reina; no te faltará de nada.
Cuando vio que no había
escapatoria, Vasilisa le dijo al rey:
–Solo me casaré con vos
cuando tenga mi vestido de novia, que se encuentra en un cofre en el fondo del
mar. Decidle al joven que me trajo aquí ¡qué vaya a buscarlo!
Inmediatamente el rey mandó
llamar al joven y le dijo que fuese a buscar el vestido y añadió:
–Si fracasas en esta
misión, te cortaré la cabeza.
El joven salió llorando de
palacio y fue a hablar con su caballo.
–¿Por qué lloras ahora? –preguntó
el caballo.
–El rey me ha ordenado que
vaya al fondo del mar a buscar el vestido de novia de la hermosa Vasilisa.
Seguro que moriré en el intento, e incluso si lo consiguiese, tan solo estaría
ayudando al rey a casarse con la hermosa Vasilisa, de la que me he enamorado
perdidamente.
–Ah –dijo el caballo–, ¿no te advertí que dejases allí
esa pluma? Ahora ya sabes lo que es sufrir. Sécate las lágrimas. Tu sufrimiento
no es este; el verdadero aún ha de venir. Monta en mi grupa.
Veloces como el rayo, cabalgaron hasta los confines de
la Tierra. Cuando iban caminando por la playa, el caballo saltó de repente y
atrapó un cangrejo gigante bajo sus cascos de hierro.
–No me des la muerte, perdóname la vida, y haré
cualquier cosa que me pidas –gritó el cangrejo.
–Rey de los Cangrejos –dijo el caballo–, tráeme del
fondo del mar el vestido de novia de la bella Vasilisa.
El rey de los cangrejos dio una orden y miles de
cangrejos y langostas salieron de las aguas, trayendo un cofre de oro.
El joven dio las gracias a los cangrejos, cogió el
cofre y cabalgó hasta el palacio.
Pero cuando Vasilisa ya tenía el vestido, le dijo al rey:
–Hay una cosa más que debéis hacer antes de nuestra
boda.
Quiero que ordenéis traer el caldero de hierro más
grande del castillo, que lo llenen de agua y que lo pongan al fuego. Cuando el
agua esté hirviendo a borbotones, ¡quiero que arrojen dentro al joven que me
trajo aquí!
A pesar de todo lo que el joven había hecho por él, el
rey no dudó un minuto en pedir que trajeran el caldero, lo llenaran de agua y
lo pusieran al fuego, al tiempo que ordenaba a otros sirvientes que fueran
preparando el banquete de bodas.
Cuando el joven vio el agua hirviendo, pensó:”Ahora sí
que ha llegado mi fin. ¿Por qué no escucharía
a mi caballo?
Cuando recordó a su caballo se puso aún más triste y
le dijo al rey:
–Al menos dejad que vaya a despedirme de mi caballo
antes de morir.
El rey le dio permiso y el joven se fue llorando del
palacio.
–¿Por qué lloras? –preguntó el caballo.
–El rey ha ordenado
que me arrojen en agua hirviendo y nunca más volveremos a galopar juntos
bajo el cielo abierto.
–Sécate las lágrimas–dijo el caballo. Cuando vengan a buscarte,
no te resistas. Después, suéltate de los guardias, corre y lánzate al caldero.
Ya todo estaba preparado. El banquete estaba listo y
el agua hervía a borbotones pero, cuando fueron a buscarlo, el joven se soltó
de los guardias, corrió y se tiró al caldero. Tres veces desapareció debajo del
agua hirviendo, tres veces volvió a emerger, y a la tercera vez, saltó fuera
del caldero. No solo estaba ileso, sino que ahora estaba transformado. Y si
antes era ya apuesto, ahora era hermoso y brillaba con una gran luz interior.
Cuando el rey vio esa transformación, él también quiso transformarse así y se
lanzó de cabeza al caldero, muriendo en el acto.
Estando el banquete de bodas preparado y el reino sin
gobernante, el joven y la hermosa Vasilisa se casaron, se hicieron reyes de esa
tierra y vivieron felices para siempre.
Autor: TIM BOWLEY
Ilustrado
por: ÓscarVillán
ACTIVIDADES:
1.-
¿Qué advertencia le hace el caballo a su dueño? ¿Por qué crees tú que le hace
este aviso?
2.-
¿Cómo consigue atrapar el joven a la bella Vasilisa?
3.-
Termina de leer esta historia en nuestro blog grupoleoalicante.blogspot.com.