Alumnos y alumnas de 1º de la ESO del Colegio Sagrada Familia de Alicante hemos participado en un proyecto titulado Érase una vez… ¡Tu relato!, que ha sido organizado por la asignatura de Lengua. Compartimos con los lectores del Grupo Leo algunos de nuestros relatos y deseamos que disfrutéis de su lectura.
Las personas de
Azmora hablaban del bosque como si alzar la voz pudiera atraer su oscura magia.
Decían que quien entraba en él no volvía a ser el mismo o, peor aún, que no
regresaba.
Un joven
llamado Javier siempre sintió una extraña atracción hacia ese misterioso lugar.
Era curioso y soñador, dos cualidades que no siempre encajaban en un pueblo
pequeño y reservado. Sus padres le habían advertido que no se adentrase en el bosque,
pero las historias no le atemorizaban; al contrario, parecían llamarlo con gran
fuerza.
Una noche de
invierno, cuando la luna llena iluminaba el pueblo, Javier decidió que era el
momento. Se levantó en silencio, agarró una linterna y una antigua brújula que
pertenecía a su abuela y se dirigió al bosque. Con cada paso que daba entre los
árboles, el silencio se volvía más fuerte, como si el bosque estuviera
encantado. Todo parecía hundido en una calma inquietante.
Después de
caminar durante horas, Javier comenzó a oír un murmullo. Al principio pensó que
era su imaginación, pero cuanto más avanzaba, más se escuchaba. Parecían voces
susurrantes que hablaban en un idioma desconocido. La curiosidad le impulsó a
seguir adelante. De pronto, en medio del bosque encontró un lago nítido, pero
con un fuerte hedor, cuyas aguas oscuras reflejaban el cielo nocturno.
Las aguas del
lago comenzaron a agitarse y una figura apareció: era una mujer de pelo largo,
con ojos profundos como el lago. Ella lo miró con una mezcla de tristeza y compasión.
-¡Hola! ¿Hay
alguien aquí? -preguntó Javier.
-Te hemos
estado esperando, Javier -dijo la mujer con una voz suave, pero grave.
Javier no sabía
qué responder y dijo: -¿Quién eres?
-Soy el
espíritu de este lugar -respondió la mujer- la memoria de aquellos que
estuvieron aquí mucho antes que tú y de los que no regresaron. Somos voces que
el tiempo nos ha dejado atrás.
Javier sintió recorrer
un cosquilleo por todo su cuerpo. De inmediato comprendió que había algo más
que un bosque, algo que los vecinos intuían, pero no sé atrevían a comprender.
Los ‘’olvidados’’ eran aquellos que, según las historias, habían cruzado la
frontera del bosque y nunca volvieron. La mujer del lago era el reflejo, el eco
de las almas atrapadas.
La mujer
extendió su mano, que parecía emerger del agua como si fuera tangible. Javier,
sin poder resistir, tomó su mano y en ese instante una oleada de recuerdos
ajenos inundó su mente.
Nunca más se
supo de Javier, pero dicen que en las noches de luna llena el susurro de las personas se sigue escuchando en todo el
bosque y en el pueblo de Azmora.
Cecilia Escribano Fernández 1º ESO B
EL
GATO MISIFÚ Y LOS VIAJES EN EL TIEMPO
En este mismo instante estoy muy cerca de presenciar una imagen histórica. Tengo delante de mí a los antepasados de Julio César, Cristóbal Colón y Albert Einstein ¡hablando con un gato!
Pero bueno, volvamos al presente. Soy Miguel,
Miguel Delgado y tengo 315 años. Sé que ahora tendrás muchas dudas, pero te las
resolveré más adelante.
En mi época soy un científico y he inventado un
suero que permite vivir eternamente a cualquiera. También he inventado las
máquinas temporales. Hoy me dispongo a utilizar una para viajar al pasado, en
concreto, al año 8000 A.C en el antiguo Egipto. Os preguntaréis para qué la
quiero ¿verdad? Es para descubrir quién inventó el colegio. Perfecto, estoy
dentro, selecciono el año y...
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡TODO ME DA VUELTAAAAS! Bueno,
uff, después de un viaje muy movidito ¡Ya he aterrizado! Me dispongo a abrir la
puerta y... ¡Estoy enfrente de una pirámide! Eso significa que he llegado con
éxito. Después de andar un cuarto de hora aproximadamente, me encuentro una
gran casa con gente dentro. Me pregunto qué harán.
- Hola, buenas, soy Miguel- dije yo.
- ¿Qué haces tú aquí?- me preguntó el
desconocido.
- Vengo en son de paz. ¿Cómo se llama usted?- le
pregunté.
- Yo soy Mariano César y ellos son mis amigos
Carlos Colón, Pedro Einstein y el gato parlante Misifú- respondió.
Antes de que lo preguntes, sí, son los
antepasados de Julio César, Cristóbal Colón y Albert Einstein, pero lo que más
me extrañó fue lo del gato parlanchín, pero no le di mucha importancia.
- ¿Qué hacen aquí reunidos?- les pregunté.
- Pues hemos inventado un sistema educativo para
que los niños no sean analfabetos y aprendan a leer y escribir. En este momento
le estamos buscando un nombre- dijo Misifú.
En este mismo instante estoy muy cerca de
presenciar una imagen histórica. Tengo delante de mí a los antepasados de Julio
César, Cristóbal Colón y Albert Einstein ¡hablando con un gato!
El gato Misifú se giró y me dijo:
-Muchas felicidades, gracias a ti nuestro
invento se llamará “colegio”.
Y así terminó la aventura.
Miguel
Delgado Ortiz 1º ESO B
EL
HOSPITAL ABANDONADO
La
casa, a primera vista parecía vieja. A Mario y Marina no les hacía mucho
entusiasmo mudarse, no solo porque fuera fea, sino porque extrañaban su antigua
casa y a sus amigos. A pesar del disgusto, le decidieron dar una oportunidad.
Aunque
fueran gemelos, parecían dos personas distintas cuando hablábamos de la
personalidad. Marina era una chica tranquila, soñadora, empática y creativa; en
cambio, Mario era un chico extrovertido, hablador, travieso y sociable, eso sí,
también era muy inteligente.
Mientras
sus padres terminaban de instalarse en la casa, los gemelos decidieron salir a
explorar el nuevo pueblo. A medida que caminaban, iban hablando de cómo se
imaginaban su nueva vida en el pueblo. Mario iba emocionado y, sin darse
cuenta, se desvió y tropezó con una rama de un árbol. En ese momento, un hombre
alto, barbudo, con ojos pequeños, que usaba gafas y parecía una especie de
médico por la gran bata blanca que llevaba encima, se ofreció a ayudarlo a
levantarse, pero su voz era muy grave. Mario se asustó y salió corriendo a
meterse en cualquier casa que se encontrara. No veía con claridad y el dolor de
la rodilla era cada vez mayor.
Sin
darse cuenta, estaba dentro de un viejo hospital al que había confundido con
una casa para esconderse, se sentó a recuperar el aire y se dio cuenta de que
había perdido de vista a aquel hombre y se quedó más tranquilo. Le sangraba la
rodilla, así que decidió buscar algo para curarse, después de todo aquello era
un hospital. Se apoyó en una pared y una gran puerta se abrió. Un gran pasillo
apareció detrás de la puerta, Mario pensó que se trataba de un acertijo y
decidió aventurarse. Dio tres pasos y una ráfaga de viento le pasó por enfrente,
pero no había sido una ráfaga de viento normal, le había parecido que tenía
forma de animal y brillaba. Siguió la dirección por donde se dirigía y se dio
cuenta de que tenía razón, aquello era… ¡un perro fantasma!
El
perro dio un salto de miedo y el niño le demostró que no le iba a hacer nada
para que confiara en él. No había tiempo de dar explicación a aquella criatura
y, al parecer, el perro conocía el lugar y cómo guiarse bien. Llegaron a una
sala sin salida, o eso pensaba Mario. El perro lo agarró del brazo y
traspasaron la pared. Llegaron a una especie de laboratorio y escucharon a
alguien murmurar…
Cuando
el doctor estaba a punto de inyectarle una especie de aguja con un líquido
verde, Mario y el perro saltaron sobre él y la aguja salió disparada hacia el
brazo de Wisdom. El niño y el perro se apartaron, Wisdom comenzó a gritar como
un loco y a moverse de lado a lado mientras el extraño líquido le hacía efecto
y en un abrir y cerrar de ojos se había encogido hasta explotar. Nunca se supo
más de él.
No
sabemos si la historia acaba aquí…
Noa Fraile Jurado 1º ESO B
ACTIVIDAD
Escribe
un cuento o poema con dibujo y envíalo por email a: