Los libros del mes de septiembre 2012 del Grupo Leo
en La Tiza
en La Tiza
Suplemento de Educación Infantil "La Tiza" 19-09-2012
Diario Información de Alicante con el Patrocinio de la Fundación CajaMurcia
El pastor de nubes
El Autor: Pedro Villar Sánchez (Almansa, 1960):
Diplomado en Magisterio y especialista en Educación Especial, desde 1982 ha trabajado en varios centros escolares, combinando la actividad docente con el desarrollo de experiencias didácticas sobre literatura y teatro. Comenzó a escribir en la revista Aljibe, de la que fue director. Colabora en revistas y jornadas dedicadas al libro y la lectura. Publicó diversas obras de poesía para adultos, poesía infantil y álbum ilustrado, como “Los animales de la lluvia”.
El Ilustrador: Miguel Ángel Díez (Aspe, 1973):
De formación autodidacta, forjó su trayectoria artística con la pintura y la banda diseñada. Fue galardonado en varios concursos de historieta y recibió accésits del certamen de Cómic del INJUVE. También ganó el VII Certamen Internacional de Álbum Infantil Ilustrado Ciudad de Alicante, el Premio al Libro Mejor Ilustrado 2008 (Generalitat Valenciana) por “Los animales de la lluvia”, escrito por Pedro Villar, y fuen incluido en la lista de honor del premio CCEI (Comisión Católica Española de la Infancia) en la categoría de ilustración.
Reseña:
Desde que su padre le habló del mar, Nino emprende un camino iniciático que comienza empapándose de la naturaleza que le rodea, soñando con pastorear rebaños de nubes y venerando las palabras unidas a la tierra, el agua, el fuego y el aire. Un contador de historias le descubrirá la diferencia entre la fantasía y la realidad, el valor incalculable que atesoran leyendas, canciones e historias.
“El pastor de nubes” es una entrañable historia de crecimiento emocional, de aprendizaje y tolerancia; una defensa de la memoria y los sueños; la reivindicación de la palabra como el don más preciado que podemos poseer y entregar; y un homenaje literario a los narradores que dejaron el eco de su voz y su huella itinerante en cada pueblo, en cada plaza.
El pastor de nubes
El Autor: Pedro Villar Sánchez (Almansa, 1960):
Diplomado en Magisterio y especialista en Educación Especial, desde 1982 ha trabajado en varios centros escolares, combinando la actividad docente con el desarrollo de experiencias didácticas sobre literatura y teatro. Comenzó a escribir en la revista Aljibe, de la que fue director. Colabora en revistas y jornadas dedicadas al libro y la lectura. Publicó diversas obras de poesía para adultos, poesía infantil y álbum ilustrado, como “Los animales de la lluvia”.
El Ilustrador: Miguel Ángel Díez (Aspe, 1973):
De formación autodidacta, forjó su trayectoria artística con la pintura y la banda diseñada. Fue galardonado en varios concursos de historieta y recibió accésits del certamen de Cómic del INJUVE. También ganó el VII Certamen Internacional de Álbum Infantil Ilustrado Ciudad de Alicante, el Premio al Libro Mejor Ilustrado 2008 (Generalitat Valenciana) por “Los animales de la lluvia”, escrito por Pedro Villar, y fuen incluido en la lista de honor del premio CCEI (Comisión Católica Española de la Infancia) en la categoría de ilustración.
Reseña:
Desde que su padre le habló del mar, Nino emprende un camino iniciático que comienza empapándose de la naturaleza que le rodea, soñando con pastorear rebaños de nubes y venerando las palabras unidas a la tierra, el agua, el fuego y el aire. Un contador de historias le descubrirá la diferencia entre la fantasía y la realidad, el valor incalculable que atesoran leyendas, canciones e historias.
“El pastor de nubes” es una entrañable historia de crecimiento emocional, de aprendizaje y tolerancia; una defensa de la memoria y los sueños; la reivindicación de la palabra como el don más preciado que podemos poseer y entregar; y un homenaje literario a los narradores que dejaron el eco de su voz y su huella itinerante en cada pueblo, en cada plaza.
La Tiza de la Lectura. Leo, leo, que me animo a leer.
Un cuento:
A falta de ovejas, Nino se dedicó a perseguir cualquier especie que se dejase llevar de un sitio a otro. Situó su punto de mira cerca del suelo, donde casi todo es visible. Buscó los animales que viven en la tierra, de los pequeños a los voluminosos, de los necesarios a los insignificantes.
Se fijó en las hormigas, muy organizadas según pudo comprobar. Se movían una detrás de otra, pero solo consiguió reunirlas cuando dejaba en el suelo una molla de pan o un trocito de chocolate. Descartó a las lagartijas porque eran animalillos muy tímidos y asustadizos ; luego a las luciérnagas, perfectas con su luz para localizarlas si le sorprendía la noche, pero invisibles durante el día.
Cuando terminó el repaso de los animales más próximos, y sin lograr su objetivo, levantó la vista hacia el horizonte, pero la línea era larga y cortos los pasos del pastor.
Apuntó a lo alto con la mirada y encontró una señal de pájaros en vuelo. Le vinieron a la memoria todas las aves que Noé había intentado llevar en su arca y las buscó en las alturas y en las ramas de los árboles. Descubrió a los ruiseñores y a las alondras, pero eran demasiado rápidas para dejarse atrapar; más tarde, a las abubillas, cortas de vuelo pero amantes de la pareja y no del rebaño; también a las águilas, muy ariscas y nada dóciles. Luego, en una sucesión de animales en desbandada, lo intentó con las oropéndolas, los milanos, los petirrojos, las perdices, las tórtolas, los búhos y los mirlos.
Especie tras especie descartó todas las criaturas que surcan los espacios del firmamento.
Ninguna tenía las cualidades necesarias para formar un ganado a su medida.
Vio pasar veloces a las nubes acompañadas por el silbido de los vientos, a las palabras ocultas entre los murmullos del bosque y a los pájaros lanzados como flechas a la conquista del aire.
Otras veces, cuando llegaba la calma, las nubes se acurrucaban mansamente unas junto a otras. Fue entonces cuando se convenció de que aquellas serían su rebaño.
“¿Acaso no viajan de valle en valle? -pensó- ¿No engordan como los corderos? ¿No llevan entre sus copos de algodón las palabras?”
Con su ganado ya decidido, pensó que tendría que reunirlo y daba órdenes a su perro cuando tenía cerca de las nubes:
- ¡Vuélvelas! ¡Despacio! ¡Párate! ¡Rodea! ¡Vamos por delante, vamooos! ¡Eeeh!
El animal no sabía donde dirigirse y ladraba a todo lo que se moviese. Pero las nubes, sordas por naturaleza, siguieron en su altura como enormes barcos a la deriva. Utilizó los reclamos de los cazadores y conjuros con extrañas palabras, pero no resultó. En los días nublados pensaba que al fin habían acudido a su llamada, creyó encontrar su ocupación y su razón de ser:
- ¡Pastor de nubes! -gritó Nino con todas sus fuerzas.
Pero sucedió lo inevitable: tarde o temprano comenzaban a alejarse impulsadas por un viento traicionero.
En otra ocasión observó cómo las nubes se asomaban a los charcos, y la fue rodeando pacientemente con muros de piedra para que no se escapasen. Pero, apenas empujadas por un ligero movimiento del aire, salían pronto del reflejo del agua.
El muchacho comprobó que eran tan libres como los animales, que no las podría reunir ni guiar nunca y que su único e indiscutible pastor era el señor de los vientos.
............................................................................
Un cuento:
Nino, el pastor
A falta de ovejas, Nino se dedicó a perseguir cualquier especie que se dejase llevar de un sitio a otro. Situó su punto de mira cerca del suelo, donde casi todo es visible. Buscó los animales que viven en la tierra, de los pequeños a los voluminosos, de los necesarios a los insignificantes.
Se fijó en las hormigas, muy organizadas según pudo comprobar. Se movían una detrás de otra, pero solo consiguió reunirlas cuando dejaba en el suelo una molla de pan o un trocito de chocolate. Descartó a las lagartijas porque eran animalillos muy tímidos y asustadizos ; luego a las luciérnagas, perfectas con su luz para localizarlas si le sorprendía la noche, pero invisibles durante el día.
Cuando terminó el repaso de los animales más próximos, y sin lograr su objetivo, levantó la vista hacia el horizonte, pero la línea era larga y cortos los pasos del pastor.
Apuntó a lo alto con la mirada y encontró una señal de pájaros en vuelo. Le vinieron a la memoria todas las aves que Noé había intentado llevar en su arca y las buscó en las alturas y en las ramas de los árboles. Descubrió a los ruiseñores y a las alondras, pero eran demasiado rápidas para dejarse atrapar; más tarde, a las abubillas, cortas de vuelo pero amantes de la pareja y no del rebaño; también a las águilas, muy ariscas y nada dóciles. Luego, en una sucesión de animales en desbandada, lo intentó con las oropéndolas, los milanos, los petirrojos, las perdices, las tórtolas, los búhos y los mirlos.
Especie tras especie descartó todas las criaturas que surcan los espacios del firmamento.
Ninguna tenía las cualidades necesarias para formar un ganado a su medida.
Vio pasar veloces a las nubes acompañadas por el silbido de los vientos, a las palabras ocultas entre los murmullos del bosque y a los pájaros lanzados como flechas a la conquista del aire.
Otras veces, cuando llegaba la calma, las nubes se acurrucaban mansamente unas junto a otras. Fue entonces cuando se convenció de que aquellas serían su rebaño.
“¿Acaso no viajan de valle en valle? -pensó- ¿No engordan como los corderos? ¿No llevan entre sus copos de algodón las palabras?”
- ¡Vuélvelas! ¡Despacio! ¡Párate! ¡Rodea! ¡Vamos por delante, vamooos! ¡Eeeh!
El animal no sabía donde dirigirse y ladraba a todo lo que se moviese. Pero las nubes, sordas por naturaleza, siguieron en su altura como enormes barcos a la deriva. Utilizó los reclamos de los cazadores y conjuros con extrañas palabras, pero no resultó. En los días nublados pensaba que al fin habían acudido a su llamada, creyó encontrar su ocupación y su razón de ser:
- ¡Pastor de nubes! -gritó Nino con todas sus fuerzas.
Pero sucedió lo inevitable: tarde o temprano comenzaban a alejarse impulsadas por un viento traicionero.
En otra ocasión observó cómo las nubes se asomaban a los charcos, y la fue rodeando pacientemente con muros de piedra para que no se escapasen. Pero, apenas empujadas por un ligero movimiento del aire, salían pronto del reflejo del agua.
El muchacho comprobó que eran tan libres como los animales, que no las podría reunir ni guiar nunca y que su único e indiscutible pastor era el señor de los vientos.
Fragmento del libro: El pastor de nubes
Autor: Pedro Villar Sánchez
Dibujos: Miguel Ángel Díez
Editorial: Kalandraka
Colección: Siete Leguas + 7 años
ISBN: 978-84-92608-50-8
Actividades:
- Di los nombres de todas las aves que se citan en el texto
- ¿Qué convenció a Nino para que las nubes fueran su rebaño?
- Ilustra este texto y llénalo de color
- Escribe una historia cuyo protagonista sea un pastor de mariposas. Envíala, acompañada de un dibujo original, al Concurso Literario Grupo Leo 2013:
Grupo Leo
Apartado 3008
03080 Alicante
Apartado 3008
03080 Alicante
O por Email a:
- grupoleoalicante@gmail.com
Importante: No olvides escribir tu nombre, curso, centro educativo y teléfono o e-mail de contacto.
grupoleo@terra.es
grupoleo@terra.es
1 comentario:
Precioso trabajo y de un buen libro.Sabe el autor que este Grupo aupó sus primeros pasos. Enhorabuena al autor del trabajo por su acierto y al autor del libro.Me hubiera gustado sacarlo yo ya que nunca pude estar en sus presentaciones.Diego Gila.Coordinador Grupo Leo
Publicar un comentario