Cosa de niños es un libro extraordinario para leer en voz alta, para
compartir. Y cada vez que lo leemos descubrimos algo nuevo. Con un estilo muy
particular, Bischel crea un espejo en el que el lector se mira e interpreta las
historias según su propia experiencia. El autor nos invita a mirar con la
curiosidad de los niños, a reflexionar sobre el mundo que nos rodea y
cuestionarlo todo: las convenciones del lenguaje, el conocimiento, el poder, el
progreso… Las siete historias tienen protagonistas distintos que, sin embargo,
son un mismo personaje: un hombre solo, incomprendido, quizás algo chiflado…
Esto es algo que Federico Delicado ha sabido recoger en las ilustraciones que
acompañan el texto, llenas de referencias y guiños al lector. Debajo del
disparate encontramos un retrato de la naturaleza humana con un poso de
amargura que no deja indiferente. Un libro excelente para jóvenes y adultos sin
miedo a reirse de todo, incluso de sí mismos.
El autor:
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El ilustrador:
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UNA MESA ES UNA MESA
Quiero
contar la historia de un viejo, de un
hombre que ya no habla y tiene el rostro cansado, demasiado cansado para
sonreír y demasiado cansado para avinagrarlo. Vive en una pequeña ciudad, al
final de la calle o cerca del cruce. Casi no vale la pena describirlo, nada
apenas lo diferencia de los otros. Lleva un sombrero gris, pantalones grises,
chaqueta gris y, en invierno, un abrigo largo y gris. Tiene el cuello delgado
con la piel seca y arrugada: los cuellos blancos de las camisas le van
demasiados anchos.
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El
viejo daba por la mañana un paseo y por las tardes otro, cambiaba unas palabras
con su vecino y por la noche se sentaba a la mesa. Siempre lo mismo, y los
domingos también. Cuando el viejo se sentaba a la mesa oía el tictac del
despertador.
Hasta
que llegó un día distinto, un día de sol, ni demasiado caluroso ni demasiado
frío, con gorjeos de pájaros, gente amable y niños que jugaban, y lo bueno del
caso fue que al viejo, de repente, le gustó aquello.
Sonrió.
“Todo
va a cambiar”, pensó.
Se
desabrochó el botón del cuello de la camisa, tomó el sombrero en la mano,
apresuró el paso, flexionando incluso las rodillas al andar, y se alegró. Llegó
a su calle, saludó a los niños, entró en casa, subió las escaleras, se sacó la
llave del bolsillo y abrió la puerta de su cuarto.
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Y
el viejo montó en cólera.
Vio
en el espejo cómo se le enrojecía la cara, frunció el ceño, apretó
convulsivamente las manos, levantó los puños y golpeó con ellos el tablero de
la mesa, primero un golpe, después otro, hasta aporrear luego la mesa gritando una
y otra vez:
—
¡Tiene que cambiar, todo tiene que cambiar!
Y
dejó de oír el despertador. Luego empezaron a dolerle las manos, le falló la
voz, volvió a oír el despertador y nada había cambiado.
—Siempre
la misma mesa— dijo el viejo—, las mismas sillas, la cama. El cuadro. Y a la
mesa la llamo mesa, al cuadro, cuadro, la cama se llama cama, y la silla,
silla. ¿ Por qué?. Los franceses llaman a la cama li a la mesa tabl, al cuadro
tabló y a la silla ches, y se entienden. Y los chinos también se entienden.
“Por
qué no se llama la cama cuadro”, pensó el viejo, y se
sonrió. Luego empezó a reír y a reír, hasta que los vecinos se pusieron a dar
golpes a la pared y a gritar: “¡Silencio!”.
Ahora
van a cambiar las cosas— exclamó el viejo y empezó a llamar a la cama cuadro.
—Tengo
sueño , me voy al cuadro— dijo. Y por las mañanas se quedaba a veces echado
largo tiempo en el cuadro, pensando en cómo llamar a la silla, y la llamó
despertador.
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A
la cama la llamó cuadro.
A
la mesa la llamó alfombra.
A
la silla la llamó despertador.
Al
periódico lo llamó cama.
Al
espejo lo llamó silla.
Al
despertador lo llamó álbum de fotografías.
Al
armario lo llamó periódico.
A
la alfombra la llamó armario.
Al
cuadro lo llamó mesa.
Y
al álbum de fotografías lo llamó espejo.
Tomado
de:
Cosa de niños
Autor: PeterBichsel
Ilustraciones
de:
Federico Delicado
ACTIVIDADES
1.-Intenta
contar la vida que hacía el viejo utilizando las palabras que ha cambiado el viejo.
2.-¿A
qué cosas de tu colegio le cambiarías el nombre? Haz una lista de esas nuevas
palabras.
3.-Escribe
una historia que lleve por título “El inventor de palabras” y envíalo por
correo postal acompañado de un dibujo con vuestro nombre, apellidos, curso,
colegio, y número de teléfono a:
GRUPO LEO
apartado 4042
03080 ALICANTE
apartado 4042
03080 ALICANTE
1 comentario:
Una historia cargada de realismo. Se la leeré a la en alto a los mayores del Centro de día de de Casalarreina.
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