miércoles, 19 de mayo de 2010

Lee los ganadores del Certamen "Nuestros Valores en un Cuento 2010"

Cuentos ganadores del Certamen "NUESTROS VALORES EN UN CUENTO" 2010, convocado por la Concejalía de Educación del Ayuntamiento de Alicante, cuyos premios fueron entregados, el pasado 6 de mayo de 2010, en el Centro de Recursos Educativos Municipal por la Concejal de Educación Mari Carmen Román y en cuyo jurado formaron parte dos representantes del Grupo Leo: Mª Paz Martínez y Ana Pomares.

AMISTAD, SOLIDARIDAD Y PAZ UNIDAS

Autor: Andrés Lluch Antón

Curso:EP del Colegio Inmaculada

En Valorilandia vivían muchísimos valores buenos. Su alcaldesa era Paz, pero un día ocurrió algo muy raro. Guerra, el más malvado del pueblo con sus matones fueron a la cárcel y liberaron a todos los presos como a Malhumor, Injusticia, Avaricia... Todos ellos se fueron con Guerra a su guarida secreta, a las afueras de Valorilandia. Paz pensó en cómo podrían atrapar a Guerra, a todos los presos y a los matones. Estuvo dos días pensando y decidió llamar a Amistad. Él era un justiciero que había salvado muchas veces Valorilandia. Estuvieron varias horas urdiendo un plan para detener a Guerra y a sus secuaces. Decidieron que lo mejor era llamar a Solidaridad que era un valor que ayudaba a todos y pensaron que él podía hacer algo. Llegó el día y fueron a la cueva de Guerra ellos tres y cincuenta valores más, que eran policías para arrestarlos. Guerra no tuvo más remedio que dejarse capturar porque ya habían cogido a todos menos a él. Amistad y Solidaridad pudieron capturar a todos los delincuentes del pueblo. Como se dice: ”dos pájaros de un tiro”. Guerra estuvo en la cárcel diez años reflexionando y al final, decidió cambiarse el nombre por el de Justicia. Desde ese día no paró de ayudar a todos los valores. Donó la mayoría de sus pertenencias y se puso a ayudar a los valores necesitados y a hacer trabajos comunitarios como hacía Solidaridad.

Y valor acabado, Valor terminado

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EL SUEÑO DE IRENE

Autora: Irene Cerdá López

Curso: 5º de EP del Colegio Inmaculada

- ¡Hola! Soy Irene, una niña de 11 años, llena de inquietudes y de esperanza. Me gustaría compartir con todos vosotros un sueño que tuve hace una semana.

Vivía en un pueblecito costero de unos doscientos habitantes. La mayoría de Sus vecinos se dedicaban a la pesca. Paseando un día conocí a Alfonso, un señor mayor de 83 años, que había dedicado su vida a trabajar en el mar. Me senté a su lado y me contó su historia. Se casó con Margarita hace ya 53 años, no pudieron tener hijos, así que siempre estuvieron solos. Fueron muy felices. Con los años Margarita había ido enfermando y le costaba muchísimo trabajo caminar y hacer cualquier cosa. Alfonso tampoco estaba ya muy ágil que digamos, y aunque paseaba, no podía empujar la silla de ruedas en la que se pasaba los días sentada Margarita.

Su historia me conmovió y me ofrecí de todo corazón a ayudarles. Al terminar la charla pedí a Alfonso que me llevase a su casa a conocer a su mujer. Era una señora encantadora, con unos ojos llenos de bondad.

Me presenté:
- ¡Hola! Soy Irene, he conocido a su marido y le he pedido venir a visitarla. Mañana vendré a las doce y daremos un paseo por la playa. Yo soy joven y tengo fuerzas para empujar la silla.

Todos los días, al salir del colegio, iba corriendo a pasear a Margarita y a leerles un ratito un libro. Me sentía tan contenta al ver su cara de felicidad. Mis amigos pensaban que eran mis abuelos, y aunque, en realidad no lo eran, yo los quería igual.

Mis padres y mi colegio siempre me han inculcado valores como la honestidad, la bondad, la amistad, el amor… en fin todo lo necesario para ser una gran persona. Con Alfonso y Margarita pude dar algo bueno de mí, y recibí mucho cariño por su parte.

Esto ha sido un sueño, pero sería muy bonito llevarlo a cabo algún día, y haré todo lo posible para ayudar. Ojalá todos pongamos un granito de arena para que el mundo sea mejor.

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PENSAMIENTOS DE UNA CUCARACHA

Autora: Begoña Candela

Curso:EP del Colegio Inmaculada

Hola a todos, me llamo Cuqui, y como bien parece mi nombre, soy una cucaracha. Vivo en un colegio muy antiguo, dentro de un calefactor, que está en el interior de la clase de 6º C . Os voy a contar una historia que me pasó hace poco:

Una mañana de lunes, cuando estaba yo durmiendo tranquilamente en el calefactor, unos terribles gritos me despertaron de mi precioso sueño. ¡Eran los alumnos de 6º C. Ya habían empezado las clases, así que yo, como todos los día me puse mi sombrero y gomina en las antenas y me limité a escuchar las lecciones de la profesora. Mientras tanto, la niña del pupitre de al lado del calefactor, Carolina, bostezaba fuertemente. Yo estaba medio dormida, así que sin darme cuenta, me caí del calefactor. Al abrir mis pequeños ojitos de cucaracha me di cuenta de que Carolina estaba a punto de pisarme, así que no se me ocurrió otra cosa que hablar.
- Alto ahí -dije yo mientras me temblaban las patas-, no grites ni me pises y seré tu espía.

La niña se quedó, sencillamente, asombrada, y después de unos minutos callada por el pánico dijo bajito, para que nadie la escuchase:

- ¡Ah, un bicho parlante ! -hizo una pausa y siguió hablando. ¿Cómo que mi espía ? ¿eres cómo Pepito Grillo o algo así ?

- Supongo que sí… -respondí yo que no sabía quien era ese tipo.

Yo agradecía a la niña que no me hubiera pisado, porque recuerdo, que a mi pobre prima Jacinta la pisó un grupo de atletas delante de mis narices ¡¡Sniff!!, ¡¡Sniff!!. Bueno, sigamos con la historia, ¡que me “enrollo demasiado”!

Agradeciéndole le dije:

- Carolina, te digo que no te arrepentirás de que sea tu espía, ¿te importa? -dije subiéndome al cuello de Carolina.

- No, en absoluto dijo ella.

Lo primero que pasó para que yo pudiera ayudarla fue que Carolina le tiró un lápiz a su compañera de al lado. El lanzamiento le salió un poco mal, así que fue a parar al ojo de Carlos Pérez. Éste enfurecido dijo a Carolina:

- ¡Tú estás loca ¡ ¿Cómo me das en el ojo, tonta?

Antes de que la niña pudiera responder yo le dije:

- ¡Sssss, no le digas nada malo! Carlos está muy cansado, su madre está muy enferma, pero no quiere decírselo a nadie. Lo sé porque ayer me pregunté qué hacía ese chiquillo tan callado y lo vi todo con mis ojos de cucaracha.

En ese instante, Carolina cambió de opinión y exclamó con una sonrisa de oreja a oreja:

- Lo siento, Carlos, la próxima vez tendré más cuidado.

Otro caso en que yo pude ayudar a la niña es cuando ella y su mejor amiga, Claudia discutieron por no sé que cosa. Menos mal que yo intervine susurrándole a la oreja:

- ¡Para el carro, chica! Claudia ha vomitado, yo lo he visto, se encuentra fatal, pero tampoco se lo ha dicho a nadie.

Entonces, Carolina gracias a mis explicaciones dijo:

- ¿Por qué no me lo habías dicho antes ? -Y se alejaron conmigo en el cuello de Carolina.

Yo serví de mucha ayuda a la niña. Arreglé muchos casos que ahora no os puedo contar, otro día quizás. Después de un tiempo Carolina, mirando con ternura mis ojos brillantes me dijo:

- ¡Muchas gracias, Caqui.

Desde ese momento yo comprendí que mi amiga humana había aprendido una lección:

¡Que todos los seres de la Tierra, incluso los más diminutos son útiles para algo y que todos, hasta yo, tenemos nuestro CORAZONCITO.

Firmado:

Cuqui, la cucaracha

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Información de:

Pedro Fernández

(Grupo Leo)

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