Reseña:
El
primer día después de Navidad Marta y Nacho reciben una sorpresa: irán a casa
de la tía Melinda, una amiga de su abuela a la que no conocen y de la que sólo
han recibido regalos. Marta sabe que ella guarda un gran secreto, pues oculta
tras el sofá escuchó una extraña conversación entre su abuela y su madre, y
quiere descubrirlo.
Cuando
llegan a casa de Melinda, los relojes se paran y la aventura comienza: deseos
que se cumplen, puertas misteriosas, personajes fantásticos y una llave. Les
irá haciendo pasar a distintas habitaciones llenas de juguetes, manualidades,
chucherías, disfraces...
En
todas pueden pedir, usar y hasta manchar cualquier cosa. Todo es mágico, hay
cuatro jardines, uno por cada estación del año, en los que patinan sobre hielo,
se columpian o se bañan.
Pero
hay una habitación, la de la Navidad Eterna, que conserva todo lo que hace
especial la Navidad y que sólo debe permanecer abierta mientras dure esta.
Durante la visita, los Wolgan (unos seres malvados) se apoderan de la llave con
la intención de hacer que ninguna Navidad vuelva a ser lo que era. Marta y
Nacho, superando sus peleas, harán equipo y viajarán al mundo de los Wolgan
para tratar de recuperarla.
V Premio Anaya 2008
Edad
recomendada: A partir de 9 años
La autora:
Es
licenciada en Ciencias de la Información y especialista en Comunicación
Política por la Universidad Complutense. Recibe su primer galardón en 1996, el Premio JB de Novela Corta y
así obtiene una beca para estudiar en la Universidad
de Oxford. En 1998 obtuvo el Premio Ateneo de Sevilla de Novela
Joven con Que veinte años no es nada, de la que se hicieron cinco ediciones.
Más adelante publicó las novelas Linus Daff, inventor de historias, que ha
recuperado Planeta, y Hotel Almirante.
En
2006 fue finalista del Premio Planeta con la obra En tiempo de prodigios. Su última
novela, La importancia de las cosas, fue acogida con gran entusiasmo por los
lectores. Además, es autora de tres libros de ensayo, de dos libros infantiles
y ha publicado cuentos y artículos en diferentes recopilaciones. Como editora
fue responsable de la antología Cuentos de Navidad y de la última edición de La
ciudad de las columnas, de Alejo Carpentier.
Marta
Rivera de la Cruz es colaboradora habitual de la revista El País Semanal y
participa también en diferentes tertulias de radio y televisión.
El
ilustrador:
Rafael Vivas, empezó en el mundo de la
ilustración, realizando tarjetas de felicitación. Ganó el segundo premio
internacional “Ciudad de Alicante” 2001 por el libro De puntillas de Antonia Ródenas.
Abogado y profesor, conjuga su ocupación con la ilustración de álbumes infantiles.
Para el creador «La ilustración infantil tiene muchas posibilidades expresivas
y coincidencias con mi estilo. No puedo dejar de dibujar como lo hago y lo
cierto es que quien más reclama mis trabajos son las editoriales infantiles. Me
encuentro cómodo y libre con la buena literatura que se está produciendo en
España para público infantil, que es el campo que más trabajo está garantizando
a los ilustradores».
«Carece
de sentido la labor del ilustrador que se remita a repetir la intención del
autor. El ilustrador debe siempre ir más allá: no debe de explicar, sino de
evocar enriqueciendo el texto. No creo en la ilustración descriptiva», subraya
Vivas. «La ilustración es una manifestación artística y debe tener una
consideración de obra de arte, y el álbum ilustrado como producto entra dentro
de esa categoría». Según Vivas, una buena historia «debe despertar emociones en
el niño lector, incluyendo el miedo, alegrías y tristezas... ».
EL PRIMER DÍA DESPUÉS DE NAVIDAD
Todo el mundo odia el primer día
después de Navidad. Es raro levantarse de la cama y sentir que está próxima la
vuelta del colegio, y ver a tus padres empezando a desmontar el Nacimiento y el
árbol adornado...
Después de comer, mi madre nos
dijo que nos arreglásemos bien para salir con la abuela. Mi hermano, que es
algo guarrete, protestó cuando le restregaron las orejas, pero al final
quedamos los dos bastante presentables. Yo llevaba un vestido de cuadritos que
me habían regalado. No me gustaba mucho, pues tenía un lazo en la cintura y
otros dos más pequeños en los hombros y, en conjunto, resultaba bastante cursi,
para qué nos vamos a engañar. Fui a verme en el espejo grande del salón. Cuando
iba a entrar, escuché a mamá y a la abuela. Tenían ese tono de voz que ponen
los mayores al hablar de cosas que son importantes.
- Debéis regresar a las ocho y
media.
- Si, no te preocupes.
“Nada de trucos. Nada de trucos”.
De golpe recordé lo que mamá había dicho aquella tarde, mientras yo estaba
escondida detrás del sillón. “Nada de trucos”. ¿Qué significaría? Me di la
vuelta despacio para que no me oyesen, y me marché de puntillas sin mirarme en
el espejo. Total, ya sabía que mi vestido era una auténtica cursilada.
En el pasillo me crucé con Nacho,
que tenía las orejas coloradas de tanto como se las habían frotado.
- ¿Por qué andas así?
- Porque me da la gana.
No pensaba decirle a mi hermano
nada de lo que había escuchado. Nacho es un pesado, siempre está incordiando y
acusando, así que si esperaba que le iba a contar todas las cosas emocionantes
que habían dicho mamá y la abuela, iba listo. Mira que es mala suerte que Nacho
sea así, con lo estupendo que sería compartir los secretos más secretos con un
hermano como es debido...
… La tía Melinda nos abrió la
puerta. Era una mujer chiquitita y muy delgada, de piel blanca y enormes ojos
verdes. Llevaba el cabello negro peinado con una trenza que le caía por la
espalda, y vestía una especie de túnica de color rojo salpicada de chispas de
oro. La abuela, las Tatinas y ella se besaron y abrazaron entre gritos de
alegría: llevaban muchos años sin verse, y estaban felices como perdices por
volverse a encontrar…
Bueno, antes de empezar debemos
aclarar un par de asuntos… Primero, a partir de ahora vais a ver cosas
extraordinarias…
- ¡Melinda! -Gritaron a la vez la
abuela y las tatinas.
- No os preocupéis- la tía miró
muy seria--. Está todo previsto. Como os iba diciendo, niños…, quiero que la
tarde que paséis aquí sea la mejor de vuestras vidas. Pero todo lo que ocurra
debe ser un secreto entre vosotros y yo. Nunca podréis hablar a nadie de lo que
habéis visto ni de lo que habéis hecho en mi casa…
...La tía abrió una puerta muy
grande que daba a un pasillo largo lleno de puertas más pequeñas.
- Vamos a ver…- Melinda parecía
dudar sobre cual de ellas abrir-. Podríamos pasar al cuarto de la merienda,
pero no creo que tengáis hambre todavía. Creo que es mejor que empecemos por la
habitación de los juguetes. ¿Dónde habré colocado la llave? ¡Ah, aquí está!
La tía Melinda separó una enorme
llave de un enorme manojo que llevaba colgado en la cintura y abrió una puerta.
Mi hermano y yo nos asomamos, y ante nuestros ojos apareció un cuarto
grandísimo, repleto de cuantos juguetes os podáis imaginar…
Mi hermano y yo entramos en aquel
lugar maravilloso…
Más tarde, Melinda sacó otra
llave del llavero y abrió una nueva puerta.
Allí estaba la tienda de dulces
más increíble del mundo… Y ahora vamos a otra habitación que os va a gustar
mucho…
¿Otra habitación? ¿De verdad
todavía nos esperaban más sorpresas? Salimos de la tienda de dulces, y tras
cerrar la puerta cuidadosamente, Melinda abrió otra con una nueva llave.
- A ver qué os parece ésto. Es el
cuarto de los disfraces. Tratad de imaginarlo.
Más puertas. Jardín de Invierno,
Jardín de Primavera, Jardín de Verano y Jardín de Otoño. ..y esa puerta que
veis ahí da al mundo de la Navidad Eterna…
“Es un Ardena quien se encarga de
abrir esta puerta una vez al año. ¿No sabéis qué es un Ardena? Pues un hada que
se encarga de cuidar todo lo que os gusta a los niños. Cada primero de
diciembre, un Ardena coge la llave mágica y abre esta puerta para que lo más
bonito de la Navidad se reparta por el mundo. La puerta permanece abierta hasta
el primer día después de la Navidad. Entonces todas esas cosas tan especiales
vuelven a su sitio, y se quedan detrás de esa puerta, bien guardadas hasta el
año siguiente. Y hay que tener mucho cuidado en cerrar bien la puerta de la Navidad
Eterna y guardar la llave en un sitio seguro… porque si los Wolgan llegaran a
apoderarse de la llave y pudieran entrar y salir por esa puerta, tendríamos más
de un problema.
Tomado
del libro: La primera tardedespués de navidad
Autora: Marta Rivera de laCruz
Ilustrador: Rafael Vivas
Editorial: Anaya
ACTIVIDADES:
1.
¿Puedes compartir con tus compañeros qué cosas especiales te gustaría que se
repartieran por el mundo?
2. ¿Cómo
te imaginas que es un Wolgan y cómo crees que se comporta?
3.
Imagina abrir una puerta. Describe el lugar donde entras, escribe tu nombre, apellidos, curso, colegio y número de teléfono particular y envíalo acompañado
de un dibujo a:
Concurso literario Grupo Leo
Apartado 3008
03080 Alicante
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