Comenzábamos a
leer, Miguel Hernández en 48 estampas, de Pedro Villar.
En mil novecientos diez
en la ciudad de Orihuela
nacía Miguel Hernández,
un futuro, una promesa.
Profe, ¿podemos ir a Orihuela?. Claro que
si, iremos a finales de febrero. Y así lo hicimos. Nos preparamos para ir en
tren, con nuestras mochilas y cómo no, con nuestros libros.
Para algunos, era la
primera vez que viajábamos en tren. Cuando llegamos a Orihuela, almorzamos en
el parque de La Glorieta y de allí nos fuimos a visitar la casa museo de Miguel
Hernández.
Vimos su habitación, sus alpargatas, su
jonfaina, su cocina, la letrina, el lugar donde guardaba el ganado y el huerto.
Descubrimos donde se escondía para leer y
escribir y nos imaginamos las cabras en el cobertizo.
Aquí, bajo la higuera recitamos y cantamos con un toque
flamenco varios poemas del libro de Pedro Villar, Miguel Hernández en 48 estampas.
Después fuimos al colegio Santo Domingo,
donde el conserje, muy amable, nos invitó a pasar y nos enseñó los claustros y
la iglesia. Nos lo explicó muy bien y aprendimos muchas cosas.
A la vuelta, esperando el tren, continuamos
con nuestra lectura.
Y en el viaje de vuelta, amenizamos con
nuestro cante a los universitarios que volvían a casa. Hicimos amigos y lo
pasamos muy bien. Ahora esperamos que Pedro Villar nos visite en el cole y se
lo contaremos.
Grupo de lectores del colegio Nazaret
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