Reseña:
Sofía
viaja a la Antártida es un hermoso libro en el que Sofía, una niña de 9 años viaja
al continente helado de la Antártida en un barco rompehielos, el Aurora
Australis, en compañía de su padre que es el capitán del barco, y un grupo de
científicos. En esta aventura Sofía descubrirá un fabuloso mundo lleno de
pingüinos, focas, ballenas, auroras australes, icebergs…
Es
un libro escrito en forma de diario donde se mezcla la ficción y la información.
El
libro es de un gran realismo, como una amena crónica, y ello es debido a que su
autora, Alison Lester realizó ese viaje y ha querido contárnoslo en este
maravilloso álbum ilustrado de amplio texto.
El
álbum está lleno de ilustraciones, dibujos infantiles, fotografías, y
anotaciones.
El
libro es todo un acierto por la manera tan atractiva de acercar a los niños al
conocimiento y por la curiosidad que genera en ellos y que motiva la lectura
página a página. Es un libro muy interesante, y fácil de leer, lleno de
emociones y conocimientos, centrado en una niña y salpicado de animales que
llaman mucho la atención de los niños.
Al
principio y al final del libro unos grandes mapas con unas anotaciones al lado
nos ofrecen una clara información sobre el continente helado, y ya en su
interior las más variadas ilustraciones a toda página, y en ocasiones a doble
página provocan la fascinación de los jóvenes lectores, y también, de los que
no somos tan jóvenes, pero que nos emociona leer y llenarnos de conocimientos.
Libro
muy recomendable a partir de 9 años, pero también permite una lectura diferente
a niños de otras edades y capacidades.
La
autora:
Alison Lester es uno de las
autoras más populares de Australia. Ha escrito e ilustrado más
de 25 libros ilustrados, y
su primer título de ficción, El Quicksand Pony,
se convirtió rápidamente en un éxito de
ventas. Sus libros se han
publicado en muchos idiomas. Su sentido del color y del
diseño, su humor y su aguda observación de los detalles de la vida de los niños
hacen sus libros muy atractivos. En sus libros quedan claramente reflejadas sus
vivencias infantiles de contacto con la naturaleza y con los animales. Ella cree que los niños necesitan
aventuras y la libertad
de imaginar. Ella
siempre ha sido un ratón de biblioteca
y, a menudo lee durante
horas en el medio de la noche. "Me encanta la forma en que los libros te llevan a otro
mundo, no importa lo que esté pasando en tu vida”
Algunos
libros de Alison Lester:
-Imagina
todo un mundo de animales; Editorial Molino
-Imagina
tot un món d’animals; Editorial Molino
-La cama de
Isabella; Ediciones Ekaré
-Magic Beach; Allen & Unwin
-El Quicksand
Pony; Allen & Unwin
Una gran aventura
Sofía
tiene solo nueve años y viaja a la Antártida en un rompehielos junto a su
padre, el capitán del barco. Durante el viaje, escribe un diario donde anota todo
lo que hace durante esos treinta días.
Día 13
¡Hurra!
Anoche, el viento sopló con tanta fuerza que movió el hielo y se despejó la vía
para que el barco atracara en la estación. Salí al sobrepuente y el viento se
había convertido en un huracán helado. No podía sujetar mi cámara ni podía
sostenerme en pie a menos que estuviera al amparo de otra persona.
Papá
dirigió el barco hacia la pequeña bahía Herradura y lo estacionó como si fuera un automóvil. La gente de la
estación se acercó en botes de goma, tomaron las cuerdas y las ataron a las
balizas en la costa rocosa. Muy pronto el Aurora Australis estaba atado y a
salvo. Me sentí muy orgullosa cuando escuché decir a la gente qué buen capitán
era Scotty, mi padre.
Día
14
Estaba
tan emocionada esta mañana con la perspectiva de bajar a tierra que me desperté
demasiado temprano y mi padre me obligó a volver a la cama por un rato. Después
del desayuno tuvimos que bajar por una escalera de cuerda hasta una barcaza que
nos esperaba abajo. Daba susto tratar de sujetarse bien mientras el barco subía
y bajaba con las olas.
Cuando
por fin pisé tierra mi sonrisa era tan ancha que sentí que la cara se me iba a
resquebrajar. ¡Estaba pisando la Antártica!
El
suelo era áspero y rocoso con manchas de nieve. Unas gruesas cuerdas unían todos los edificios y Sara me
explicó que servían para no perderse en medio de las tormentas.
Caminamos
hasta el Refugio Rojo, el edificio donde vive la gente de la estación. En
cuanto entré me sentí mareada y enferma. Parecía que el edificio se mecía como
un barco: arriba, abajo; arriba, abajo. No me había mareado en el mar, ¡pero
ahora tenía mareo de tierra!
Janie,
la directora, dijo que esto le pasa a mucha gente. Nos dio la bienvenida y nos
leyó las reglas de la estación. Luego ayudamos a guardar las provisiones. Había
inmensas cajas de crema dental, de papel higiénico, jabón y champú y cantidades
increíbles de comida, algo así como 5.400 huevos y 165 potes de helados.
Más
tarde salimos a caminar con Georgia y
vimos a una foca rascándose los bigotes con una aleta. Gemía y se quejaba. Yo
creo que porque había comido demasiado pescado.
Fue
bueno regresar al barco en la noche y mostrarle mis fotos a papá. Estaba tan
cansada que me metí en la cama enseguida y Katrina me llevó la comida a la
cabina.
Día
15
Cuando
desembarcamos esta mañana, Sara y yo exploramos los alrededores de la estación
Mawson. Almorzamos en el Refugio Rojo y luego Geoff, el médico de la estación,
nos llevó a pasear hasta la meseta. Fuimos en el Hägglund, que es una especie
de “nievemóvil”. Hacía mucho ruido y saltaba mientras subíamos colina arriba.
El Hägglund no lograba agarrarse y resbalaba a cada momento derecho hacia el
mar. Yo estaba pensando lo malo que sería caer a las aguas congeladas, cuando
por fin, con un último esfuerzo, el nievemóvil logró llegar arriba y todos
vitoreamos.
Al
llegar a la estación, el cielo se oscureció y comenzó a granizar. Cuando nos
bajamos del Hägglund estaba nevando tanto que casi no veíamos. Sara y yo nos
sujetamos de las cuerdas tendidas entre las edificaciones y finalmente llegamos
al Refugio Rojo.
Cuando
Janie llamó por radio a mi papá al barco, él dijo que nos tendríamos que quedar
en tierra. Era demasiado peligroso cruzar hasta el barco con el tiempo terrible
que hacía.
¡UNA
TORMENTA DE NIEVE¡ ¡Estaba varada en la Antártica!
Georgia
puso colchonetas en su habitación y nos acurrucamos como ratoncitos. Justo antes de dormirme Georgia puso una
grabación de una foca Weddell cantando bajo el hielo y su precioso canto se
quedó dando vueltas en mi cabeza toda la noche.
Día
16
Esta
mañana el viento estaba aullando y las paredes del Refugio Rojo temblaban como
si un monstruo estuviera intentando entrar. Era demasiado peligroso salir.
Catorce personas del barco estábamos varadas en tierra. Todos ayudamos con las
tareas cotidianas: yo lavé los platos y limpié el suelo. Todos me trataron muy
bien, pero me sentía sola y estaba preocupada por papá. Veía que el barco se
balanceaba de lado a lado y estaba segura de que las cuerdas se romperían. Por
la tarde la tempestad se puso peor y ni siquiera veíamos al Aurora. Era una
helada.
Georgia
y Sara jugaron al Scrabble Polar conmigo y creo que me dejaron ganar. Después
del almuerzo, Janie me comunicó con mamá y mi hermano allá lejos en casa.
Mientras hablábamos, detrás se escuchaba a las urracas cantando en el patio.
Para
la cena, la tormenta se había acabado. Era todavía peligroso volver al barco,
pero nos dejaron salir. Caminé unos pasos con Georgia, pero teníamos que afirmarnos una en la otra para no caer por el viento.
Vimos un pingüino Adelia, completamente cubierto de hielo. Georgia me dijo que
no iba a pasar frío porque las plumas de los pingüinos son excelentes
aislantes.
Tomado de: Sofía viaja a la Antártida
Autora: Alison Lester
Editado por: Ediciones Ekaré
ACTIVIDADES:
1.-Imagínate
que eres Sofía. Escribe el diario del Día 17.
2.-
En colaboración con tu equipo de trabajo tratad de adivinar las reglas de la
estación que leyó Janie.
3.-Busca
información en internet y dibuja en un folio un pingüino Adelia.
4.-
Escribe una historia situada en la Antártida, ilústrala y mándala junto a vuestro
nombre, apellidos, curso, colegio y número de teléfono particular a:
Concurso literario Grupo Leo
Apartado de Correos 3008
(03080 Alicante)
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