Reseña:
A
veces la vida no es todo lo intrépida
que uno desearía que fuese. Por eso un buen día, sediento de aventuras, Dominic
sale a conocer el mundo. Va sin rumbo fijo y sin prisa. Y así, caminando en
silencio y olisqueando los maravillosos olores del bosque, llega a un estanque
y, mientras se disponía a comer algo, ve aparecer un enorme pez que tras
saludarlo, le entrega una lanza grande y afilada, diciéndole que lo hará
invencible en cualquier combate, siempre que la use correctamente. Pronto se
encontrará con la banda de Hecatombe formada por un grupo de animales
malhechores que tienen atemorizados a todos. Dominic no repara en ayudar y
cuidar a todos los animales que se va encontrando y que están en dificultades.
El
libro que hoy presentamos fue finalista del premio Nacional Books Award.
Edad
recomendada para mayores de 8 años.
El autor e
ilustrador:
William
Steig nació en 1907 en Bronx, hijo de inmigrantes judíos polacos y falleció en
Boston en 2003. Comenzó trabajando como caricaturista en el New Yorker en 1930
y escribió e ilustró más de veinte libros considerados hoy clásicos
indiscutibles de la literatura infantil. Su incursión literaria no llegó hasta
cumplidos los sesenta y un años, pero pronto fue imposible pararlo: de su
tintero salieron en fila personajes tan emblemáticos como Silvestre y la piedra mágica,
Sherk, Irene la valiente, Doctor De Soto, La isla de Abel, que le valió el
Honor Newbery, Tiffky Doofky, El
auténtico ladrón, Amos y Boris, sin olvidar los revolucionarios dibujos
simbólicos que quedaron recogidos en un sinfín de libros para adultos.
Una
de sus hijas, Maggie, recuerda con cariño un juego al que solía jugar con su
padre en el que ella debía elegir entre dos objetos para encarnar uno de ellos.
Lo llamaban ”¿Qué preferirías ser?” y de ahí sacaban excelentes historias. Seguramente,
elegir entre los queridísimos personajes de Steig siga siendo uno de los juegos
predilectos de muchos niños en todos los rincones del planeta.
EL GRAN VIAJE DE DOMINIC
Dominic era muy inquieto y siempre andaba tramando algo. Un día, más inquieto de lo habitual, decidió que, como en su barrio no pasaban suficientes cosas para satisfacer su sed de aventuras, lo mejor que podía hacer era marcharse.
Atesoraba
una colección de sombreros que le gustaba ponerse, por los diferentes aires que
le daban. Los envolvió, junto con su preciado flautín y unas cuantas
pertenencias más, con un gran pañuelo que luego ató al extremo de un bastón
para poder llevarlo cómodamente apoyado en el hombro.
Como estaba impaciente y no quería perder más tiempo despidiéndose de todos, colgó esta nota en la puerta de su casa: <<Queridos amigos: me marcho a ver mundo y tengo bastante prisa. Lo siento, pero no puedo deciros adiós uno por uno. Os abrazo a todos y os olfateo con mucho amor. No sé cuándo volveré, pero volveré. Dominic>>
Echó
a andar por el camino en dirección hacia el este, porque así podría saludar al
sol en cuanto asomara y a la noche en cuanto empezara a oscurecer.
El segundo día de su viaje llegó a una encrucijada y tuvo que decidir si tomaba el camino que se desviaba hacia la izquierda o el que torcía a la derecha. Lanzó una moneda al aire: si salía cara, iría hacia la izquierda. Y si salía cruz, hacia la derecha. Salió cruz, así que tomó el camino que torcía hacia la derecha.
Al cabo de un rato le llegó un olor raro, un olor completamente desconocido; corrió hacia él y llegó a otra encrucijada. Allí plantada había una caimana, apoyada en un bastón y mirándolo como si supiera que iba a aparecer. Resultó que aquella caimana era una hechicera.
Dominic
nunca había visto una caimana hechicera. Aunque le interesaban todos los
olores, aquél en concreto no le gustaba mucho. Aun así, la saludó con su
simpatía habitual:
-¡Buenos
días! ¡Encantado de saludarla!
-Buenos
días –repuso la hechicera-. ¿Sabes ya adónde vas?
-No,
ni idea –confesó Dominic, risueño- Iré a donde mi fortuna quiera llevarme.
-Y
¿te gustaría saber cuál será tu fortuna? –le preguntó la hechicera. Yo veo el
futuro con la misma claridad con la que veo el presente, y con más precisión
que con la que recuerdo el pasado.
-Sí,
desde luego que me interesa saber qué me deparará el futuro -dijo-. Pero creo
que será mucho más divertido que me entere cuando suceda. Me encantan las
sorpresas.
Extraído de: El gran viaje de Dominic
Autor e ilustrador: WilliamSteig
Editorial:
Blackiebooks
ACTIVIDADES:
1.-
¿Crees que Dominic hizo bien decidiendo no saber qué le depararía el futuro?
¿Qué
habrías decidido tú en la misma situación?
2.-
Si, como Dominic, emprendieras un viaje de aventura, ¿qué cosas te llevarías? ¿En
compañía de quién te gustaría realizar el viaje? ¿Te gustaría ir a un lugar
concreto o, como a Dominic, donde la fortuna te lleve?
3.-
Escribe un cuento o un poema sobre un viaje imaginario y envíalo por email a:
Escribe
tu nombre y apellidos, curso y centro educativo. Si además lo acompañas de un
bonito dibujo, lo podremos publicar en nuestro blog y en el suplemento de La
Tiza del periódico INFORMACIÓN.
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