Reseña :
Singular
relato de un niño que en vez de caca le salen monedas de un euro por el culito.
El
protagonista de este cuento, Aurelito, viene al mundo no con un pan debajo del
brazo como cuenta la tradición, sino con unos pañales llenos de monedas de un
euro.
Es
como un Midas moderno e igual que a él
su peculiaridad le va a ocasionar muchos problemas.
Esta
obra es una alegoría a la descarnada crisis que estamos sufriendo y como no
podía ser de otra manera, el relato tiene un trágico final. En este cuento
están reflejadas muchas de las
situaciones por las que por desgracia,
están atravesando muchas personas en nuestro país.
Libro
importante, necesario, ocurrente y muy bien escrito.
Los
cuentos son terribles y muy necesarios,
entre otras cosas, para que no se les oculte la realidad a los niños, y este
relato de Pollux Hernúñez satisface ampliamente
esta necesidad que tienen los niños de crecer sabiendo la verdad para
imaginar y soñar otras realidades.
El
autor:
Pollux Hernúñez es doctor en Filología Clásica por
la Sorbona. Ha dedicado la mayor parte de su vida a dos pasiones, la traducción
y el teatro. Es autor de Mitos, héroes y monstruos de la España antigua y Monstruos,
duendes y seres fantásticos de la mitología cántabra. Entre las
obras que ha traducido se cuentan títulos tan conocidos como Los viajes de
Gulliver (primera traducción íntegra en castellano), Oliver Twist, El
tulipán negro o El conde de Montecristo; otros menos habituales —El
otro mundo o los estados e imperios de la luna, de Cyrano de Bergerac, y La
historia de Rásselas, príncipe de Abisinia, del Dr. Samuel Jonson.
Es
autor así mismo de: “La sátira. Insultos y burlas en la literatura de la
antigua Roma”, “La prehistoria de la ciencia ficción. Del tercer milenio antes
de Cristo a Julio Verne” (Rey Lear SL); traductor e introductor en España de
“El pudding mágico” de Norman Lindsay (Editorial Anaya, colección Laurín), el
libro australiano por excelencia. Pollux
es un especialista en la obra de
Cervantes, precisamente este año acaba
de publicar conjuntamente con Emilio Pascual una edición
de la novela de Cervantes, El
Quijote en 13.666 versículos e ilustrada por Miguel Ángel Martín.
Pollux
es natural de Salamanca y desde hace
unos años reside en Alicante.
EUROLITO
Desde
que nació a Aurelito, en vez de caca, le salen monedas de euro por el culito.
Es una cosa inexplicable, pues come lo de todos los niños y debería hacer caca
como ellos, pero tal es la realidad y para describirla he escrito este cuento.
La
primera vez sus padres se extrañaron muchísimo, pues, al retirarle el pañal que
le habían puesto en el hospital, descubrieron tres monedas nuevecitas, como
recién acuñadas, en lugar de la primera caquita negra y pastosa que les habían
dicho los médicos (meconio o algo así la llamaban).
Aquella
primera vez la mamá creyó que era una broma del papá, pero al final hubo de
admitir que se equivocaba, pues, al levantar las piernecitas de su bebé para
inspeccionarle el culito, oyó como un clic, y es que los peditos de Aurelito,
en vez de sonar como los de otros bebés, producían un ruido metálico.
Antes
del nacimiento de Aurelito solían decirles que su hijo venía con un pan debajo
del brazo, pues al papá, que llevaba mucho tiempo en el paro, le había salido
un trabajo de repartidor de paquetes con una furgoneta.
Pero
no: de pan, nada. Aquellos eran euros contantes y sonantes. Y no debajo del
brazo precisamente.
El
señor Aurelio leyó en internet todo lo que pudo sobre las heces de los bebés, pero
no encontró nada ni remotamente parecido. Sí se decía que un niño había
expelido una aceituna, otro una canica, otro una pieza de veinte céntimos, otro
un dedal, otro un boli, otro un dinosaurio de plástico, otro una armónica, otro
un rosario con cruz y todo, otro un ramillete de flores frescas, otro un
violonchelo, otro una lavadora, otro un bicicleta de carreras, otro una
enciclopedia Espasa con su suplemento, otro un alcornoque con ciruelas, otro
una locomotora del ave Madrid Sevilla, otro un airbús A380 y cosas así, pero
monedas de euro, lo que se dice monedas de euro, limpias y sin estrenar y
prácticamente cada día, ninguno. Así que, como Aurelito no parecía sentirse
molesto, pues ni necesitaba hacer esfuerzos ni sentía dolor alguno, el señor
Aurelio y su mujer decidieron no hacerse más preguntas.
Con
el tiempo se acostumbraron y aceptaron aquel misterio como cosa natural, pues,
tomara lo que tomara Aurelito, fuera leche de su mamá cuando era bebecito, y
luego papillas, purés, potitos, zumos, y después plátanos, bollitos rellenos de
chocolate, patatas fritas, chuches, espaguetis, pizzas, hamburguesas, etc., el
resultado era siempre el mismo: monedas de euro, en cantidad proporcional a la
comida que hubiera ingerido.
Los
pañales de Aurelito servían solo para absorber el pis, pues la parte de atrás
quedaba siempre tan limpia como cuando se los ponían, aunque abultada con unas
monedas de euro limpias y resplandecientes.
Y,
cuando fue creciendo y ya no usaba pañales, iba al aseo solo a hacer pis y las
monedas caían en una redecilla que su mamá había dispuesto expresamente de una
parte a otra de la tapadera de la taza.
Tras
hablarlo largamente, los papás decidieron que lo mejor era no contarle nada a
nadie, sino guardar aquel misterio como secreto de familia. Y, aunque el sueldo
del señor Aurelio no era gran cosa, decidieron también no usar las monedas,
pues consideraron que era mejor guardárselas a Aurelito para cuando fuera mayor
que arriesgarse a abrirle una cuenta bancaria en la que ir depositando sus ahorros.
Hay que decir que, incluso las deposiciones del niño eran particularmente
generosas, su producción diaria raramente alcanzaba los 75 gramos de vil metal,
es decir unos 10 euros.
Además
temían que, si trataban de usarlas para comprar alguna cosa, quizá se metieran
en líos, ¿pues quién iba a aceptar un número considerable de ellas, todas
nuevas y relucientes, sin sospechar algo? ¿O cómo podían estar seguros de que
no eran falsas? ¿Y si se enteraba la policía?
Con
esta preocupación en la cabeza entró un día el señor Aurelio en un banco y dijo
que necesitaba monedas de euro. Por un billete de veinte euros y otro de cinco
le dieron un cartucho con veinticinco monedas totalmente nuevas.
Se
fue a casa, las comparó con las que expulsaba su hijo y vio que no se
diferenciaban en absoluto: el número 1 y el mapa de Europa en el círculo
plateado central y las seis cuerdas de guitarra sostenidas por las doce
estrellitas en la corona dorada del exterior eran iguales. Y en el anverso la
cara del rey era idéntica, aunque, mirando con muchísima atención, podía
percibirse una ligerísima sonrisa en los euros de su hijo. Y el metal parecía
el mismo y el color también. No cabía duda: los euros de Aurelito eran legales.
El señor Aurelio le dijo a su mujer:
—Teníamos
que haberle puesto Eurolito —y se echó a reír como un payaso.
La
vida prosiguió su curso, el señor Aurelio repartiendo paquetes, su mujer
ocupándose de su casa y Aurelito yendo al cole e incrementando cada día su
peculio.
Un
buen día, cuando ya había cumplido los siete años y sus padres atesoraban un
montón de Kilos de monedas (más de
20.000 euros) en el suelo del armario empotrado del pasillo, la empresa del
señor Aurelio quebró y lo mandaron al paro.
Con
el reducido subsidio que recibía no conseguía hacer frente a los gastos de la
casa, por lo que la tentación tantas veces rechazada de tocar el tesoro se hizo
apremiante.
Tomado de: Eurolito
Autor: Pollux Hernúñez
Ilustrado por: Ángela Romero
Editado por: OPORTET Editores
ACTIVIDADES
1.-
¿Cuál crees que es la causa por la que Aurelito le salen monedas por el culito?
Piensa en una respuesta ingeniosa, ocurrente.
2.-
¿Por qué crees que los papás de Aurelito deciden no contarle nada a nadie de lo
que ocurría con su hijo?
3.-
En colaboración con tu equipo de
trabajo, imaginad cómo continúa el cuento y entre todos contárselo a vuestros
compañeros y compañeras de clase.
4.-Escribe
un cuento parecido a este en el que un niño cada vez que estornuda le salen por
la nariz y los oídos billetes de cinco euros y envíalo acompañado de un dibujo
junto con tu nombre, apellidos, curso, colegio y número de teléfono particular a:
Concurso literario Grupo
Leo
Apartado 3008
03080 Alicante
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