Reseña:
Alfredo, el
narrador de La leyenda del segundo féretro, es invitado por Isabella, una
amiga italiana que solicita su ayuda, a Lungavita, una hermosa villa renacentista situada en el
precioso paisaje de la Toscana (Italia). En este ambiente culto y elegante, en
el que cabe destacar la presencia del arte italiano y de las pinturas grotescas
de Goya, es donde transcurre la mayor parte de la acción de esta fascinante
novela de terror. En ella la figura maldita del necrófor o ghoul, una especie
de vampiro occidental, adquiere un gran protagonismo.
Transcurridos
varios días desde su llegada a la casa de Isabella, esta le informa de la existencia
de unos manuscritos en los que se cuenta la historia de Leonardo Benelli (un
ascendiente de su familia) y de su hermano Cesare (el necrófor o ghoul). De
esta forma Alfredo se ve inmerso en un mundo de pesadilla: la leyenda referida
a una monstruosa criatura que vive en las entrañas de la cripta familiar ha
resurgido de la noche de los tiempos y los dos amigos deberán evitar el
asesinato de la hermana de Isabella el día de su boda y acabar para siempre con
la existencia del terrible ser.
El autor:
José María Latorre Fortuño (Zaragoza, 1945) actualmente reside
en Barcelona. Coordina la revista “Dirigido” y dirige la colección de libros
“Programa Doble”. Colabora en revistas y periódicos de España e Italia sobre
temas de literatura, cine y música y ha escrito dieciséis guiones para
televisión a partir de clásicos de la literatura fantástica.
Además
de ser uno de los ensayistas cinematográficos más destacados de España, ha
desarrollado una prolífica y personal carrera literaria –con más de treinta
títulos publicados- que combina un complejo universo creativo y su gusto por lo
fantástico. Sus obras han sido traducidas al catalán, al italiano y al polaco.
Ha
cultivado, asimismo, la novela juvenil, con títulos como Una sombra blanca
(1995), La leyenda del segundo féretro (1997), El arrecife del miedo
(2000) y Pueblo fantasma (2000).
Es
considerado por la crítica como un novelista gótico, cuyo mundo narrativo está
dominado por una visión feroz, dura, de tonos negros y tintes morbosos.
LA LEYENDA
Para avanzar, tuve que ahuyentar con el fuego a
unas ratas tan grandes como uno de mis brazos, que no se habían dejado ver
durante el entierro, asustadas tal vez por la presencia de tantas personas. Las
desconchadas paredes rezumaban una humedad capaz de llenar de frío el alma. Recorrí
la cripta cautelosamente, ajeno a las formas cambiantes que adquirían a la luz
los féretros de madera, los sarcófagos de piedra y los nichos sellados con
espesas telarañas negras, y llegué ante la puerta de la tumba en la que yacía
mi esposa. No sin temor, por unos instantes mi mirada se perdió entre la
oscuridad de la cueva a mi espalda. La llave giró en la cerradura, la puerta se
abrió con un chirrido, y la luz de la antorcha fue a caer sobre el féretro de
Francesca. No estaba solo: junto a él había un segundo féretro de forma
diferente. Incapaz de comprender el fenómeno, retrocedí unos pasos hasta
alcanzar la puerta, de espaldas a la doble negrura de la cripta y de la cueva.
Si la puerta había estado cerrada durante todo el día y la única llave estaba
en mi poder, ¿cómo había llegado allí el segundo féretro y, sobre todo, por
qué? Dejé la antorcha fija en la tierra, de manera que la luz fuese a dar sobre
la parte baja del recinto; el techo abovedado, en sombra, reverberaba con el
reflejo de la llama.
Saqué la pistola y me aproximé a los féretros. No
cabía la menor duda de que Francesca yacía en uno. ¿Y el otro? Al abrirlo,
comprobé que estaba vacío. En ese momento intuí que había alguien más conmigo.
Cesare, o algo que se parecía a Cesare, me contemplaba desde la puerta y dio
unos pasos hacia mí. Mi mano levantó la pistola, apuntado hacia él, mas no
llegué a disparar. Cesare la hizo caer al suelo dándome un violento golpe en la
muñeca.
-Infeliz… -dijo con tono despectivo-. Sería fácil
matarte y que todo acabara para ti…, pero prefiero que seas testigo de un
prodigio.
Yo estaba mudo de horror. Haciendo gala de
inusitada fuerza, Cesare me empujó hacia la pared, como si yo fuera una simple
pluma de paloma, y acto seguido levantó la tapa del féretro de Francesca. Se
volvió a mirarme con tanta intensidad que me paralizó de brazos y piernas: me
sentía capaz de ver, pero no de moverme.
-Me ha sido preciso estar todo el día dentro de
este otro féretro. Así he cumplido con el ritual. Desde ahora, el cuerpo y el
alma de Francesca me pertenecen. Estoy destinado a ser una criatura nocturna, a
vivir entre muertos y alimentarme de carne y de sangre. Esta mujer esta muerta
para ti, pero no para mí, así que despídete de ella para siempre. Será mi
compañera hasta el día en que se convierta en mi alimento.
Con gestos rápidos y seguros, extrajo del féretro
el cuerpo de Francesca y lo cargó sobre sus hombros. Yo asistía a la escena
como sumido en una ensoñación que tenía algo de mágica y nada me resultaba
extraño. Por eso no me pareció raro percibir un leve parpadeo en los ojos de la
muerta.
-Si no contraes nuevo matrimonio quizá no vuelvas
a verme, pero ten en cuenta que si lo haces volveré a tu lado. Piensa, Benelli,
que todo lo que ames será mío: ya que no puedo disponer de apellido y fortuna,
me adueñaré de los sentimientos de la familia.
Antes de que hubiera podido darme cuenta de lo
que sucedía, Cesare había desaparecido llevándose consigo a Francesca. Mi
reacción fue tardía: me hallaba solo en el recinto, junto a los dos féretros
abiertos y vacíos, y al salir no vi otra cosa más que oscuridad ni oí nada que
no fuera silencio. Durante largo rato estuve buscando a Cesare, sin dejar un solo
rincón de la cripta por rastrear, hasta que adquirí la certeza de que no se
encontraba allí y de que el único camino que podía haber tomado para alejarse
de mí era el de la cueva. Me sentía incapaz de entender lo que había visto y
llegué a creer que estaba viviendo una pesadilla de la que no tardaría en
despertar. Sin embargo, todo era demasiado real; para cerciorarme de ello, con
la punta de la daga me infringí una herida superficial en un dedo de la que
brotaron unas gotas de sangre. La sangre no era ficticia, y por tanto no se
trataba de un sueño. ¿Quién era realmente Cesare? ¿Qué maligno rito practicaba?
¿Por qué se había encerrado en un féretro y cómo había conseguido entrar en la
tumba de Francesca? ¿Y el parpadeo de esta? ¿Acaso estaba viva? La cabeza me
daba vueltas.
Tomado de: La leyenda del segundo féretro
Autor: José Mª Latorre
Colección: Paralelo Cero
Editorial: Bruño
ACTIVIDADES:
1. El fragmento que
acabas de leer ha sido extraído de una novela de terror cuyo protagonista es un
necrófor o ghoul. Busca en internet información acerca de este tipo de seres
fantásticos.
2. Lee detenidamente
las palabras que Cesare dirige a Leonardo Benelli y explica en qué consiste la
leyenda del segundo féretro.
3. Escribe un relato
fantástico cuya acción principal transcurra en una casa señorial habitada por
un necrófor o ghoul y envíalo por mail a:
grupoleoalicante@gmail.com
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