EL PASO DEL TIEMPO
Había una vez, una niña llamada Sara, era una niña
alegre, y muy acogedora.
Un verano. El día de su cumpleaños, fue a visitar a
sus abuelos. A los que no veía desde hace años debido a que vivían en Francia.
Tras el largo trayecto, por fin llegaron.
Los abuelos estaban muy contentos de poder ver a su
hija, a su yerno y a su nieta.
Pasaron los días, y era hora de irse. Sara no tenía
ninguna gana, es por eso, que decidió salir corriendo y esconderse en el
recinto de sus abuelos. Ella pensaba que si no la encontraban, no podrían
obligarla a regresar a su hogar. Pasaron las horas… se llevó una decepción
total, no se habían siquiera molestado en buscarla, a lo mejor, sus padres
preferían irse sin ella. Sara estaba sumergida en su propia nube llena de
miedos irracionales. De repente, oyó un ruido, bastante cercano, y decidió
acercarse, su curiosidad la superaba. El ruido provenía de un arbusto, Sara no
sabía si meter la mano, de pronto, empezó a escuchar sollozos, dedujo que eran
de un animal herido, ella decidió ir en su rescate, por diversas razones, entre
ellas, últimamente había estado enfocada en querer ser veterinaria en un
futuro. Rápidamente metió la mano en aquel arbusto, tocó al parecer, una coraza
bastante dura, apartó la mano rápidamente, decidió separar el arbusto en dos y
así poder ver bien frente a que se enfrentaba. Ese fue el momento dónde se dio
cuenta de que lo que había tocado, era un caparazón de una tortuga de tierra,
la cual estaba malherida. Sara empatizo con la tortuga y decidió echarse a
llorar. No sabía cómo actuar frente a esa situación, ya que sus padres le
tenían prohibido llevar animales a casa. Gracias a los lloros de la pequeña,
sus padres lograron encontrarla, después de tanto buscarla. Al parecer no era
que no les importará Sara, si no que ella se había escondido demasiado bien.
Los padres, al ver la situación, decidieron llevarla a casa, solo hasta que se
sanase. Pero ellos no podrían hacer nada por la tortuga, ya que se iban esa
misma noche, es por eso, que se la dejaron a los abuelos, para que la cuidasen
hasta que se recuperara y pudiera sobrevivir por sí misma. Sara seguía
queriendo llevársela con ella, pero tomó la decisión correcta, no por ello
menos dolorosa, muy a su pesar, aceptó su destino de irse y dejar en las manos
de sus abuelos a la tortuga, que había decidido llamarla Valeria, por el valor
demostrado y sus ganas de seguir viviendo.
A partir de ese día, Sara llamaba todas las semanas
sin descanso a sus abuelos, para saber cómo estaban y poder recibir nuevos
informes sobre el estado de Valeria, a la cual le tenía mucho aprecio a pesar
del poco tiempo que pudieron estar juntas. Sara soñaba todos los días con
despertarse y estar en Francia, para así poder revivir ese verano tan
maravilloso que había pasado. Y así fue, o al menos ella creía, después de 2
años sin ir, por diversas razones, entre ellas, el covid, y el alto riesgo de sus
padres si se contagiaran, decidieron dejarlo, llegó el día, ya no era un su
cumpleaños, es más, Sara lo recuerda todo muy repentino. Cogieron el vuelo a
Francia, en el camino de ida, empezó a llover, Sara odiaba la lluvia, pero eso
no le iba a fastidiar sus vacaciones. Llegó al recinto de los abuelos, para
sorpresa de ella, la casa estaba llena de gente, pero no había ningún rastro de
los abuelos… Entonces, fue a preguntarle a sus padres dónde podría
localizarlos. Los padres no pudieron contener las lágrimas, mientras le decían
a su hija que fuese a jugar con la tortuga… Sara era una niña obediente, no
entendía del todo el ambiente, pero sabía que no era momento de ser pesada. Fue
a visitar a Valeria, había crecido un montón, se veía muy feliz y distinta a la
última vez.
Pasaron las horas, llegó la noche, y a Sara le
tuvieron que contar, que sus queridos abuelos se habían ido a "otro lugar
mejor". No hacía falta que dijesen más, para que Sara se echase a llorar,
la última vez que le dijeron esas hirientes palabras, no volvió a ver a su pez.
No quería que le pasase eso con sus abuelos. Tenía tantas cosas para contarles
y tanto amor para darle. Fue una noche dura, para todo el mundo, pero sobre
todo para ella. Esta vez solo fueron 3 días a Francia, fueron al funeral, le
preguntaron a Sara si quería ir. Ella optó por ir, ya que sería la última vez
que podría verles. Esa vez, fue la única vez en la que Sara deseaba volver a
España y desear que nada de esto hubiese pasado.
Llegó la hora de irse. Sara estaba muy apenada,
entonces, sus padres, decidieron acoger a Valeria, pensaban que le vendría bien
a Sara, para llevar mejor lo sucedido.
Pasaron los años, Sara dedicaba todos los días un poco
de tiempo con Valeria, cada día que pasaba, más pensaba en la razón por la que
se la quedaron sus abuelos, a ella le gusta pensar, que sus abuelos le
dedicaron el tiempo a Valeria, el tiempo que no pudieron dedicarle a su nieta,
es por eso, que ella es condescendiente, y ella cuidara toda su vida a Valeria,
por todo lo que no pudo cuidar de sus abuelos.
Hecho por: Sara María Abdelsadok Galiana.
Curso
: 4B ESO
HOGAR
Mi casa está
encantada, sí habéis leído bien. Bueno, más que encantada, está viva. Siempre
me ayuda a levantarme cada mañana, de la forma más peculiar posible, tirándome
de la cama. No sé cómo lo hará, pero siempre acabo estampada como un sello en
el suelo.
También me ayuda a encontrar cosas, como por ejemplo, un día se me perdieron las llaves, las estuve buscando por todas partes, y no había forma, no las encontraba. Cuando ya me di por vencida, Hogar, (sí así es como la he llamado) me las sacó de debajo del sofá.
Me ayuda
cuando no consigo llegar a coger algún libro, u objeto en alguna estantería muy
alta, y me lo tira.
No veáis la de
cuadros que he intentado poner, pero siempre me esconde el martillo, o cuando
consigo poner el clavo, termina escupiéndolo (sí, sí, escupiéndolo), y termina
estampándose en la otra pared de enfrente.
Un día quise
darle una capa de pintura, ya que se le empezaba a despegar el papel y se
empezaba a ver la madera, total, fui a darle la primera pincelada, y la pared
se movió (sí, se movió) yo me moví hacia el sitio que quería pintar, y la pared
se volvió a mover, estuve un buen rato ahí, hasta que me dí por vencida, y lo
dejé para otro día. Hogar tiró las pinturas por la ventana (literalmente).
Sé que quizás
os parezca que sea lo peor vivir en una casa viva, que no te deja poner
cuadros, que te despierta tirándote de la cama, que te rompe la televisión, que
te tira las pinturas por la ventana… Pero también tiene cosas buenas.
Una de ellas,
es que siempre, cuando me voy a dormir, en el camino hacia mi dormitorio, tengo
que subir unas escaleras, unas largas y extensas escaleras. Y siempre, cuando
llego al piso de arriba, todo el piso de abajo cambia totalmente, es decir, el
cuarto de baño, no está donde siempre suele estar, el salón cambia de sitio, la
habitación entera cambia de sitio. Por lo cual, siempre empiezo un nuevo día,
explorando mi nueva casa, a mí me encanta, es como mudarse, pero sin tener que
hacer papeleo, ni tener que estresarte, que si la otra casa necesita esto, que
si en la que estoy viviendo, tengo que reparar una tubería… Es genial.
También, Hogar
se auto repara, es decir, que nunca voy a tener que llamar al fontanero, que
nunca voy a tener que abrir un agujero para ver si hay algún cable en mal
estado… Nunca, tan sólo con ayudarla, si lo necesita, no tendré que pagar a
nadie.
Hogar es
genial, pienso vivir en ella todos los días, explorar su interior… Pero,
seguramente, esto será lo que os sorprenderá más, y es que Hogar no es una
casa, Hogar son los corazones de las personas. Hogar es ese pequeño sitio que
te da vida, ese sitio en el que las personas más queridas, como los familiares,
viven ahí dentro. Hogar es ese pequeño sitio, ese recoveco en el que nos
metemos para pensar, recapacitar, o simplemente para aislarnos. Las personas
cambian, sí, pero, su “Hogar” nunca cambiará ya que sus seres queridos seguirán
viviendo allí.
FIN
Hecho
por: Elisa Asensi Fernández
Colegio: Don Bosco Salesianos
Curso : 4B ESO
ACTIVIDAD
Escribe un
cuento o poema con dibujo y envíalo por Correo postal a:
GRUPO LEO
Apartado 4042
03080 ALICANTE
o por email
a grupoleoalicante@gmail.com
No olvides
poner tu nombre y apellidos, curso, colegio. Podría ser publicado en
nuestro BLOG.
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