Reseña:
Un
pequeño pueblo está agitado por las elecciones. Unos apoyan al poeta y otros al
general. El periódico local publica artículos desacreditando a quienes apoyan
al poeta. Un día, la imprenta amanece sin poder imprimir la «a» y el diario no
puede circular. Una emocionante historia basada en un hecho real.
Magnífico
libro lleno de intriga y de humor y todo un lujo de edición con unas sugerentes
y llamativas ilustraciones.
Al
final del libro aparece un anexo donde se informa sobre los primeros libros
anteriores a la imprenta, de la invención de la escritura, de los diversos
soportes sobre los que han pasado los libros, de las primeras técnicas de
impresión, de los tipos móviles, de la invención de la imprenta, del linotipo,
de la técnica del offset…
Para
terminar con unas curiosísimas
apreciaciones sobre las aes:
Alrededor
del 62% de las palabras en castellano
contienen la letra ”a” que proviene de la letra griega “alfa” y según el
diccionario Compendio Latino-Hispánico publicado en 1829 por don Pedro de
Sales, la letra “a” se define:
Primera letra en
dignidad y naturaleza, la de sonido y pronunciación más claros, la más alegre
de decir, la más excelente en sus formas, reina de los otros elementos del
alfabeto y superior a todos ellos en mérito”.
Tod
ví gu rd
este libro una sorpres pero es
mejor que l descubr el lector.
Por
eso la lectura de este álbum es muy recomendable a partir de los 10 años
El autor:
Gonzalo Canal Ramírez. Nació en Gramalote, Norte de Santander (Colombia), en 1916. Fue novelista, periodista y director del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe y ha publicado algunos libros para niños, como la divertida historia El robo de las aes. Sus cuentos suelen centrarse en la vida de los niños de zonas rurales. Ocupó cargos en el gobierno y la diplomacia. Sin embargo, consagró la mayor parte de su vida a las artes gráficas, realizando trabajos tanto en el país como en el exterior.
El ilustrador:
Peli o Julio Zúñiga, el ilustrador de este álbum realiza un
excelente y maravilloso trabajo que encanta y sobrecoge al lector, Su trabajo a
plumilla y emulando la técnica del grabado al aguafuerte logra hermosas
ilustraciones coloreadas parcialmente con tonos planos. Con esta técnica representa
personajes y paisajes típicos de un pueblo andino y crea a lo largo de todo el
relato una atmósfera plástica de misterio y tensión.
Peli ha ilustrado
también para Ediciones Ekaré El perro del cerro y la rana de la sabana,
Cán dida y Onza, tigre y león.
LA VOZ
DE SAN GABRIEL
Un
día resolví, por mi propia cuenta y sin decírselo a nadie, poner fin a los
insultos del periódico contra mi papá.
Me
fui hasta la imprenta, que funcionaba detrás de la casa parroquial, a conocer
cómo hacían La Voz de San Gabriel. Me fijé en cómo Tomás, el compositor, sacaba
las letricas de los cajetines y sin equivocarse iba formando las palabras, las
frases, los renglones. Mario, el armador, tomaba esos renglones de palabras y,
como un rompecabezas, armaba la página, y Checame, el prensista, las imprimía
sobre el papel.
Yo
iba y venía del uno al otro contento de poder ayudar. Había ido a buscarles
agua fresca del tinajero que estaba en el patio de las rosas, cuando de pronto
como un rayo, se me vino una idea a la cabeza…
Lo
más importante eran las letras, y las aes eran las más numerosas. Sin las aes
no habría periódico.
Si
yo me robaba las aes, ¡La Voz de San Gabriel no podría aparecer!
Pero…
¿cómo? ¿Robar al padre Demetrio? El plan me daba vueltas en la cabeza como un
trompo… Total, si el cura podía insultar a mi papá, yo podía ayudar a que eso
no siguiera pasando. Las aes, las aes, esas letras eran la solución.
Averigüé
todo lo necesario: cómo cerraban las puertas, a qué hora se iban, cuándo
terminaban de imprimir el periódico cada semana. Y mientras tanto, las aes me
bailaban, me llamaban, me atraían.
Me
fui con la cabeza llena de aes y hasta le puse una velita a San Antonio para
que me iluminara.
¿Cómo
podría robarme esas aes?
El
sábado era el día. La imprenta estaba cerrada y empezaba a trabajar el martes
de la semana siguiente. Cuando se dieran cuenta del robo, ya las aes estarían
muy lejos.
Los
días anteriores a ese sábado fueron interminables. En mi cerebro una danza de
aes, un chisporroteo de aes, un hormiguero de aes me acompañaba todo el tiempo
mientras el plan se me iba formando. Si dormía, soñaba con las aes; si ayudaba
a los peones en el ordeño, todas las vacas tenían forma de aes; los caballos en
el establo eran aes que relinchaban.
Aes,
aes, aes.
¡Qué
bonitas, qué peligrosas,
qué
importantes las aes!
El
sábado llegó y mi caballo Emir y yo fuimos temprano al pueblo a visitar a las
tías. Como a las cuatro de la tarde comenzó mi plan. Entré con Emir en el patio
de la casa parroquial y le pedí permiso al peón Casimiro para ir a hacer una ”necesidad”.
—
Pase mijo, vaya- contestó él, viniendo hacia mí.
—
Y me tienes por favor a Emir, no le gusta estar con otros caballos.
—
Lindo potro tu Emir, yo te lo cuido.
Cuando
entré en el taller el miedo se me hizo más grande, tan grande como el cura
Demetrio en el púlpito. Me parecía que él veía lo que yo estaba haciendo.
Mientras sacaba las aes del cajetín, los dedos se me agarrotaron, me temblaban
las piernas, sudaba frío y casi no podía respirar. Estuve a punto de arrepentirme
y el miedo hizo verdad la “necesidad” que le había inventado a Casimiro. Esto
casi lo echa a perder todo porque no estaba en el programa.
Cuando
salí, un relincho de Emir me dio las fuerzas que me faltaban para atravesar el
patio. Las hojas que crujían bajo mis pasos me acusaban, y mi forma de caminar
seguramente era muy rara, porque al verme, Casimiro comentó:
—
Ay mijo, pa’esos dolores dígale a su mamá que le prepare un guarapito de menta.
—
Ya pasó, voy a la finca. Gracias, Casimiro.
Y
salí mandado como un tiro rumbo a mi casa.
Las
aes me pesaban en los bolsillos, y en la conciencia me parecía oír la voz del
cura acusándome.
Los
Cuatro Jinetes del Apocalipsis, San Martín y hasta San Jorge con dragón y todo
me perseguían.
La
tarde se hacía oscura y asustaba como nunca.
Yo
sentía los demonios del cielo y de la tierra acechándome en cada curva del
camino, oía los gritos de la Llorona, las súplicas de las ánimas del purgatorio
y los cantos del Silbón. Al pasar por el pozo del ahogado, vi como este se
levantaba del pantano con sus manos huesudas para agarrarme.
¡Corre,
Emir, corre!
Oía el aleteo
del arcángel San Gabriel sobre mi cabeza.
¡Corre, mi
caballito, que nos alcanzan!
Cuando
vi las luces de la hacienda, el olor del cafecito me llegó colgado de la brisa.
Entonces todos los demonios desaparecieron. Ya estaba en casa. Nadie me
perseguía. Las letras estaban en mis bolsillos, y Emir y yo no podíamos
respirar del cansancio.
Tomado de: El robo de las aes
Cuento de: Gonzalo Canal Ramírez
Ilustrado por: Peli
Editado por: EDICIONES EKARÉ
ACTIVIDADES:
1.-
Hoy en día los periódicos no se hacen como describe el texto. Con la ayuda de
tu equipo de trabajo investiga y haz un informe sobre el funcionamiento de un
periódico en la actualidad.
2.-
¡Qué problema la falta de las aes…! Intenta escribir unos titulares de
periódico sin que aparezca ninguna a.
3.-
¿Cómo consigue entrar el protagonista de este relato en el periódico?
4.- Escribe
una historia cuya acción transcurra en
un periódico y envíala por correo postal, acompañado de un dibujo, con nombre y apellidos, curso, colegio, nº de teléfono y dirección de e-mail a:
Concurso Literario Grupo Leo
Apartado de Correos 3008
(03080 Alicante)
(03080 Alicante)
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