Reseña:
¿Quién no ha
querido alguna vez tener una segunda oportunidad? ¿Alguien no deseó en algún
momento regresar a la infancia y empezar de nuevo? Madame Brochet tiene 90 años
y pasión por la vida. A pesar de su edad es una mujer valiente, dulce, joven de
espíritu y no piensa, para nada, en morirse. En el polo opuesto encontramos a
Gilbert Roux, un niñato insoportable que carece de sensibilidad y se burla de
la anciana. Frente a sus casas existe un pequeño jardín con un columpio, una
atracción que servirá como nexo de unión entre ambos personajes y que
constituye la puerta mágica a un mundo que la mujer creía olvidado. Esa
realidad alternativa constituye una simpática lección de empatía que alberga
una profunda enseñanza sobre el respeto y los valores fundamentales de la
convivencia. El relato está acompañado de una colección de estampas dibujadas
por el mago Urberuaga, entre otras muchas cosas Premio Nacional de Ilustración
y uno de los nombres fundamentales en las artes plásticas españolas.
Edad
recomendada de 9 a 11 años.
La autora:
Beatriz Osés (Madrid 1972) es licenciada
en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, aunque actualmente
ejerce la docencia como profesora de Lengua y Literatura en Extremadura.
Participa como ponente en Seminarios y actividades de animación a la lectura y
escritura creativa. Ha sido galardonada con los premios Joaquín Sama y Giner de
los Ríos a la innovación educativa, el premio Lazarillo de Creación Literaria
2006 por su obra Cuentos como pulgas, el Premio Internacional de Poesía para
Niños Ciudad de Orihuela 2008 por El
secreto del oso hormiguero y el Premio de Novela Juvenil La Brújula 2010
por El Cuentanubes, obra con la que
fue finalista del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2011. En
Edebé tiene publicadas también la colección juvenil de misterio de Erik Vogler,
la novela infantil Un cocodrilo para
Laura (Tucán Verde) y Dónde van las
tortugas cuando mueren, que fue
finalista del Premio Edebé.
El ilustrador:
Emilio
Urberuaga
(Madrid 1954) trabaja desde hace años en distintos ámbitos de las artes
plásticas como pintura, estampación, grabado e ilustración. Creador de
personajes gráficos entre los que destacan Manolito
Gafotas, Olivia o Hilda, la oveja
gigante. Ha colaborado en prensa y revistas, así como en la realización de
carteles, cubiertas de libros, etc. Sus libros han sido traducidos a distintos
idiomas: francés, italiano, inglés, japonés, coreano, holandés, finés, lituano,
alemán… A lo largo de su dilatada carrera ha obtenido numerosos premios como el
Premio Nacional de Ilustración 2011, el Ospite d’Onore, el Premio Crítica “Serra
d’Or” y el Premio Hospital de Sant Joan de Déu.
EL CUMPLEAÑOS
Madame
Brochet no se quería morir. Lo tenía claro. Tan claro como que ese jueves de
noviembre le llovían noventa años.
No se quería
morir a pesar de que su caja de pastillas fuera un verdadero arsenal y de que
las piernas apenas soportaran su peso de cigüeña desgarbada. No se quería morir
porque, entre otras cosas, tenía que salir a comprar, como era tradición, una
tarta de cumpleaños de chocolate. De chocolate negro y nata. Una de las
maravillosas tartas de la pastelería Chocolat Noir a la que acudía desde que
era una niña. Así que se ajustó sus gafas de metal, se hizo un moño frente al
espejo y descolgó el abrigo rojo que utilizaba en las ocasiones especiales.
Acto
seguido, bajó los tres escalones que la separaban de la calle, apoyándose sobre
su muleta igual que si descendiera de las cumbres del Himalaya.
Una vez en
la acera, tardó casi media hora en recorrer los cien metros que distaban de la
pastelería y de su olor a bollos crujientes. Por la calle, esquivó un gato
maléfico, varias cagarrutas de paloma y tres hojas de roble dispuestas a
estamparse contra su cara. Al llegar al escaparate de la tienda, dejó escapar
una enorme sonrisa de satisfacción. Monsieur Claudet, que la había visto desde
el mostrador, no tardó en abrirle la antigua puerta de madera.
- ¡Bonjour!
–dijo invitándola a entrar con una leve inclinación.
- ¡Bonjour,
Marcel! -respondió complacida.
Al fin,
calorcito y aroma de croissants.
- ¡Voilà!
–exclamó orgulloso mostrándole su delicada creación de chocolate.
- ¡Muchas
felicidades, Marie!
Noventa
años.
- ¡Y estás
como una niña! –la animó. Además de pastelero, era un mentiroso encantador.
- ¡Ojalá lo
fuese! –rio ruborizada.-¡Yo te veo muy bien! –insistió Monsieur Claudet
envolviendo con delicadeza la tarta.
“Como las
momias egipcias”, pensó Madame Brochet.
- Te pongo
un nueve y un cero, Marie –le indicó metiendo dos velas rojas en un paquetito
de papel celofán.
“Sí, porque
si me tuvieras que dar noventa velas…”
- ¡Y no te
olvides de pedir un deseo!
- No lo
haré.
¿Cómo
olvidarlo? No podía hacerlo porque Madame Brochet llevaba ya tiempo pidiendo el
mismo deseo. Un sueño imposible, tal vez. Y lo hacía cada vez que cerraba los
ojos y soplaba con fuerza las velas de su tarta.
La tarta de chocolate
A pesar de
que Monsieur Claudet se ofreció a acompañarla hasta casa, rechazó la ayuda
porque no quería molestar. Al igual que el año anterior, apoyada en su muleta,
emprendió el regreso en solitario. El pastelero la contempló a través del
escaparate de su tienda mientras se alejaba a cámara lenta.. Entre los dedos de
la anciana, la cuerda que sujetaba la tarta de chocolate, se balanceaba de un
lado a otro igual que un equilibrista.
Todo parecía
tranquilo. Sin embargo, cuando Madame Brochet había logrado alcanzar la mitad
de su recorrido, sucedió algo espantoso; se llamaba Gilbert Roux y su risa
sonaba a hiena podrida.
- Vaya,
vaya, ¿qué lleva esta vez la abuelita al bosque? –le preguntó tras saltar la
pequeña tapia de un parque.
Aquel bobo
le daba arcadas.
- ¿No dices
nada? ¿Qué pasa, tienes miedo o te has tragado la dentadura postiza?
Niñato
impresentable.
- ¡Venga
dime! ¿Qué traes ahí?
Madame
Brochet tragó saliva.
- ¡Suéltalo
ya, vejestorio! –le ordenó abalanzándose sobre ella -¡No te resistas!
¡Su tarta de
cumpleaños, no, por favor!
- ¿Acaso
quieres terminar como la última vez? –le escupió en plan amenazante.
- ¿Con un
croissant clavado en el moño? Por supuesto que no. ¿Quién iba a querer?
Madame
Brochet sintió un nudo en la garganta. ¿Cómo podía ser tan cretino?
Extraído del libro: El columpio de Madame Brochet
Autora: Beatriz Osés
Ilustrador: Emilio Urberuaga
Editorial: Edebé. Colección Tucán naranja
ACTIVIDADES:
1.- ¿Cuál
sería el deseo que llevaba tiempo pidiendo Madame Brochet?
2.- ¿Qué
sentimientos te despiertan la actitud de Gilbert Roux con Marie?
3.- ¿Por qué crees que
Gilbert Roux se comportaba así?
4.- Escribe
un cuento sobre la fiesta sorpresa que unos niños le preparan a su abuelo o
abuela por su cumpleaños.
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