Reseña:
Kori es un niño de ocho años que vive en
un asentamiento saharaui. Es el tercero de cinco hermanos y no puede oír, es
sordo. Lee los movimientos de los labios e imagina lo que dicen los demás.
Asiste a una escuela especial con niños
que tienen otras dificultades.
Gracias a su maestra, la única persona
de su comunidad que le comprende, aprende a escribir. Siempre va con un pequeño
cuaderno y un lápiz para recoger los pensamientos y palabras que cree reconocer
en los labios de su mejor amigo, un pequeño camello llamado Caramelo.
Kori no sabe que los camellos se pasan
la vida rumiando y moviendo los labios. Piensa que le cuentan cosas y así las
interpreta y escribe.
Cuando Caramelo se hace adulto, su dueño
decide sacrificarlo para dar de comer a la comunidad. Kori no entiende ésto y
se escapa con él al desierto. Buscan un oasis donde establecerse. Su familia
sale en su búsqueda hasta que dan con él y devuelven a Caramelo para que lo
sacrifiquen.
Tras su muerte Kori recoge todas las
palabras que creyó entender al camello y escribe una preciosa poesía.
Edad recomendada: a partir de 9-10 años.
El autor:
Gonzalo Moure Trénor, nacido en Valencia en 1951, es un
escritor dedicado a la literatura juvenil, campo en el que ha ganado premios tan
importantes como el Gran Angular, el Ala Delta, el Primavera o el Barco de
Vapor, entre otros.
Estudió
Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid. Antes de dedicarse
por completo a la escritura, Moure trabajó también como periodista, guionista y
publicista. Su obra es conocida por la atención que presta a los problemas de
tipo social y también a la relación entre padres y adolescentes (Maito Panduro,
El síndrome de Mozart, entre otros).
Actualmente
vive en Asturias, yendo a bibliotecas, institutos y colegios para dar charlas
sobre sus libros. Cabe constatar también la gran labor de cooperación que
realiza, dando a conocer a los jóvenes españoles de la situación del Sáhara
Occidental, así como a través del Bubisher, un bibliobús que en su primer año
de vida ha visitado todas las aulas de los campamentos.
El ilustrador:
Licenciado
en Bellas Artes, trabaja regularmente con varias galerías de arte y participa
en exposiciones colectivas, certámenes y encuentros en España y en el
extranjero. Es uno de los artistas aragoneses de mayor proyección nacional.
Como ilustrador acompaña muchas de las obras de Gonzalo Moure.
PALABRAS DE CARAMELO
Kori
visitaba a Caramelo todos los días. Se pasaba las tardes con él, junto al
corral, aunque hiciera mucho calor, aunque hiciera viento, o aunque hubiera,
incluso, una de las terribles tormentas de arena que solían azotar el campamento.
Para
Kori, Caramelo era el amigo que no había tenido nunca. Con él, trataba de hacer
lo que creía que hacían los demás: pensaba lo que iba a decir, movía los labios
para comunicarle a Caramelo aquellos pensamientos, y Caramelo contestaba
moviendo los suyos.
Al
principio, le costaba entender lo que decía el huar pero, poco a poco, lo fue
logrando.
Kori
trataba de leer en sus labios, y creía que Caramelo le hablaba del desierto, de
cuánto le gustaría estar allí, donde había hierba verde por todos lados, y
cientos de camellos, y fogatas junto a las jaimas, y otros huars con los que
jugar.
La
madre de Caramelo había vivido en el desierto muchos años, con un rebaño de más
de cuarenta camellos, y juntos habían recorrido muchos kilómetros, muchos, en
compañía de hombres, mujeres y niños, trasladando el campamento detrás de las
lluvias, que significaban más pasto.
Caramelo
le contaba aquello a Kori con frases maravillosas, con descripciones que hacían
soñar a Kori y que le hacían pensar en palabras dulces, palabras de caramelo.
Kori
no sabía lo que era una poesía. Los saharauis aman la poesía, y se recitan unos
a otros poemas bellísimos. Pero Kori era sordo, y no podía escucharlos. En su
mente, ni siquiera existía la palabra “poesía”, porque en su mente no existían
las palabras. Solo las ideas. En su imaginación, sin embargo, escuchaba a
Caramelo decir cosas así:
Los hombres serios del cielo
con sus mecheros encienden,
cuando la noche se extiende,
farolitos de hielo.
Algunos
niños de la escuela especial a la que iba Kori cada día, aprendían a…………
ESCRIBIR.
Kori
no sabía muy bien qué eran aquellos signos que otros niños aprendían a dibujar
en sus cuadernos, pero veía a la maestra trazando líneas, como dunas, en la
pizarra.
Y
los niños los copiaban, y luego los leían, moviendo los labios despacio.
¿Escribían
palabras de Caramelo, como “agua de cristal”, como “farolitos de hielo”?
La
maestra de Kori se llamaba Fatimetu. Dientes contra labios, Boca abierta,
Dientes apretados, Labios estirados, Labios pegados, Labios apretados con un
agujerito en el centro: Fa-ti-me-tu.
Fatimetu
era buena. Acariciaba siempre a Kori como Kori acariciaba a Caramelo. Le
enseñaba a atarse los zapatos y a dibujar. ¿Le enseñaría a escribir también?
Quería escribir las palabras hermosas que Caramelo le decía por las tardes.
Una
mañana, agarró a Fatimetu por la manga y señaló con el dedo la pizarra, el
cuaderno de otro niño, el bolígrafo. Fatimetu le entendió, sabía que quería
aprender a escribir y a leer. ¿Pero cómo enseñarle a él, un niño sordo?
Le
acarició el pelo, formó en su boca una sonrisa triste y dijo que no con la
cabeza.
Kori
lloró toda la mañana, toda la tarde, toda la noche.
Cuando
llegó de nuevo a la escuela, se sentó en su pupitre, hundió la cabeza entre los
brazos y no quiso hacer nada. Tampoco en casa. Comió sin ganas y al acabar
corrió a los corrales con un puñado de hierba bajo su camisa, y estuvo toda la
tarde junto a Caramelo.
El
camello le hablaba de las vastas praderas que había más allá de la arena y las
piedras, pero Kori no podía escribir “ríos frescos”, ni “mares de hierba”.
¡Era
injusto que no pudiera escribir las palabras de Caramelo!
Y
por la noche, en la jaima, ni siquiera quiso cenar, no quiso tampoco beber té,
ni quiso las caricias de su madre, que no sabía qué le pasaba a su hijo.
Al
día siguiente, nada más llegar a la escuela, incluso antes se sentarse, volvió
a agarrar a la maestra por la manga, y la llevó hasta la tarima, señalando la
pizarra, el cuaderno, a él… Mientras lo hacía emitía sonidos llenos de energía,
que al fin, conmovieron a Fatimetu.
–
Te enseñaré, Kori, te enseñaré. No sé cómo, pero te enseñaré.
Tomado del libro: Palabras de Caramelo
Autor: Gonzalo Moure
Ilustrador: Fernando Martín Godoy
Editorial: Anaya
ACTIVIDADES:
1. Busca información sobre los Saharauis y
reflexiona sobre su situación.
2. Haz con cartulina formas de caramelos y
escribe dentro palabras dulces. Pégalas en un mural en el pasillo del cole.
3. Imagina y describe la vida en el desierto.
Escríbela y la envías acompañada de un dibujo y de tu nombre, apellidos, curso,
colegio y número de teléfono particular a:
Concurso
literario Grupo Leo
Apartado
3008
03080
Alicante
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