Reseña:
En una tribu de indios crow
nace un niño. Aunque el nombre que le ponen al principio es Cazador Silencioso,
a los pocos días descubren que es ciego y las esperanzas de sus padres y de su
abuela se ven frustradas. Es entonces cuando su madre, Abeto Floreciente,
decide que se llamará Ojo de Nube y que ella será sus ojos. A través de las
palabras de su madre y de lo que percibe por el resto de los sentidos, se hará
una composición del poblado y de todo lo que le rodea. Alcanzará unas
facultades impensables para otros indios y supondrá una ayuda inestimable para
su tribu.
Una noche, el niño
anticipa lo que está a punto de suceder: el ataque de los “malacosa”, los
colonizadores blancos. Gracias a su entendimiento con los caballos, un don
especial que posee, Ojo de Nube logra evitar la batalla y así retrasar el
inevitable avance del “hombre blanco”.
El autor:
Ricardo Gómez nació en Segovia en
1954. Estudió Matemáticas y durante muchos años se dedicó a impartir clases de
esta materia. Después de los cuarenta años empezó a escribir: primero
literatura para adultos, ámbito en el cual ha sido distinguido con varios
premios, y luego libros de divulgación científica, terreno en el que también ha
obtenido un gran reconocimiento. En la actualidad se dedica exclusivamente a la
literatura. Ha escrito varios libros para niños y jóvenes, entre los que
destacan: El cazador de estrellas, que obtuvo en 2003 el Premio Alandar
(Editorial Edelvives) y Ojo de Nube, que obtuvo en 2006 el Premio
Barco de vapor (Editorial SM).
El ilustrador:
Jesús Gabán nació en 1957 en Pozuelo de Alarcón
(Madrid). Desde 1981 se dedica a la ilustración de libros infantiles y
juveniles para editoriales de varios países. Esta labor la combina con la
enseñanza en distintos cursos y talleres. Ha recibido varios premios, entre
ellos el Premio Nacional de Ilustración Infantil y Juvenil en los años 1984,
1988 y 2000.
ENTRE LOS PATASLARGAS
Hacía mucho que los caballos
se habían acostumbrado a la presencia de los humanos, aunque seguían siendo
animales desconfiados. Y era la primera vez que un indio de aquellas tierras
tenía tan cerca a animales tan poderosos y misteriosos.
Ojo de Nube sabía que los
pataslargas no tenían cuernos y, como otros animales de su tamaño, carecían de
veneno. Su peligro estaba en sus patas, en sus enormes corpachones, en su
velocidad y en sus mordiscos. Eso en el caso de que fueran seres normales, y no
enviados de los dioses otkon…
El corazón de Ojo de Nube
latía tan rápido como los cascos de dos bisontes galopando enloquecidos por la
pradera.
Pero no se movió del lugar
en que estaba, tirado en el suelo y rebozado en el orín y los excrementos de
los pataslargas.
No sabía que los caballos
sentían pánico a pisar a otro animal. Esperó a que se le acercaran, pero los
pataslargas formaron un círculo a su alrededor, bufando y soltando pequeños
relinchos. Al cabo de un rato, muy despacio, se puso en pie. El muchacho
percibió el vapor que salía de sus bocas y de sus narices, así como el calor de
sus traseros, mientras le observaban y le olían.
Al fin, alguno se acercó lo
bastante para poder tocarlo extendiendo su mano, pero decidió no hacerlo.
Necesitaba aprender antes su lenguaje. Y debía aprenderlo pronto.
Desde lo alto, con el
corazón encogido, los cazadores veían al muchacho quieto entre los animales. La
luz de la luna se reflejaba en los lomos de los pataslargas. Los animales más
alejados del muchacho andaban inquietos de un sitio para otro, rozando la
cerca, mientras los más próximos parecían más serenos, como si trataran de
conocer también a otro animal que parecía pacífico.
Transcurrieron larguísimos
minutos.
Ojo de Nube aprendió muchas
cosas durante ese tiempo. Por ejemplo, que los pataslargas percibían con
facilidad pequeños gestos, como el leve movimiento de un dedo. Que aunque los
más próximos no tenían miedo de él, permanecían alerta ante cualquier leve
sonido, aunque viniera de lejos. O que sus colas tenían largas cerdas con las
que espantaban los insectos…
También sabía Ojo de Nube
que las manadas de cuadrúpedos tienen un macho dominante, con autoridad sobre
los demás. Su objetivo era primero localizarlo y después ganarse su confianza.
Por fin ocurrió lo que
esperaba. Un animal pasó rozándole con su lomo, quizá para dejar clara su
superioridad física. Estuvo tentado de alargar la mano, mas se dijo que era
pronto. En vez de eso, comenzó a andar muy despacio, levantando los pies para
no producir roces que pudieran confundirse con serpientes.
Desde lo alto, los crow
veían asombrados lo que parecía una lenta danza en la que un chico desnudo se
movía en el centro de un círculo. Los pataslargas no le miraban de frente, sino
que ofrecían sus costados como si le observaran mejor de reojo.
De nuevo, un caballo se le
acercó y le rozó con su cuerpo, ahora más despacio, desde el cuello hasta la
grupa. Ojo de Nube se quedó quieto y se sobresaltó pensando que esos pataslargas
eran aún mayores de lo que había imaginado.
La extraña ceremonia se
repitió por tercera vez. En esa ocasión, Ojo de Nube alzó una de sus manos y la
colocó a lo largo del animal. Le sorprendieron su suave pelaje, el calor de su
piel, las venas inflamadas de su flanco y los latidos de lo que debía ser un
enorme corazón. Notó que el pataslargas se estremecía también al sentir su
mano. Y el muchacho tampoco intentó aproximarse de nuevo a ellos.
Incluso Arco Certero,
habituado a acechar horas a un animal, sentía que aquella escena transcurría
muy lenta. Su hijo caminaba despacio en círculo y los pataslargas le seguían en
círculos más amplios, como si formaran parte de un pausado remolino.
Era como si el tiempo se
hubiera detenido.
Sucedió entonces algo
inesperado para los cazadores. De la tercera línea de pataslargas salió un
animal, que se colocó junto al muchacho. Como hizo con el otro caballo, Ojo de
Nube acercó la mano y la posó extendida sobre su vientre. Los otros pataslargas
abrieron el círculo. El chico se dijo que ese era el jefe de la manada y que
era a él a quien debía convencer.
Tomado de: Ojo de Nube
Autor: Ricardo Gómez
Ilustrador: Jesús Gabán
Colección: El Barco de Vapor
Editorial: SM
ACTIVIDADES:
1. Ojo de Nube
pertenece a la tribu de los indios crow. Busca información en internet sobre
ellos: de dónde son, cuál es su historia, cómo es su forma de vida… En la
actualidad aún existe una reserva de indios crow en el estado de Montana
(EEUU).
2. El fragmento que
acabas de leer ha sido extraído de una novela cuyo protagonista, Ojo de Nube,
es invidente desde su nacimiento pero tiene una sensibilidad especial, un don
que le hace ser diferente y, a la vez, le permite ayudar a su pueblo.
Reflexiona sobre tu propia persona, descubre cuál es tu don y cómo puedes
usarlo para ayudar a los demás.
3. Escribe un cuento cuyos
protagonistas sean los indios crow y cómo estos consiguen transmitir al hombre
blanco el respeto por la naturaleza. Envíalo por correo postal acompañado de un
dibujo, Escribe tu nombre, apellidos, curso, colegio y nº de teléfono
particular y e-mail de tus padres a:
Concurso literario Grupo Leo
Apartado 3008
03080 Alicante
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