Reseña
La
hija de la noche (2004) es una novela juvenil de misterio. La tranquilidad del
pequeño pueblo francés de Beaufort se ve alterada por un hecho que, en
principio, parece carecer de una explicación razonable. El granjero Henri
Morillon ha encontrado muerta una de sus vacas en extrañas circunstancias: completamente
desangrada.
Algunos
habitantes del pueblo, como el joven Jerôme, creen que la mansión Grisard
guarda cierta relación con el suceso. El viejo caserón había permanecido
deshabitado y abandonado durante muchos años, hasta que de repente se instala
allí la bella y enigmática Isabelle, que regresa a la localidad que la vio
nacer y de donde huyó tiempo atrás.
El
misterio que rodea a esta mujer despertará las sospechas de sus vecinos y el
gendarme del lugar, el joven Max, comienza a investigar…
La autora
Laura Gallego García nació en Quart de Poblet (Valencia) en 1977. Estudió
Filología Hispánica en la Universidad de Valencia donde se doctoró en 2013.
Simultáneamente, se lanzó al mundo de la escritura y, a pesar de su juventud,
pronto sus obras fueron publicadas tanto en nuestro país como fuera de nuestras
fronteras y, por supuesto, premiadas por prestigiosas editoriales. También ha
preparado diversos guiones en el campo de la animación y fue fundadora y colaboradora habitual de la revista
universitaria Náyade.
Entre sus obras destacan Finis
Mundi y La leyenda del rey errante, con las
que consiguió en dos ocasiones el primer premio del certamen Barco de Vapor; la
trilogía Memorias de Idhún y
la saga Crónicas de la Torre.
Con la serie Sara y las goleadoras
cultivó la novela realista.
Es una escritora prolífica que se ha adentrado en el campo de la literatura
histórica, realista y de ciencia ficción. Pero, sin duda, sus novelas
fantásticas, pobladas de magos, dragones, elfos… son las que han cosechado
mayor número de lectores porque son las que despiertan mayor interés entre los
jóvenes.
LA CRIATURA
La criatura estaba inquieta y alerta. Sentía que
estaba sucediendo algo fuera de lo corriente, y eso le ponía nervioso. Oía
voces, muchas voces, y sentía olores nuevos y desconocidos que avivaban su sed.
Caminó hacia la pared de donde provenían las voces, moviéndose con total
soltura a través de la completa oscuridad de su sótano. Las voces se
aproximaban, y con ellas, el olor. Pero la criatura había bebido ya aquella
noche, y de momento había aplacado su sed. Por ello la prudencia se antepuso a
la necesidad, y retrocedió hasta un rincón oscuro. Sabía que alguien entraría y
con él llegaría la luz. Y aquella criatura de la noche odiaba y temía la luz.
Esperó. La pared entera se desplazó hacia un lado,
pero eso no lo sorprendió, porque no era la primera vez que sucedía.
Entraron personas, personas que traían luz. El ser
que se escondía en las sombras percibió su olor, un olor nuevo, y pese a haber
bebido recientemente, la sed volvió, insaciable, urgente y apremiante.
Con un chillido, la criatura se lanzó contra la
persona que estaba más cerca de él, pero de pronto oyó una voz que conocía, una
voz que, de alguna manera, ejercía una extraña influencia sobre él.
Era la voz de ella. La criatura vaciló y se volvió
para mirarla, y entonces otra persona, grande y fuerte, a quien también
conocía, lo sujetó y lo apartó de su presa. El ser del sótano chilló de rabia.
Su captor le puso algo húmedo en la cara y la criatura sintió un olor fuerte,
pegajoso y dulzón, que no le era desconocido. Por eso sabía lo que sucedería
después, y volvió la cabeza para mirar el rostro de ella, un rostro que le
traía a la mente recuerdos de días pasados y le hacía olvidar la sed que
sentía.
Sin apartar la mirada de los ojos de ella, la
criatura se sumió en la oscuridad.
- Virgen Santísima- dijo Max - , todavía con el
corazón desbocado-. ¿Es… Philippe de Latour?
Isabelle se había arrodillado junto a la figura que
yacía, desmadejada e inconsciente, en el suelo del sótano, lo había abrazado y
lo acunaba con infinito cariño. Aquel ser que una vez había sido el hijo del
marqués de Latour era ahora una extraña mezcla entre bestia, demonio y ser
humano. Su rostro estaba pálido como el mármol, y sus incisivos eran
anormalmente largos y brillaban bajo la luz del candil. Su cuerpo, encogido
sobre sí mismo, estaba cubierto por ropas que no hacía mucho habían sido
nuevas, pero que, probablemente, él mismo había destrozado a base de mordiscos
y arañazos. Sus manos parecían garras más que extremidades humanas.
Pero Isabelle le acariciaba el cabello largo, sucio
y lacio, con tanta ternura que el horror dejó paso a la compasión en el corazón
de Max Grillet.
- Es un vampiro – dijo Dagenham en voz baja -. Se
alimenta de la sangre de otros seres vivos, preferentemente humanos.
Max se estremeció.
- No murió en Polonia, ¿verdad? – murmuró-. Lo
trajeron en aquel ataúd, drogado.
- Otro vampiro lo mordió. Así se transmite la
enfermedad. Ahora es uno de ellos: necesita beber sangre, el ajo lo repele, la
luz del sol es mortal para él… Pero ella lo ha mantenido con vida todo este
tiempo.
- Yo no quería que hiciese daño a nadie –murmuró
Isabelle-. ¡Lo estaba curando! Cuando se escapó la primera vez no atacó a
ningún ser humano…
- No, mató a una res –reconoció Max-. Y fue el
marqués de Latour quien envió a Morillon el dinero por giro postal para
compensar la pérdida de la vaca, ¿no es así?
Isabelle asintió.
- Yo traje a Philippe de vuelta a París cuando todos
lo daban por muerto. Cuando su padre lo vio… dijo que mejor que estuviese
muerto.
- Pero fue él quien financió la compra de la
mansión, ¿verdad?
- Le dije que podría curarlo, y que necesitaba un
lugar tranquilo y apartado, hice progresos, ¿sabe, Max? Logré calmar su sed.
Logré incluso que hablase otra vez como un ser humano y el marqués me dijo que
me daría todo lo que pidiese si lograba devolverle a su hijo.
- Usted ha dicho que necesitaba un lugar tranquilo y
apartado, ¿no? Pero, ¿por qué eligió Beaufort?
- Porque aquí ya tenía mala fama, y supuse que la
gente no querría acercarse por mi casa. De cualquier modo, me convenía tenerlos
alejados.
- Y construyó usted este falso sótano… -añadió Max
mirando a su alrededor-. Jerôme lo sospechaba, pero yo he tardado en darme
cuenta de que el sótano que nos enseñaba era demasiado pequeño para pertenecer
a una casa tan grande. La parte del sótano donde escondía a Philippe quedaba
oculta tras esta pared corredera…, muy ingenioso. Fue esto lo que hicieron los
trabajadores que se trajo de París ¿verdad?
Tomado de: La Hija de la noche
Autora:
Laura GallegoGarcía
Colección:
Periscopio
Editorial:
Edebé
ACTIVIDADES:
- El tema esencial de la novela son los “hijos de la noche” (vampiros). Busca información sobre ellos. ¿Existen, son fruto de la imaginación o una leyenda…?
- ¿Cómo imaginas a Isabelle, la protagonista de la novela? Echa a volar tu imaginación y descríbela en seis u ocho líneas. Si te animas a leerla, compara tu descripción con la de Laura Gallego. ¡Quizás te sorprenda!
- Escribe una historia sobre vampiros y envíala por correo postal acompañada de un dibujo, tu nombre, apellidos, curso, colegio y nº de teléfono particular a:
Concurso literario Grupo Leo
Apartado de correos 3008
(03080 ALICANTE)
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