Los libros del mes del Grupo Leo
en La Tiza
Artículo visto en:
Suplemento de Educación Infantil "La Tiza" 04-12-2013
Diario Información de Alicante con el Patrocinio de la Fundación CajaMurcia y COES
Vacas flacas
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El autor: Teresa Broseta (Valencia, 1963 - ):
Licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Valencia y en Filología Hispánica por la UNED.
En 2001 recibió el premio Carmesina por su primera obra de narrativa infantil, La botiga del Carme (Ed. Bullent), y empezó así a abrirse camino en el mundo editorial.
Aunque escribe fundamentalmente narrativa, básicamente para niños y casi siempre en valenciano, ha publicado también poesía y teatro para niños, narrativa para adultos y diversas obras en castellano. También ha publicado relatos breves en algunas publicaciones periódicas.
El ilustrador: Lorena Soriano ( - ):
Argumento:
De la noche a la mañana, la vida de Andrés se pone patas arriba. ¡Y es que, cuando llegan las vacas flacas, arrasan con todo! Con sus padres sin trabajo, tienen que irse a casa de Mamelé, la extraordinaria abuela que hará hueco no solamente para ellos. Mientras todos hablan de crisis, Andrés intenta encajar los cambios con humor, pero ¿cómo se las arreglará la tribu familiar para salir adelante?
La Tiza de la Lectura. Leo, leo, que me animo a leer.
Un cuento:
Vacas flacas
Mi vida se puso patas arriba cuando
llegaron las vacas flacas. Y, la verdad, me pilló completamente por sorpresa.
Eso me pasa por no prestar atención a lo que me dicen... Siempre que las vacas
flacas salían a relucir en la conversación, yo desconectaba a la velocidad de la luz. Nosotros no éramos
granjeros, a fin de cuentas, y no me parecía que tuviéramos que preocuparnos
gran cosa porque las vacas estuvieran gordas o flacas. Mientras siguieran dándonos
filetes y hamburguesas...
Así que aquel día, cuando llegué del
colegio, me llevé una sorpresa morrocotuda. Tal como entré en casa, mientras
soltaba la mochila en el recibidor y me frotaba los riñones doloridos, mi madre
salió a mi encuentro. Eso no tenía nada de raro. Lo raro es que venía con los
ojos hinchados y rojos, como de haber llorado un mar entero de lágrimas... Me
abrazó como si viniera de un viaje larguísimo y sollozó:
-
¡Han
llegado, Andrés! ¡Ya están aquí las vacas flacas!
Mi primera reacción fue mirar por
encima de su hombro, como si esperar ver a su espalda un rebaño entero de vacas
esqueléticas. Pero detrás de mi madre solo estaba la pesada de mi hermana
Clara, como siempre, colgada de sus piernas y babeando como una fuente. Y,
desde luego, ni con la mejor voluntad podía decirse que estuviera flaca, con
aquellos michelines que se le desbordaban por debajo de la camiseta y por
encima del pantalón... ¡Estaba claro que algo estaba muy oscuro!
Como no sabía qué decir, y como no
me gusta ni un pelo que mi madre tenga los ojos como dos tomates de ensalada,
la abracé con todas mis fuerzas para que se sintiera mejor. Pero mis brazos
tampoco debían de tener su mejor día, porque se echó a llorar como llora mi
hermana cuando tiene hambre, o cuando tiene sueño, o cuando tiene... ¡Bueno, como
llora mi hermana, que parece que no sabe hacer otra cosa!
Me asusté una barbaridad, porque en
mis diez años de vida nunca la había visto llorar de aquella manera. Con los
ojos húmedos la había visto muchas veces, eso sí, porque mi madre es de las que
se emocionan con cualquier cosa: un libro, una peli... ¡Hasta con la monerías
de Clara, que ya son ganas de emocionarse! Pero así, a moco tendido, con los
hombros brincándole como si fuera a caballo, no la había visto llorar nunca. Mi
hermana, con su lengua de trapo, me explicó a su manera que aquello no era
exactamente una novedad para ella:
- Otda vess...
¿Otra vez? ¿Es que llevaba todo el
día llorando, o qué? Cuando me había ido al colegio por la mañana la había
dejado de lo más normal...
¿Qué
podía haber pasado en tan pocas horas? Mientras buscaba desesperadamente qué
decirle para que dejara de llorar, apareció de repente mi padre por el fondo
del pasillo. ¿Mi padre en casa a las cinco y media de la tarde? Aquello si que
era una novedad de las gordas...
-
¡No
llores más Carmen, que asustas a los niños!
Me asustaba a mí, en todo caso,
porque mi hermana estaba más fresca que una lechuga. Claro, como ella se pasa
la vida llorando por cualquier cosa, aquello no le parecía nada
extraordinario.¡Bienvenida al club de las lloronas, mamá!
Mi padre solamente consiguió que mi madre
cambiara mi cuello por el suyo y siguiera llorando con toda el alma. Asomándose
por encima de aquella cabeza despeinada que no paraba de agitarse, me dirigió
algo parecido a una sonrisa:
-
¿Qué
tal, hijo?
¿Qué tal? ¡Estupendamente, hombre!
¡Mejor que nunca! Si es de lo más normal llegar a casa y encontrarme un
espectáculo como este... Me pareció que había llegado el momento de decidir
entre aclarar las cosas o volverme loco de remate.
-¿Qué pasa con las vacas, papá?
-
¿Con
las vacas?- Por un momento me miró como si yo fuera un extraterrestre en aquella
historia, pero cayó en la cuenta enseguida y suspiró-. Ah, las vacas flacas...
-
Eso.
¿Qué pasa?
-
¿Vamos
al comedor y hablamos tranquilamente?
Eso de
la tranquilidad lo veía difícil, pero tampoco parecía que las cosas fueran a
mejorar por el hecho de quedarnos plantados en el recibidor, como
espantapájaros. Por lo menos, podíamos ponernos un poco más cómodos y llorar
más a gusto...
Fragmento del libro: Vacas flacas
Autor: Teresa Broseta
Ilustraciones: Lorena Soriano
ISBN: 9788498455182
Actividades:
- Las vacas flacas hacen llorar a la madre de Andrés. ¿qué crees que puede disgustar tanto a una madre? Imagina, escribe o haz un dibujo.
- En el banco del tiempo no se trabaja con dinero, se cambian cosas, tiempo o habilidades. El primer intercambio del banco de tiempo que realizó Mamelé consistió en cambiar ladrillos y otros materiales de construcción por conservas como mermelada, tomate frito o patatas al vapor. Haz una relación de habilidades tuyas y por qué necesidad las canjearías.
- En la novela has podido comprobar cómo vivían Andrés y su familia en casa de Mamelé a causa de la crisis. Escribe sobre ello en un cuento o poema y envíalo, acompañado de un dibujo original, al Grupo Leo. Escribid vuestro nombre, apellidos, curso, colegio y nº de teléfono o e-mail:
Grupo Leo
Apartado 3008
03080 Alicante
o por e-mail a: grupoleoalicante@gmail.com
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grupoleo@terra.com
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