Suplemento de Educación Infantil "La Tiza" 13-04-2011
La señora Doubtfire
(Texto adaptado)
Y perfecta parecía ser. Natalie fue la primera en conocerla. Oyó que llamaban suavemente cuando pasó por la puerta principal, en pijama, camino de su dormitorio para acostarse. Se puso en puntillas y abrió el pestillo.
Vio una enorme mujer de pie, en la puerta. Llevaba puesto un abrigo suelto color salmón y debajo una falda larga que escondía todo, salvo unos cuantos centímetros de unas botas color verde oscuro. La cabeza la llevaba envuelta en un abultado turbante sujeto con numerosos imperdibles y un broche color turquesa. Alrededor del cuello llevaba una bufanda de plumas y, colgando del brazo, un enorme bolso de piel imitación de cocodrilo.
- Tú debes ser la pequeña Natalie.
Natalie asintió y miró a la mujer como si fuera una aparición.
- Soy la señora Doubtfire, cariño.
Natalie asintió de nuevo, con los ojos bien abiertos. Bajo aquel turbante se veían unos párpados muy pintados de sombra, unas mejillas excesivamente rosas y unos labios color rojo intenso.
- Ya nos vamos a la cama ¿verdad?
Natalie asintió por tercera vez, aún sin pronunciar palabra. Una enorme mano salió de los pliegues del abrigo y le cogió la suya. La aparición entró en casa. Natalie retrocedió. Con uno de sus enormes tacones empujó la puerta con delicadeza hasta cerrarla.
- Vamos entonces –dijo.
Cuando llegaron al estrecho recoveco de las escaleras, Natalie se vio obligada a soltarse de la mano y pasar delante. Al llegar al descansillo, notó que le daban una palmada familiar en el trasero.
- ¿Te has lavado los dientes corazón?
Natalie negó con la cabeza.
- Entonces al cuarto de baño, señorita.
Natalie se arrastró obedientemente y mientras cogía el cepillo, apretaba la pasta y se cepillaba los dientes, la aparición se sentó en el borde de la bañera y habló de las plantas que había en la repisa de la ventana.
- No me gustan el color que tienen esas clavelinas. Deben de estar empapadas, debo hablar con tu madre al respecto. Ellas necesitan un buen abono. ¡Uff! Ya veo que se me solicita en esta casa.
Natalie habló con la boca llena de espuma.
- Hay plantas en la cocina que tienen las hojas secas. Mamá está muy enfadada porque no sabe qué hacer con ellas.
Natalie acabó de enjuagarse la boca y se secó las manos. Cuando entró en el dormitorio, la cama estaba abierta y tenía varios libros sobre la almohada.
- Buenas noches, que duermas bien.
Natalie alargó los brazos y rodeó el cuello de la aparición, estrechándola.
- Buenas noches, papá.
La aparición tardó unos instantes en recobrar la compostura. Luego con voz severa dijo:
- No digas nada Natty. ¿Me lo prometes?
Pero Natalie ya había empezado a bostezar y se había quedado ya medio dormida.
- ¿Dormida? -preguntó Miranda, la señora de la casa-. ¿Está usted segura?
- Completamente segura – respondió la señora Doubtfire.
- ¡Sorprendente! – exclamó Miranda.
Miró a la extraña mujer que trataba de sentarse con las piernas cruzadas y pensó que, aún así debía comprobar lo que decía. No es que la señora Doubtfire tuviera el aspecto de asesina, ni de maníaca o pederasta, es que Natalie no tenía la costumbre de dejar entrar a extraños en su casa y, mucho menos, permitir que la acostase una completa desconocida. No es que Miranda estuviera especialmente preocupada, es que la señora Doubtfire era una completa extraña y una mujer, como decirlo, "enorme"
Tomado de:
Autor: Anne Fine
Editorial Algar (Colección Calcetín)
Actividades:
1. ¿Por qué crees que Natalie, tranquilamente, deja entrar en su casa a la señora Doubtfire, sin conocerla?
2. ¿Miranda confía en la señora Doubtfire? Indícanoslo con alguna frase del texto.
3. Miranda tiene dos hijos más, escribe una historia en la que se conozcan la señora Doubtfire y sus dos hijos. ¿Cómo reaccionarán ante esta nueva canguro? Mándanoslo al Grupo Leo, apartado de correos 3008, 03080 Alicante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario