Suplemento de Educación Infantil "La Tiza" 16-02-2011
EL TELEVISOR MÁGICO
Un trago de limonaria
Hay dos formas de ver la tele. Una, la normal. O sea, encendiéndola y mirando los dibujos, las películas o los anuncios que salgan. Otra, la del abuelo Panopla.
El abuelo Panopla se sienta en su mecedora delante de la tele apagada. La mira durante horas y ríe, salta o llora exactamente igual que si estuviera encendida.
El abuelo Panopla asegura que la suya es la mejor forma de ver la tele.
- En una tele encendida –me explicó un día- sólo ves lo que te ponen. En una tele apagada puedes ver lo que tú quieras.
Yo, de vez en cuando, me quedaba un rato mirando la tele apagada, y lo único que veía era la pantalla de una tele apagada. La mira durante horas y ríe, salta o llora exactamente igual que si la tuviera encendida. Así que un día le dije a Maribel:
- El abuelo Panopla debe de estar algo majareta.
Maribel es mi única hermana. Aún es una niña muy pequeña. Tan pequeña que yo le saco tres años y soy el doble de alto.El abuelo Panopla se sienta en su mecedora delante de la tele apagada. La mira durante horas y ríe, salta o llora exactamente igual que si estuviera encendida.
El abuelo Panopla asegura que la suya es la mejor forma de ver la tele.
- En una tele encendida –me explicó un día- sólo ves lo que te ponen. En una tele apagada puedes ver lo que tú quieras.
Yo, de vez en cuando, me quedaba un rato mirando la tele apagada, y lo único que veía era la pantalla de una tele apagada. La mira durante horas y ríe, salta o llora exactamente igual que si la tuviera encendida. Así que un día le dije a Maribel:
- El abuelo Panopla debe de estar algo majareta.
- ¿Qué ez majadeta? – me preguntó mi hermana aquella vez.
- Papá me dijo un día –le expliqué- que los mayores se ponen majaretas
porque se les gasta la cabeza a causa de los años.
No me di cuenta de que Maribel es demasiado pequeña. No se le puede decir ningún secreto. Lo primero que hizo fue ir corriendo a la habitación del abuelo.
- ¡Abuelo, majadeta! ¡Abuelo, majadeta! Lo ha dicho Luizmi.
Lo único que no dice Maribel son las eses. Lo demás, lo cuenta todo.
El abuelo Panopla casi nunca se enfada. Pero aquel día me llamó inmediatamente a su habitación.
Asomé la cabeza por la puerta:
- ¡Yo no he dicho nada, abuelo! ¡Se lo ha inventado Maribel!
- Entra y cierra la puerta.
Obedecí al abuelo Panopla. Miré con odio a Maribel, que estaba sentada en sus rodillas y me sacaba la lengua.
- ¡Abuelo, majadeta! – volvió a decir mi hermana para hacerme rabiar.
- ¿Por qué soy un marajeta? ¡A ver! – preguntó el abuelo Panopla mirándome a mí.
- Porque lo ha dicho Luizmi – volvió a saltar la chivata de Maribel.
- Yo no lo he dicho, abuelo… - me defendí yo-. Sólo era una broma.
El abuelo Panopla sonrió.
- O sea, que sí lo has dicho, ¿no es eso?
- Bueno, sí –dije yo-. Pero en broma.
- El abuelo Panopla le acarició el pelo a Maribel y le preguntó:
- ¿Tú también crees que el abuelo está majareta?
- Maribel se abalanzó a él
- No, porque tú erez mi abuelito. Majadeta Luizmi.
- ¡Y tú más! -dije yo, furioso.
El abuelo Panopla se echó a reir.
- Bueno –dijo-, si todos estamos majaretas, entonces ya no me importa que me llaméis así.
Y nos pusimos a jugar los tres a las miradarias o juego de las miradas imaginarias.
Después, le expliqué al abuelo que con la tele apagada yo solo veía una tele apagada.
El abuelo me guiñó un ojo.
- Es que te falta imaginación.
- ¿Qué es imaginación? –le pregunté yo-
- Es como una tele, pero mejor. Y la llevamos dentro, en la cabeza. El que sabe encenderla ve en su pantalla las mejores películas y los más divertidos muñecos y los más estupendos dibujos animados.
- ¿Y piratas? ¿Salen también piratas?
- Por supuesto. Todos los piratas que quieras.
Miré la tele del abuelo. Era una tele muy vieja. Aún funcionaba, pero ninguno de la casa quería verla porque era en blanco y negro. Cuando papá compró la tele de color, quiso tirar la de blanco y negro, pero el abuelo dijo que se la diera a él. Y fue entonces cuando le oí por primera vez a papá que el abuelo estaba majareta.
De todas formas, yo seguí viendo una tele apagada y nada más. Allí no salían piratas ni nada de nada.
- ¿Cómo se enciende la imaginación? –le pregunté al abuelo Panopla.
- De muchas maneras –me respondió-. Pero tu caso parece difícil. Tendrás que beber un buen trago de limonaria.
En mi vida había oído aquella palabra.
- ¿Es una medicina?
- Algo parecido –me contestó el abuelo-. La limonaria es limonada imaginaria. Con un trago se te encenderá la imaginación y podrás ver lo que quieras en una tele apagada.
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Tomado del libro: El televisor mágico
Actividades:
1. Además de limonaria, ¿qué otras bebidas podríamos tomar para encender la imaginación?
2. ¿Crees que el abuelo Panopla estaba majareta? ¿Qué otro calificativo le darías?
2. ¿Crees que el abuelo Panopla estaba majareta? ¿Qué otro calificativo le darías?
3. Enciende tu imaginación, escribe un cuento o poema con una historia y envíalo, acompañado de un dibujo original, a (Ver bases completas del concurso):
Concurso Literario Grupo Leo
Apartado 3008
03080 Alicante
O por e-mail a: grupoleoalicante@gmail.com
Escribid claramente vuestro nombre, apellidos, curso, colegio y nº de teléfono o e-mail de contacto.
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