Reseña:
La historia de los números está formada por muchas historias distintas. Los primeros signos aparecieron en la Prehistoria y se extendieron a través del mundo con los primeros pobladores. Durante la Antigüedad cada civilización los escribió a su manera.
Actualmente
existen varias clases de números y diferentes modos de representarlos. Aquí
relatamos una parte de su historia, que es inabarcable y sigue aumentando día a
día.
El autor:
Esteban Rodríguez Serrano nació en Madrid el 22 de julio de 1978. Estudió Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid y es licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la misma universidad. Desde el año 2002 trabaja como redactor, corrector y editor, habiendo colaborado con varias editoriales.
Está
especializado en la edición de material didáctico para niños y como autor ha
publicado nueve libros de divulgación histórica destinados al público infantil
(colección Sabelotodos, de la editorial El Rompecabezas).
El
ilustrador:
Moisés Ojeda López. “Soy un artista de personajes 3D especializado en el desarrollo visual de personajes para animación.
Aparte de
esto, últimamente he estado realizando esculturas digitales para las Fallas.
Gracias a Zbrush, hacer enormes esculturas reales se vuelve más fácil y rápido
que nunca, y me ha dado la oportunidad de involucrarme en este emocionante
proceso.”
BREVE HISTORIA DE LOS
NÚMEROS
Desde el cero babilónico a los números
imaginarios
4. CONTAR SIN NÚMEROS
La temperatura del planeta aumentó hace
aproximadamente diez mil años. La Edad de Hielo había terminado y las nieves eternas
desocuparon el hemisferio Norte.
Los hombres prehistóricos eran animales
listos y sabían adaptarse a las situaciones novedosas. Así que aprendieron a
domesticar la naturaleza que los rodeaba.
A los cazadores les acompañaban los
perros, que provenían de los lobos salvajes. También reunieron rebaños de
cabras y ovejas.
A un muchacho le encargaron que cuidara
un pequeño rebaño. Nadie le había enseñado a contar Su padre lo despertó al
amanecer y le dijo:
–Lleva las cabras al monte, para que se
alimenten. Regresarás al atardecer y las encerrarás dentro del vallado.
El pastor abandonó contento su casa.
Todavía pudo escuchar la última advertencia de su padre, que le gritó desde
lejos:
–¡Mantente alerta! Si esta noche falta
alguna, te daré una paliza.
El muchacho fue hasta la montaña y se
tumbó a la sombra de un haya. Pasó el día durmiendo, silbando y tocando la
flauta. Después recogió a los animales, que se habían dispersado por las
colinas.
Las cabras entraron en el redil y su
padre lo observó muy enfadado.
–Te dije que las trajeras todas de
vuelta -le dijo.
–Eso he hecho, padre –contestó el
muchacho.
–Faltan dos cabras -añadió su padre; y
le pegó con una vara de avellano.
El pastorcillo no durmió demasiado bien.
“¡Cómo pudo saberlo?”, se preguntaba asombrado. Él no había advertido nada.
A la mañana siguiente, según salían los
animales del redil, fue cogiendo una piedra del suelo. Una piedra por cada
cabra.
Esta vez prestó más atención al rebaño.
Cuando volvió a la noche, fue sacando las piedras hasta que tanto las piedras
como los animales se terminaron.
–Buen trabajo -le dijo su padre.
El pastorcillo estaba satisfecho. Pero
las piedras pesaban demasiado e inventó un nuevo método. Cogió un palo y
realizó una muesca por cada piedra-animal.
Al regresar al redil, pasaba el dedo por
las muescas mientras entraban las cabras. Si nacían crías durante la próxima
estación añadiría nuevas muescas en su bastón.
Los hombres de la Prehistoria, en
realidad, no necesitaban contar. Les bastaba con emparejar los elementos de un
conjunto con otro.
Podían amontonar frutos secos dentro de
una cesta, señalar huesos con muescas, insertar conchas en un collar o hacer
nudos sobre una cuerda.
Es más, podían hacer lo mismo sin nada
de esto. Tenían su propio cuerpo, lleno de cosas diferentes y contables: ojos,
orejas y nariz. Y, sobre todo, dedos en las manos y los pies.
11. EL ÁBACO ROMANO
El poder de los faraones egipcios era extraordinario y muchos pensaron que su reino sería eterno. Estaban equivocados, pues surgiría otro imperio fabuloso que los sometería sin compasión.
En el siglo VIII antes de Cristo, Roma
era apenas una aldea de pastores y campesinos situada en el interior de la
península italiana. Los romanos no eran muy cultos, pero deseaban mejorar y
estudiaron los conocimientos de sus vecinos.
Organizaron un ejército invencible y se
extendieron por las costas del mar Mediterráneo. Los romanos, inquietos y
emprendedores, siempre estaban dispuestos a aprender ideas útiles y novedosas.
Sus administradores fomentaron la
agricultura y el comercio en los vastos dominios del imperio. Además,
construyeron grandes edificios, muchos de los cuales se conservan todavía. ¿Y
cómo lo hicieron?
Los antiguos romanos empleaban letras de
su alfabeto para representar los números, al igual que los griegos o los
hebreos.
Era otro sistema de numeración aditivo,
basado en la suma. No se permitían ciertas repeticiones, y se restaban aquellos
signos numéricos que estuvieran a la izquierda de un valor superior.
XII = 12
IIX = 8
Las caprichosas reglas del sistema de
numeración romano lo convertían en una herramienta difícil de usar. Valía para
anotar cantidades; no obstante, resultaba imposible calcular con aquellos
palotes repetidos y entrelazados.
¿Cómo consiguieron prosperar entonces?
En realidad, los comerciantes y los
recaudadores de impuestos tenían mucho trabajo. Para llevarlo a cabo, emplearon
un instrumento de cálculo muy eficaz: el ábaco.
Los orígenes del ábaco son inciertos.
Algunos dicen que surgió en China o en el desierto del Sáhara. Tal vez apareció
a partir de la costumbre de utilizar piedras y líneas de arena dibujadas sobre
el suelo para contar.
Los babilonios ya emplearon tableros de
cálculo, y los griegos y los romanos fabricaron ábacos de madera, piedra o
metal. Eran tableros donde se situaban fichas con valor numérico. Servían para
realizar las operaciones matemáticas.
Tomado de: “Breve historia de los números”
Autor: Esteban Rodríguez Serrano
Ilustraciones de: Moisés Ojeda
Editorial: nivola
1. ¿Cómo crees que el padre se dio
cuenta de que faltaban cabras? Si nacían cabras añadía una muesca al palo, pero
si morían, ¿qué podría hacer el pobre pastorcito?
2. Júntate con tus amigos y construir un
ábaco utilizando distintos elementos de casa: bolitas de porespan, plastilina,
palillos... Jugar a realizar sumas y restas y demuestra que eres el más rápido.
3. Escribe un cuento o poema y envíalo
por Correo postal acompañado de un dibujo a:
GRUPO LEO
apartado 4042
03080 ALICANTE
No olvides poner tu nombre, apellidos,
curso y colegio. Podrán ser publicados en nuestro blog.
2 comentarios:
1.- pues no se
porque el siempre las contaba con los palos
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