Reseña:
Tarsio,
Amber, Jimmy el Guapo y Telmo son un grupo de monstruos siempre preparados para
la aventura. En esta ocasión, se ven envueltos en la búsqueda de un tesoro
oculto en una isla del Caribe que perteneció al pirata Ojo Lechuza.
Para
encontrarlo, los protagonistas tendrán que resolver varias pruebas de ingenio y
se enfrentarán a Bill Rimington, un ladrón de piezas arqueológicas decidido a
ser el primero ue encuentre el tesoro del capitán pirata.
Edad
recomendada: a partir de 9-10 años
El autor:
Daniel Hernández Chambers nació
en 1972 en Tenerife, aunque pocos años después se mudó a Alicante. Es el tercer
hijo del matrimonio de un canario y una inglesa. Tras licenciarse en Literatura
Inglesa en la Universidad de Alicante. Vivió una temporada en Londres.
Compagina la creación de sus propias obras narrativas con la traducción.
En
2004 su primer libro, La ciudad gris,
fue finalista en el premio Gran Angular. Volvió a resultar finalista en el
mismo premio en 2007 con El enigma
Rosenthal, libro con el que quedó también finalista en el Premio Altea de
las Artes-Novaltea en 2008. En 2012 fue galardonado con el Premio Juvenil
Everest que ganó con su obra Un fragmento
de noche en un frasco. En 2016 obtuvo el Premio Ala Delta de Literatura
Infantil, con la novela El secreto de
Enola, y en 2017 el Premio Alandar de Literatura
Juvenil, con Miralejos.
El ilustrador:
EL TESORO DEL CAPITÁN OJO LECHUZA
Un bosque hecho isla
Desde
arriba, la isla tenía forma de abanico y era de un verde intenso rodeado de
azul turquesa del Caribe. Los árboles parecían ocupar todo el terreno, hasta el
punto de que se notaba con claridad que había sido necesario talar varios
centenares para construir la pista de aterrizaje. La torre de control y la
terminal del aeropuerto y la pequeña población situada a escasos kilómetros
eran las únicas construcciones visibles. Lo demás, aparte de árboles y
vegetación tropical, eran montañas, barrancos, valles, desfiladeros y un lago
perfectamente redondo, como si lo hubieran trazado con un compás.
Severina
y sus padres estaban allí, esperándolos. Uno por uno le dieron un abrazo y
subieron a la furgoneta de diez plazas que conducía el padre de Severina.
–
Esta isla os va a encantar– empezó a decirle la madre de su amiga, mientras
abandonaban el aparcamiento del aeropuerto y enfilaban la carretera hacia el
hotel–. Esto es un auténtico paraíso de playas casi desiertas y rutas de
senderismo. Y si un día estáis cansados, os quedáis en el hotel, que tiene
jacuzzi, spa, piscina cubierta y una sala de cine.
–
Suena muy bien– dijo Amber
–
Sí, sonaría muy bien de no ser porque vamos a estar ocupados buscando algo que
suena mucho mejor– corrigió Severina.
–
¡Oh, Seve, esa historia tuya del tesoro del pirata pata de palo no tiene ningún
sentido!– exclamó su madre–. No es más que una leyenda. No creo que ese tesoro
exista; tal vez algún día existió, pero, si lo hizo, ya no. Alguien lo encontró
y se lo llevó. Y se lo gastó todo por supuesto.
–
De eso nada, mamá. El tesoro existe, y nosotros lo vamos a encontrar. Y Ojo
Lechuza no tenía ninguna pata de palo. Ni tampoco ningún garfio.
–
¡Pues entonces no era pirata ni nada!
…..
–
Este cuadro es la demostración de que el capitán Ojo Lechuza era un tipo muy
inteligente. Sabía que algún día moriría, como todos, y que entonces habría
quien intentaría hacerse con su tesoro, con el tesoro que él había ido
acumulando durante un montón de años. Sabía también que tarde o temprano
alguien conseguiría encontrarlo, y como le gustaban mucho los juegos y las
adivinanzas, decidió combinar ambas cosas y crear un gran juego con varios
acertijos para que, al menos, el que lo encontrase lo hiciera gracias a su
ayuda y no por pura casualidad. Eso es lo que asegura la leyenda, que el
capitán retó a los futuros buscadores del tesoro: si querían hallarlo, tendrían
que resolver los acertijos que había preparado.
…..
Por el camino de los piratas
–
Sabía que no era un simple cuadro, sino el mapa para llegar al tesoro, pero no
acababa de entender todos los símbolos.
–
Más despacio. ¿a qué símbolos te refieres? – quiso saber Tarsio.
–
El islote del lago. Me refiero al lago que no es un lago, así que esto que Ojo
Lechuza quiso que pareciera una pequeña isla del lago tampoco lo es. No
entendía lo que era, hasta ahora.
Sus
amigos intercambiaron miradas de impaciencia.
–
Muy bien Severina. Ve al grano: ¿qué es esa cosa si no es una isla en un lago?
–
Creo que es la primera etapa del camino que diseñó el capitán para los que se
atreviesen a buscar su tesoro. Esta roca con forma de calavera...
…
Y, sin pensarlo dos
veces, colocó su pie derecho sobre el diente que en el autorretrato aparecía
partido y probó a empujarlo hacia dentro. Los otros lo observaron con gran
expectación, pero no sucedió nada. Entonces Tarsio probó a empujarlo esta vez
hacia fuera, y ahora sí, el diente cedió y al hacerlo se abrió una compuerta en
lo que era el paladar de la calavera y ante los ojos de todo el grupo
aparecieron los primeros peldaños de una escalera que descendía hacia el
subsuelo.
–
¡Genial Tarsio! – aplaudió Severina.
Tomado del libro: El tesoro del Capitán Ojo Lechuza
Autor: Daniel HernándezChambers
Ilustrador: Óscar Julve
Editorial: Algar
ACTIVIDADES
1. ¿Sabes qué países están bañados por el mar
Caribe?
2. Si quisieras esconder un tesoro y hacer un
mapa, ¿qué elementos como pistas pondrías?
3. En el patio del cole podrías hacer una
búsqueda del tesoro. Piensa y escribe las pistas que os llevarían a él.
4. Imagina y describe la historia de un pirata
y su tesoro. Escríbela y la envías acompañada de un dibujo junto con tu nombre,
apellidos, curso, y colegio a:
grupoleoalicante@gmail.com
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