Los libros del mes del Grupo Leo
en La Tiza
Artículo visto en:
Suplemento de Educación Infantil "La Tiza" 12-03-2014
Diario Información de Alicante con el Patrocinio de la Fundación CajaMurcia y COES
Una mano en la piedra
Fragmento del libro: Una mano en la piedra
Autor: Ana Alonso
Ilustrador: Pablo Torrecilla
Editorial: Anaya
La autora: Ana Alonso (Tarrasa, 1970 - ):
Se licenció en Ciencias Biológicas por la Universidad de León y amplió sus estudios en Escocia y París. Ha publicado ocho poemarios y, entre otros, ha recibido el Premio de Poesía Hiperión (2005) el Premio Ojo Crítico de Poesía (2006), el Premio Antonio Machado en Baeza (2007) y el Premio Alfons el Magnànim Valencia de poesía en castellano (2008). Entre sus libros dirigidos al público infantil y juvenil, además de los escritos junto a Javier Pelegrín (La llave del tiempo,Yinn).
El ilustrados: Pablo Torrecilla ( - ):
Argumento:
La madre de Clara es paleoantropóloga, y en vacaciones busca yacimientos nuevos. Pero es Clara quien descubre, al entrar en una gruta, una mano de color ocre pintada en la roca... Al poner su mano en la pintura, siente un contacto humano, y ante sus ojos aparece Leia, una niña Cromañón con la que descubrirá la forma de vida en la época de las Cavernas.
Además de disfrutar de la lectura, aprenderás cómo era la vida en el Paleolítico.
La Tiza de la Lectura. Leo, leo, que me animo a leer.
Un cuento:
Una mano en la piedra
...............................................................
Clara no podía
creer que su madre se la hubiese jugado otra vez.
Le había
prometido que ese verano todo sería diferente.
-Las
vacaciones, este año, están pensadas a
tu medida, Clara-fueron sus palabras-. Haremos barbacoas, volaremos
cometas...Y, por supuesto, iremos a la playa… Eso es lo que querías, ¿a que sí?
A ti te encanta la playa…
Clara asintió
y hasta se atrevió a sonreír de oreja a oreja. Llevaba siglos esperando unas
vacaciones así; como las de todo el mundo…Vacaciones que no consistiesen en
esperar en un hotel ( o, peor aún, en una tienda de campaña ) mientras su
madre se
dedicaba a buscar huesos de hace miles de años en un barranco o en una
cueva. Normalmente, sus excavaciones las
obligaban a viajar a países en los que hacía un calor espantoso en
verano, y donde la gente, aunque era muy amable, hablaba unos idiomas
rarísimos. Y nunca, nunca había nadie de su edad con quien ella pudiera jugar:
ni en el hotel, ni en el yacimiento, ni en ninguna parte.
Si por lo
menos la hubieran dejado colaborar…Eso habría sido divertido. Andrea, la madre
de Clara, se lo pasaba en grande con los compañeros de excavación. Todos eran
paleontólogos. Mejor dicho, “paleoantropólogos”. Su trabajo consistía en buscar
huesos de los hombres primitivos. Era una tarea bastante dura, porque había que
excavar con mucho cuidado para no romper
nada, y sacar cada cosa que encontraban con más cuidado aún, apuntando bien
dónde la habían encontrado y lo que había alrededor, para poder analizarlo más
tarde y saber de qué época era. Una tarea nada fácil.
Sin embargo, a
Andrea parecía gustarle más que ninguna otra cosa del mundo. Clara estaba
convencida de que le gustaba incluso más que estar con su hija. Cada vez que su
equipo encontraba cualquier trozo de hueso, Andrea volvía al hotel
contentísima, como si le hubiese tocado la lotería. A veces ni siquiera
conseguía pegar ojo, de lo emocionada que estaba.
Seguramente
Clara también se habría emocionado si su madre le hubiese permitido compartir
con ella esos momentos tan especiales. A lo mejor, en lugar de estar
aburriéndose en un hotel, podría haber echado una mano en el yacimiento, porque
además era bastante observadora y estaba segura de que, si le hubieran dejado
probar, ella también habría encontrado algún hueso escondido.
Desgraciadamente,
su madre no opinaba lo mismo. Según ella, buscar huesos en una excavación era un trabajo “científico”.
Se necesitaban muchos años de estudios para hacerlo bien. Los “aficionados”, en su opinión, no
hacían más que enredar y estropearlo todo.
Si Pablo, el
padre de Clara, hubiese tenido una profesión corriente, ella habría podido
quedarse tranquilamente en casa con él. El problema era que Pablo tenía un
trabajo aún más raro que el de Andrea. Era también científico, pero estaba
especializado en los climas antiguos… Y eso significaba que, todos los veranos,
tenía que viajar la Polo Norte.
A clara, por
tanto, no le quedaba más remedio que pasar las vacaciones con su madre. Por
eso, cuando ella aseguró que ese año iba a ser diferente, se puso realmente
contenta. Al principio, justo después de llegar a Asturias, Andrea parecía
dispuesta a cumplir sus promesas. Hasta se compró un traje de baño nuevo. Clara
se lo vio puesto en el probador.
Pero después
de aquel día, Andrea no volvió a ponérselo. Estaba claro que no le interesaba
la playa. Le interesaban mucho más los acantilados y las cuevas que había en
ellos.
Llevaban en
Asturias una semana, con la abuela Esther y la tía Milagros. Todos los días, cuando
Clara se levantaba, descubría que su madre había madrugado para salir a dar una
vuelta por los acantilados.
La abuela le
preparaba uno de sus desayunos especiales y la observaba mientras comía. Se
sentía triste por su nieta . Se daba cuenta de que nada estaba saliendo como
Clara esperaba.
-No debes
enfadarte con tu madre-le dijo una mañana mientras Clara removía el cacao con
la cuchara, distraída-. La ciencia es su pasión, y no sabe desconectar de su
trabajo.
A la mañana
siguiente Clara decidió pasar a la acción. Cuando Andrea apareció en la cocina
para desayunar, encontró a su hija vestida y con la mochila preparada.
-Buenos días,
hija. ¿Te vas a alguna parte?
-Sí, mamá –le
contestó muy seria- . Me voy contigo.
Andrea
parpadeó desorientada.
-Pero Clara,
te vas a aburrir. Yo solo voy a dar un paseo por las rocas. Volveré enseguida…
-No es verdad.
No volverás enseguida, volverás a la hora de comer, como todos los días. Pero
da igual, porque hoy pienso acompañarte.
-¿A ver
piedras?
-Piedras,
huesos…Lo que sea –dijo Clara con decisión-. Cuando quieras nos vamos.
Su madre
suspiró.
-Está bien.
Será divertido ir juntas, por una vez. Y quién sabe, hasta es posible que te
guste…Venga, no perdamos tiempo. Cuanto antes lleguemos a los acantilados,
mejor.
Fragmento del libro: Una mano en la piedra
Autor: Ana Alonso
Ilustrador: Pablo Torrecilla
Editorial: Anaya
Colección: Pizca de sal +10
ISBN: 978-84-678-2949-5
ISBN: 978-84-678-2949-5
Actividades:
- ¿Conoces a alguien que, como la madre de Clara, no sepa desconectar de su trabajo? ¿Qué opinas de ello?
- ¿Crees que hay trabajos que pueden crear adicción? ¿Cuáles?
- ¿A dónde crees que conduce la puerta que acaban de descubrir los chicos?
- Escribe una historia en la que unos niños, mientras juegan en unos acantilados, descubren unas pinturas prehistóricas. Envíalo acompañada de un dibujo al Grupo Leo. Escribid vuestro nombre, apellidos, curso, colegio y nº de teléfono o e-mail:
Grupo Leo
Apartado 3008
03080 Alicante
o por e-mail a: grupoleoalicante@gmail.com
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grupoleo@terra.com
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